Treinta y cinco.

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ESTOY DE VUELTA, PERRAS.




Mi mirada va de un vestido a otro, pero ninguno llama mi atención. Volteo a ver a Courtney y ella está poniéndose un vestido sobre su ropa, mirándose en el espejo de cuerpo completo que hay en la pared. Está emocionada, mientras que yo sólo quiero volver al hospital con Kenny. Son las tres de la tarde y ya han pasado más de tres horas desde que llegamos al centro comercial para comprar los vestidos para el prom. Pero por supuesto que ella se demoraría una eternidad eligiendo el suyo.

— ¿Te gusta este? —me dice, señalando el vestido azul que tiene sobre la ropa. Niego con mi cabeza haciendo una mueca.

—Es mucha escarcha —le digo y ella suspira—, además, no resalta tu figura, no me gusta.

—Bien, ¿qué me dices de este? —Levanta otro vestido de su canasta. Esta vez es rosa, con pedrería en la parte superior del escote. Asiento con mi cabeza con una sonrisa.

—Sí. Ese es bonito, ve y póntelo.

—Está bien —extiende su sonrisa y entra al vestidor con su vestido. Entonces la escucho gritar del otro lado de la puerta—. ¡No te vayas hasta que yo salga!

— ¿Tengo opción? —le devuelvo el grito entre risas.

— ¡No!

Camino alrededor de la tienda, observando cada uno de los vestidos colgados en los percheros. A pesar de que aquí hay vestidos muy bonitos, pienso que ninguno se compara con el que compré hace unos minutos. Es negro, con un escote pronunciado en V en la espalda, mangas tres cuartos de encaje y en seda de la cintura hasta el suelo. Sonrío recordando cómo se me veía el vestido cuando me lo probé, pero mi sonrisa se desvanece al recordar que Shawn no es quien verá el vestido, sino Fidel. ¿Habrá sido una buena idea aceptar su invitación al prom? ¿Debería decirle a Shawn que el prom es mañana, justo al día siguiente de que se vaya, y que iré con Fidel?

Tantas preguntas sin respuesta.

— ¿Te gusta este? —Escucho decir a Courtney detrás de mí. Me volteo y lo que veo me hace sonreír.

—Jesús, estás despampanante —le digo, a lo que ella se ríe nerviosa. Nunca había visto a Courtney en un vestido tan elegante, excepto el día de sus quinces, pro este vestido no se compara en absoluto.

— ¿Te gusta?

—Me encanta, Court, luces preciosa.

— ¿Crees que le guste a Bruce?

—Amiga, si a Bruce ya le gustas así, no me imagino cuando te vea con este vestido. Se le van a caer los ojos de la sorpresa —ella suelta una carcajada. Da unas vueltas en el espejo, viendo el vestido en su cuerpo y al final sonríe.

—Me lo llevo —vuelve al vestidor y cuando sale, pasamos a la caja de una vez—. ¿Comemos algo antes de ir al aeropuerto? —me pregunta y yo siento mi ánimo decaer.

—Sí, está bien —salimos del almacén con su vestido y entramos a una cafetería. Pedimos un par de frappés y luego vamos directamente al estacionamiento por el auto de Courtney. Son las cuatro y media y habíamos quedado en encontrarnos en el aeropuerto a las cinco y media.

— ¿Estás lista? —me pregunta cuando toma la vía alterna hacia el aeropuerto. Suspiro, asintiendo con la cabeza.

—Hagámoslo.



No puedo evitar derramar lágrimas mientras camino, a pesar de que trato de que no sean visibles para nadie. Nunca en mi vida había sentido una sensación así, esa sensación que te da cuando te abandonan, cuando te dejan sola, como cuando te rompen el corazón en miles de pedacitos.

Pruébalo ; Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora