Nueve

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"Deja de mensajearme. Se acabó, supéralo."


Es lo que le mando a Kenny, por enésima vez.

Sí, digamos que en definitiva  no se ha rendido en lo absoluto con tal de tenerme de nuevo, cosa que no va a pasar, por supuesto. Me ha estado mandando mensajes desde la última vez que accedí a hablar con él y se está poniendo tan insistente y estresante que quiero lanzar el teléfono contra la pared para romperlo en pedacitos.

Y es que en realidad ya estoy cansada. No quiero nada que tenga que ver con Kenny. Sí, me gustó, quizá todavía me guste, pero no justifica nada lo que hizo. Se supone que, a palabras de él, estábamos juntos. Por supuesto que no juntos como novios o algo así, hablo de juntos como dos personas que se gustan, que lo saben, y que han intercambiado besos en ocasiones.  Estábamos saliendo.

Y él simplemente lo arruinó. Después de tenerme todo ese tiempo, aproximadamente cuatro meses, decidió olvidarme por una noche en una fiesta y besar a Lynn.


Uh, sinceramente, ¿qué es lo que le pasa?


No es eso lo peor, a mi parecer. Yo los vi, en un cuarto de la casa en donde la fiesta se llevaba a cabo, y no dije nada, porque en verdad yo esperaba que él mismo me lo contara; quería escuchar la versión desde sus propios labios. Y lo que hizo fue no contármelo; decidió que sería mejor que quedara en un secreto para ambos. Lynn tampoco me lo dijo, por lo que decidí rápidamente terminar la poca "amistad" que llevábamos.

Lo mismo ocurrió con Kenny. Sólo que no fue sólo la amistad lo que le terminé, sino absolutamente todo. Él, por supuesto, no dejó de pedirme perdón, pero ya era tarde.

Confío plenamente en que si alguien comete un error de esos, va a volver a cometerlo por el simple hecho de que se le perdone, porque va a pensar que es insignificante.

Pero definitivamente ese error no era insignificante para mí. No. Él me gustaba, me gustaba mucho, y tenía mi fe puesta en él por completo, y lo que hizo fue destruir absolutamente todo el concepto que tenía.


Es por eso que tengo mal humor. No quiero verlo ni en pintura, no quiero que me mensaje más, no quiero escucharlo. Simplemente no lo soporto.

Mi celular vuelve a vibrar, y quiero pegar mi cabeza contra una pared cuando me veo cuenta de que es otro mensaje de Kenny.

Elimino el mensaje sin ni siquiera mirarlo y vuelvo a bloquear mi teléfono. Lo tiro a la cama y bajo las escaleras hasta la cocina.


—Hola, mamá —la saludo pasando directamente al refrigerador. Ella me devuelve el saludo con una sonrisa mientras sigue preparando la cena. Tomo un yogur griego del lado de la puerta y vuelvo a cerrar el refrigerador—. ¿Papá sigue en...?

—Sí, pero no creo que tarde en llegar. ¿Quieres ayudarme con la cena, cariño?

—Claro.

Decido preparar la ensalada y el jugo. Sí, yo ayudo demasiado en mi casa; nótese el sarcasmo. Treinta minutos después mi padre llega del hospital. Cuando la cena está lista nos sentamos los tres alrededor de la mesa y, luego de agradecer, comenzamos a comer.


—Y bien, Gaby —yo lo miro mientras mastico un trozo de pechuga de mi plato. Mi padre toma algo de jugo y luego vuelve a mirarme—. ¿Qué has hecho estos últimos días? ¿Cómo va la escuela?

Pruébalo ; Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora