Treinta y ocho.

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Pueden escuchar la canción cuando vean los dos asteriscos (**).



A veces cuando los ataques de existencialidad me consumen sin ninguna razón aparente, deseo que mi vida sea como lo era años atrás. Como cuando yo sólo debía preocuparme por rendir en la escuela y cuando no tenía ningún problema, cuando la mitad del mundo cibernético no sabía absolutamente nada de mí.

Pero incluso en esos momentos yo deseaba emoción en mi vida, quería que algo fuera de lo normal me ocurriera y pudiese salir de mi rutina. Y de un momento para acá yo me encuentro ahora saliendo con un chico famoso, el chico que me gustaba estuvo en coma por semanas, y estoy a punto de graduarme con mi mejor amiga para después entrar a la universidad.

Y si especificamos precisamente en este momento, me encuentro en un vestido precioso, con el maquillaje corrido, descalza, afuera del hospital, viendo cómo Shawn y Fidel se matan con la mirada y Courtney trata de evitarlo. ¿Era esta mi definición de emoción años atrás?

Bajo las escaleras y entro al parqueadero, junto a Shawn, o más bien en frente y él se descruza de brazos.

— ¿Qué ocurre? —Le pregunto, intercalando miradas entre Courtney, Fidel y Shawn. Éste último levanta los hombros sin tener ni idea.

—No los sé, explícamelo tú—dice. Le miro confundida, pero antes de que pueda reclamar Fidel ya está a mi lado.

— ¿Él es tu novio, Gaby?

—Por Dios, ya supéralo, Fidel. Somos amigos —Courtney le dice, acercándose a Bruce, que no sabía que estaba a nuestro lado también—. ¿Por qué hasta ahora?

—Le hice una pregunta a ella —es lo que responde. Trago saliva nerviosa, pero aun así tomo la mano de Shawn en la mía.

Shawn no es mi novio. Nunca, durante todo el tiempo que estuvimos saliendo, hasta ahora, formalizamos lo que tenemos hasta el día de hoy. Nunca me pidió ser su novia, o tal vez sí, pero es porque yo no quería, ni quiero, apresurar las cosas. Pero las cosas son diferentes ahora: se supone que estamos saliendo, eso da formalidad a la relación, ¿cierto? Como si fuéramos novios, ¿cierto?

De todas formas, con todo el valor que no sé de dónde saco, asiento con la cabeza, apretando la mano de Shawn, diciendo: —Sí.


Él me da una mirada de tristeza que llega a hacerme sentir mal.

— ¿Y por qué fuiste al prom conmigo, entonces?

—Porque somos amigos y tú me lo pediste. Además, no es como si me hubieses pedido salir, tampoco —suelto una risita, que más que burlona, se nota nerviosa. Fidel me mira como si estuviera loca.

—Tú me gustas, Gaby, siempre me has gustado, ¿por qué crees que te invité? —Es lo que me dice. Entonces mi corazón late más rápido de lo normal. Yo le gusto a Fidel, al latino, al chico que estuvo en todas mis clases desde que empezamos la secundaria. Al chistoso y sarcástico de la clase; le gusto al chico que es amigo de todo el mundo.

— ¿Por qué me lo dices ahora? —No sé exactamente qué mirada le estoy dando ahora, lo único que sé es que no quiero que malinterprete las cosas, y tampoco quiero mirarlo con lástima.

—Mi excusa ahora sería porque estuve esperando el momento indicado para hacerlo —levanta los hombros, acercándose cada vez más. Esta vez es Shawn el que aprieta mi mano—. Me gustas desde octavo grado, y no quise que nos graduáramos sin que lo supieras finalmente. Oí que te irás a estudiar Medicina a Costa Rica. Pero la razón exacta es porque soy un maldito cobarde; eso es todo.

Pruébalo ; Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora