Capitulo Tres: una visita no deseada

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A lo lejos escuché un sonido bastante extraño que se colaba hasta mis sueños y que poco a poco me traía de nuevo a la realidad. Abrí mis ojos lentamente y tardé un poco en acordarme donde estaba y lo que había pasado.

Sentí un peso a mis espaldas y me volví lentamente para descubrir quién había dormido conmigo aquella noche, porque había jurado que la noche anterior, mi rubia y auto proclamada enfermera me había dejado bien en claro que no iba a dormir en la misma cama que yo y al parecer, había cambiado de opinión. Estaba hecha un ovillo envuelta en las sabanas y su cabello rubio esparcido sobre la almohada. Dormida era incluso más angelical y más hermosa que despierta y por supuesto era una tentación para mi.

Pero ignore a la rubia y me concentré en el sonido que me había despertado. Me levante de la cama y camine hacia la sala donde se escuchaba más fuerte el zumbido. Busque entre los sofás de la sala y en la cocina pero no encontré nada. Entonces, levante el bolso de la rubia y el zumbido se hizo más fuerte. No quise revisarlo así que lo lleve conmigo a la habitación y se lo coloque encima.

- Tu bolso esta zumbando -anuncié cuando ella abrió los ojos.

- ¿Qué hora es? -preguntó soñolienta quitándose unos cuantos mechones que tenía en la cara.

- No lo sé, poco más de media mañana quizás -respondí al momento que me sentaba en el costado opuesto de la cama en donde ella estaba.

Ella en cambio, se sentó en la cama de un salto y abrió los ojos de para en par.

- ¡Llegare tarde! -chilló saltando de la cama hacia el baño, dándome un pequeño vistazo de sus sexis piernas y su redondeado trasero.

- Pensé que no ibas a dormir conmigo en la misma cama -le recordé divertido.

- Hacia mucho frío y tú sofá parece hecho de piedra -respondió desde el baño.

- Te lo había dicho pero no me hiciste caso. ¿A dónde llegarás tarde? -curioseé mientras me tumbaba sobre mi espalda y observaba el techo.

- Tengo clases de Bioquímica en unos veinte minutos y siquiera estoy lista.

- Pues sáltatela.

- No puedo, saltarme una clase sería como atrasarme una semana y es justamente lo que no quiero.

- O quizás te guste el profesor o uno de los alumnos y no puedes esperar para verle.

- No me gusta nadie -replicó entreabriendo la puerta del baño y sacando solo la cabeza por la apertura-. ¿Podrías pasarme mi ropa? La he dejado sobre aquel sofá.

Me levante a por su ropa y se la extendí. Ella la tomó y cerró rápidamente la puerta.

- Supongo que luego que te vayas dejare de tener enfermera personal -supuse sin poder ocultar la tristeza en mi voz, sorprendiéndome de ello.

- No te librarás de mí tan fácilmente, Chris -la puerta del baño se abrió y la chica salió con el cabello mojado y completamente vestida-. Tengo que evitar que te sigas metiendo en problemas.

Ella me miró con sus hermosos ojos azules y no pude evitar observarla fijamente. Me había convertido en una polilla atraída por una trampa eléctrica de insectos. Llevado hasta la muerte por un hermoso e irresistible resplandor.

- ¿Qué? -preguntó ella incomoda.

- ¿y si te pido que te quedes?

- ¿Para hacer que? ¿Dormir todo el día? Lo siento, pero tengo que irme.

- Se pueden hacer muchas cosas que no incluyen dormir -dije en forma pícara por lo que ella se sonrojó.

- Tengo que irme -tomó su bolso de encima de la cama, se deshizo de la toalla batiendo un poco su cabello y se dirigió hacia la puerta conmigo muy de cerca -. Volveré con algo de comida, quizás te vendría bien algo decente de comer. No te embriagues mientras no estoy o me enojaré.

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