Capitulo Siete: sentimientos encontrados

605 47 0
                                    

Dolía. El pecho me dolía como nada en el mundo y lo peor era que no había manera de parar el dolor.

Escuchar toda la historia era algo que jamás imaginé, la burbuja en que estaba se había reventado y ahora estaba envuelta en una realidad que desconocía. Pero eso no cambiaba mis sentimientos por él.

Jamás hubiera imaginado que Chris sería capaz de hacer tal cosa y de obsesionarse de aquella manera, pero eso no cambiaba lo que sentía ni tampoco, la manera en que mi corazón se quebró al enterarme del amor que aún sentía por ella... Por violeta.

¿A dónde ir? Un lugar donde pudiera llorar tranquilamente.

¿Así se siente que le rompan el corazón? ¿Así se siente él cada vez que piensa en ella? ¡Pues se sentía horrible!

Subí los escalones hasta la azotea del hotel. Mi respiración era entrecortada por el esfuerzo y mi rostro estaba empapado por las lágrimas. El viento soplaba fuerte y frío, y yo me acerqué al borde. Las luces del cártel de neón iluminaban el lugar y me sentí melancólica al ver el paisaje.

¿Si hubiera estado en el lugar de Violeta que hubiera hecho?

No tenía ni la más remota idea porque a diferencia de Violeta, yo me había enamorado de mi captor y aunque me aterraba su pasado, seguía creyendo que podía haber rastros del niño que había conocido antes. Alguien divertido y protector, un chico amable de oscura mirada pero angelical rostro.

Recordé el beso, aquel dulce y tierno beso que me convenció de que siempre lo había amado. Incluso antes de que nos separaran, ya lo amaba y podía perdonarle lo que había hecho pero no podía perdonarle que aún la amara. Todo menos eso.

Respiré el frío aire y me abrasé a mí misma por unos minutos que parecieron horas, hasta que me decidí por volver a la habitación. Las ganas de llorar ya no estabas y me había convenid de que no debía dirigir más palabras con él que las necesarias.

Cuando entré en la habitación, lo vi en la cama tumbado. Al parecer, todo lo que había pasado en el día lo había agotado.

No se había desvestido y aún tenía sangre seca por doquier. Su cabello cubría su frente y parte de su rostro. Se veía tan tranquilo, que no quise despertarlo.

Calladamente, fui al baño y tomé una larga ducha. Pude sentir como mi cuerpo se relajaba, mi corazón se calmaba y mi agitada mente se aclaraba.

Al terminar, me envolví con el albornoz blanco que había en el baño y salí a la habitación. Chris aún dormía, por lo que ocupé suavemente el lado opuesto que él ocupaba de la cama. Me quedé quieta unos segundo y cerré los ojos.

Cuando los volví a abrir. Chris no estaba y claramente era más de media mañana. No podía creer que había dormido tanto ese día, así que me levanté de la cama aprovechando que Chris no estaba y tomé una larga ducha la cual disfrute. Al salir y colocarme de nuevo el albornoz, la puerta de la habitación se abrió y un Chris muy serio entró cargado de bolsas plásticas.

- ¿Qué traes ahí? -pregunté con curiosidad, él sólo me dirigió una mirada fría y siguió caminando hacia la cama donde depositó las bolsas.

- Traje algunas cosas para limpiar la casa y... -me miró fijamente por unos minutos los cuales hicieron que mi corazón latiera fuertemente-, te traje algo de ropa. Cambiáte, te esperaré en la recepción.

Y sin más, se dió la vuelta y salió de la habitación.

¿Ahora cuál era el problema? Me había quedado ahí a su lado después de lo que había confesado y no había huido como cualquier chica con suficiente cerebro haría, incluso le había dirigido la palabra como si nuestra conversación de ayer no hubiera existido, y él en cambio, me trata con frialdad y superioridad.

Segunda chanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora