Capítulo quince: si ella esta a salvo, todo estará bien

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Salí junto a ella del apartamento con mil pensamientos en la cabeza. Pensaba en un plan para rescatar a Emma pero Leyla no me dejaba muchas opciones. Nos iríamos en su auto, lo que me reducía las posibilidades de escape. Además de que no tenía ni idea a donde nos dirigíamos.

¿Estaría ella bien? Pensar que estuviera sola o con Gregor en algún lugar cautiva, me daban ganas de ahorcar a Leyla.

¿Cuál era el beneficio que ellos lograrían con tenerla secuestrada? Ella no tenía nada que ver con mis problemas con Gregor y Leyla, pero esta última se había empeñado en involucrarla. Y era lo que más me daba rabia.
Tomé el ascensor y bajamos hasta el estacionamiento. Allí había aparcado un deportivo rojo brillante que supuse era el auto de Leyla. Ella tomó el asiento detrás del volante y yo tomé el asiento contiguo.

— Te recuerdo que si escapas tu querida amante sufrirá las consecuencias—me advirtió tranquilamente poniendo la llave en el contacto.

— No me amenaces, pequeña. Estoy empezando a fastidiarme.

Ella rió secamente por unos segundos y giró la llave en el contacto haciendo que el motor rugiera silenciosamente. Nos pusimos en camino y yo traté de pensar en las formas que podía rescatar a Emma pero aún habían datos que tenía que saber, como por ejemplo, el lugar en donde la tenían. Aunque ver el lugar en la penumbra de la noche sería complicado. Pero estaba planeando un escape para cada pequeña probabilidad. No podía ni debía dejar a Emma pagar por mis pecados.

Mientras observaba el recorrido y planeaba los posibles escapes, Leyla dobló hacia una carretera poco iluminada para no decir que no lo estaba, y la recorrimos despacio. Parecía el camino hacia una fábrica abandonada. ¿Qué haríamos en aquel lugar? ¿Estaría Emma allí? ¿O me conducían a una trampa? Miles de pensamientos negativos cruzaron por mi cabeza y temí lo peor.

La sangre huyó de mi rostro y un enorme hueco en mi pecho y el alma amenazó con escapar de mi cuerpo.

— No pongas esa cara, Chris. Tu querida amante esta viva...—la miré con el rostro aún pálido. Ella estaciono el auto debajo de unos árboles en la penumbra y salió del interior, yo la seguí—. Apuesto que nos están esperando.

Ella tenía en su rostro una gran sonrisa. Yo me pregunté cómo alguien podía ser tan malvado sin motivo alguno, entonces volví a pensar en lo que le hice a Violeta y coincidí en que me merecía todas las cosas malas que me pasaban, pero lo único injusto era involucrar a alguien inocente y hacerle pagar por algo que no hizo. Además, había hecho lo que hice por amor. Quería que violeta y yo fuéramos felices, pero todo salió mal y todo se salió de control, ahora estaba pagando las consecuencias. ¿Pero por qué Emma? ¿Por qué ella?

Llegamos hasta una fábrica en ruinas, sólo un pequeño farol alumbraba un poco la entrada en donde había un enorme y desencajado pontón de metal. Leyla lo atravesó por una pequeña abertura, yo la seguí para no perderle el rastro mientras buscaba salidas alternativas, lo cual era un gran desafío ya que no había suficiente iluminación para rastrear con la vista el lugar. Por lo menos vi dónde había guardado Leyla las llaves de su auto, cosa que me sería muy útil en algún momento.

Dentro de la fábrica, las cosas eran peores de lo que me había imaginado. Había charcos de lodo por todas partes y no habían estructuras que pudieran mantenerse en pie, al contrario, amenazaban con desplomarse en cualquier momento. Leyla por su parte, sacó de su bolsillo una pequeña linterna y alumbró el camino.

— Por aquí —me guió hasta las profundidades de la propiedad y se detuvo frente un almacén deteriorado—, tu amante te está esperando.

Entré junto a ella por el pequeño agujero y la vi. Al fondo del enorme lugar había una bombilla que colgaba del techo e iluminaba pobremente el lugar en donde Emma y Gregor estaban. Ella estaba amarrada a una silla de madera y Gregor estaba demasiado cerca de ella. Podía escuchar sus voces y mi corazón palpitaba con fuerza al reconocer la suya, nunca había estado más feliz en mi vida. Ella estaba bien, atada en una posición visiblemente incomoda, pero bien. Y hasta ese momento, no pude ver si estaba herida o sangrando, pero me alegre de que estuviera viva.

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