Capitulo Once: El enfrentamiento

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- Venir a esconderte aquí fue algo muy inteligente, eres muy listo, Guerrero -comentó mirando hacia todas las direcciones observando la casa.

Me puse de pie de un salto y le di la cara.

Mi cerebro aún no encontraba la mejor opción para escoger. Seguía creyendo que aquello no estaba en verdad pasando. Gregor me miraba con una mezcla de excitación y curiosidad, tenía en sus manos el arma y usando la lógica, debía de estar cargada y lista para disparar. Si me disparaba, todo se acabaría en aquel preciso momento, pero si corría, de igual manera sus balas me alcanzarían. Además, Emma estaba en la otra habitación y si algo le sucedía a ella, no me lo perdonaría jamás.

- ¿Qué es lo que quieres? -pregunté con fuerza haciéndole ver que su presencia no me causaba ninguna impresión, pero por dentro... era un caso completamente diferente.

- Vine por dos cosas, hacerte todo el daño posible y... -dio unos cuantos pasos adentrándose en la sala apenas iluminada, parecía seguro de que me quedaría quieto y no intentaría nada arriesgado. ¡Qué equivocado estaba! Su nivel de arrogancia me daría cierta ventaja -, hacerle todo el daño posible a ella... también.

Apreté los dientes con rabia. ¡Ese mal nacido! Podía soportar que me hiciera lo que fuera, pero si le ponía un solo dedo a Emma, sería hombre muerto.

- Si le tocas un... -intenté amenazarle pero fui interrumpido por una puerta que se abrió y dejo ver a una Emma con el rostro rojo y las mejillas húmedas. Era claro que había estado llorando y me odié por ello durante una fracción de segundo. Y luego, todo aquello pasó de forma tan lenta que parecía la escena de una película de acción.

Gregor y yo nos miramos al mismo tiempo. Él me apuntó con su arma al momento que yo corría hacia Emma tratando de protegerla de las balas. Una de ellas pasó a centímetros de mi hombro derecho, pero logré esquivarla a penas. corrí con todas mis fuerzas con el único propósito de llegar hasta ella a tiempo. Gregor continuó disparando siguiéndome con la mira del arma pero en mi afán de sacar a Emma de su línea de tiros, logré evitar cada bala que salió de su pistola.

No tengo ni la más mínima idea de cómo lo logré, si fue la adrenalina o fueron mis rápidos reflejos pero logré alcanzarla y jalarla hasta el interior de la habitación, cerrando la puerta tras de mí. Ella estaba demasiado sorprendida como para reaccionar y la jalaba como si fuera una muñeca de trapo pero no hizo preguntas ni rechistó, simplemente se dejó guiar hasta una ventana que daba al patio trasero de la casa. La abrí lo más rápido posible , sin embargo, Gregor derrumbó de un sólo golpe la puerta y nos apuntó con su pistola. No nos dio tiempo a poder salir por la ventana, por lo que me coloqué delante de Emma para protegerla.

- No hay lugar a donde ir y ya me estoy hartando de tener que perseguirlos por toda la ciudad. Conseguir balas es bastante complicado como para desperdiciarlas en un idiota hijo de mami y una chiquilla estúpida. Vienen conmigo o los mato a ambos aquí y ahora. Ustedes deciden -nos apuntó primero a mí y luego a ella con la pistola y en sus ojos estaba reflejado la intención que tenía de cumplir su amenaza. Mientras que en mi cabeza seguía buscando la forma de poder escaparme del embrollo.

Se me agotaban las opciones. Sus balas nos alcanzaría en un abrir y cerrar de ojos, si intentaba escapar por la ventana. Valía la pena arriesgarme por Emma para que ella tuviera la oportunidad de salir, pero si Gregor me mataba, no tendría garantías de que no trataría de alcanzarla para terminar su trabajo.

¡Esa maldita de Leyla! Maldeciría el día que acepte su propuesta hasta el fin de mi existencia. Esa chica no tenía escrúpulos y de hecho, si hubiera sabido que enloquecería de aquella manera, nunca la hubiera provocado como lo hice la última vez que la vi. Dijo que me iba a arrepentir y era todo lo que hacía desde que Gregor nos empezó a atacar.

Segunda chanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora