Capítulo Veintiocho: El final de una larga pesadilla

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Pensaba en la mejor manera de hacerlo. Ya quería ver su rostro y escuchar la ansiada respuesta, pero según Lucía, tendría que esperar cuatro agobiantes días para poder hacerlo. No soportaría ni un día más pero tenía que hacerlo. Quería que todo fuera perfecto porque ella se lo merecía. Bastantes segundas oportunidades me había dado el destino como para errar una vez más y arruinarlo todo... de nuevo.

Emma me miraba intrigada. Ella sabía que algo me cruzaba por la mente, pero no tenía ni la menor idea de lo que era. 

- ¿Estás así por el juicio de Gregor? Con su testimonio en contra de Leyla, todo acabará pronto, estoy segura. 

- Me tiene sin cuidado lo que pueda o no pueda pasarle a esa desquiciada. Está en la cárcel por fin y Gregor, con tal de salvar su asqueroso pellejo, es capaz de vender su alma a Lucifer. Así que no me preocupa nada de lo que les pueda pasar a ambos.

- Entonces, ¿Qué es lo que ocupa toda tu mente y no te tiene tan tenso?

- No es algo de que tu tengas que preocuparte, así que no lo hagas -ella me dirigió una mirada molesta.

- Odio cuando actúas así -exclamó mirándome fijamente.

- Y yo odio cuando no haces lo que te pido. Amor, no es nada. En serio. Es que hay algunas cosas que debo resolver sobre mis inversiones y es algo que tengo que pensar muy bien.

- ¿Y si eso era, por qué no me lo dijiste hace unos días cuando te hice la misma pregunta?

- No lo sé -la verdad no lo sabía, la hubiera mantenido tranquila todo este tiempo.

Emma no era estúpida, ella sabía en su interior que no era eso lo que mantenía mi mente ocupada pero tampoco tenía ni la más remota idea de lo que en verdad me tenía distraído. Y en verdad, no sabía por cuanto tiempo más podía mantener el secreto. 

Pretendía que todo fuera muy romántico y especial porque Emma era así y se lo merecía. Pero me estaba costando mucho mantener el secreto. 

Lucía me había propuesto las más grandes y extravagantes opciones. Y aunque mi deseo era poder bajarle la luna y las estrellas a Emma, exagerar no era mi estilo. Así que habíamos quedado de acuerdo en algo elegante y sofisticado para la ocasión. Era la primera vez que le proponía matrimonio a alguien y sabía que era la primera vez de Emma también, no debía arruinarlo. Tendría que ser perfecto para ambos. Pero me estaba costando demasiado no mandar todo al demonio, sacar el anillo de su escondite y hacerle la pregunta ahí y en ese preciso momento. 

Pero me contuve, y continuamos desayunando en mi remodelado apartamento. Había comprado todo nuevo y Emma me había ayudado a escogerlo. A diferencia de la vez que había sido acompañado por Violeta, esta vez ordenamos y desempacamos todo juntos y luego habíamos estrenado el sofá haciendo algo más interesante. 

Después que desayunamos, fui a dejarla en la universidad y yo me dirigí a la empresa donde era inversionista. Discutí unos cuantos asuntos y decidí comprar unas cuantas acciones tomando en cuenta los consejos de mi abogado. Luego, me dirigí a casa de Violeta donde me esperaba ella y su hermana. 

- ¿Todo listo para el gran día? -preguntó Lucía con el rostro iluminado por la emoción.

- Todo listo, aunque esto de la espera no se me da muy bien. 

- No lo arruines -me amenazó Lucía.

- No lo haré. Quiero que todo me salga perfecto una vez en mi vida, para variar -me quedé mirando a Violeta quien estaba muy relajada en una silla en el jardín. Ambas estaban mirando revistas de decoraciones como si no tuvieran nada más interesante que hacer-. ¿Que hiciste con los gemelos? 

- Elliot los llevó a ver a su padre. Ahora el señor Federico no puede vivir una semana sin verlos -explicó Violeta tirando la revista a la pila que había a su lado.

- Estamos buscando ideas para redecorar la nueva casa -explicó Lucía al ver mi cara de confusión por las revistas.

- Compramos una casa más cerca de la ciudad. La casa del Lago la mantendremos para cuando Elliot tenga vacaciones.

- Me alegro por ustedes -mi voz sonó seca y apagada pero aun me molestaba un poco no ser parte de la felicidad de Violeta. Más por orgullo herido que por otro sentimiento-. Llamaré a todos de nuevo para ver qué tanto se pueden adelantar los planes.

- No seas ansioso, Chris. Cuatro días se pasarán volando además, tienes que asistir al juicio de Gregor y Leyla. Mañana puede pasar lo inesperado -dijo Violeta.

- No ocurrirá lo mismo que en mi juicio, Violeta. Ésta vez, son demasiados cargos en contra de esos dos como para que escapen de la justicia tan fácilmente. 

- Eso espero.

- ¿Estarás ahí? -le pregunté viendo que no estaba muy convencida de mis palabras.

- Ahí estaré, es que siento como si viviera un deja vú. Es algo muy extraño, pero sé que esta vez las cosas son muy diferentes. 

- Sí, lo son. Bueno, tengo que irme. Recogeré a Emma en la universidad e iremos juntos a comprar los ingredientes de la cena.

- De verdad, estoy muy feliz que hayas encontrado a alguien que te haga tan feliz -exclamó Violeta. 

- Hasta se te ve más maduro y mas guapo -intervino Lucía.

Yo sonreí. Emma me hacía feliz y todo lo que quería era que ella también lo fuera.

Me despedí de Lucía y Violeta y fui a hacer lo que tenía planeado para esa noche. Emma hacía mis días más felices y podía perfectamente imaginarme una vida junto a ella. Y aquella noche fue mucho más especial que las demás. Cocinamos juntos, bailamos al compás de la música que provenía de mi nuevo estéreo e hicimos el amor hasta que nos ganó el cansancio.

No quise darme espacio para pensar en el día siguiente, porque sabía que iba a ser el día más estresante de mi vida. Pero tarde o temprano tendría que enfrentarme a el. 

En la mañana, nos despertó el reloj despertador de mi mesa de noche. Mi cuerpo se tensó desde que entré en la ducha hasta que ambos estuvimos en el auto, listos para presenciar la última audiencia que le daría su merecido a Leyla y a Gregor. 

Estaba ansioso y enojado. Pero sabía que ya nada podía hacer. La justicia era la que se encargaría de  juzgar las acciones de aquel par y yo ya no podía hacer nada más que esperar su decisión rogándole al cielo para que Leyla obtuviera lo que se merecía. 

Estando en el Tribunal, mi abogado me aseguró que el fiscal había hecho todo lo necesario para que Leyla y su cómplice fueran sentenciados. Y se me cayó el alma a los pies al escuchar la sentencia.

- ... Este Tribunal declara a la señora Leyla Santander y al señor Gregor Martes culpables de todos los cargos que se les imputa y por ende, se le sentencia a la señora Leyla Santander a una condena de 30 años de prisión en la cárcel de máxima seguridad para mujeres. Y con respecto al señor Gregor Martes se le condena a 25 años de prisión en la carcel de máxima seguridad para hombres... - fue todo lo que pude escuchar. Antes y después de eso, mi mente estuvo en blanco. 

Sólo podía sentir alivio en mi pecho sabiendo que esos dos estarían en prisión por un largo, largo tiempo. Y que podría construir una vida larga y feliz con Emma.

Violeta me abrazó emocionada de que la pesadilla por fin había terminado. Saber que el juez no había tenido contemplaciones con Leyla y Gregor a pesar de todos los esfuerzos de su padre, fue algo que no me lo esperaba. Y pensar que hubiera podido terminar igual por haberme dejado llevar por las manipulaciones de Leyla y mi obsesión con Violeta.

Abracé a Emma con fuerza y la besé.

-Todo acabó. Ya estamos a salvo -la sentí en mis brazos temblar pero sabía que lo que decía era cierto. Y era tiempo de que nosotros fueramos felices. El final de aquella larga pesadilla por fin había llegado y solo quedaba luchar para hacer las cosas bien esta vez.


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