Capitulo Ocho: No se lo que quiero

637 49 7
                                    

Enredé mis dedos en su cabello y la atraje contra mi. Sus labios eran tan suaves y provocaban en mi tantas sensaciones que era fácil perderse en el beso. Su sabor era casi tan embriagante como el alcohol y quería más, pero ella se apartó, arrancando sus labios de los míos tan bruscamente que dolió pero me devolvió la cordura... Aunque no duró demasiado.

- ¿Qué haces? -preguntó confundida.

- Te beso -respondí simplemente, con unas ganas de volver a besarla que quemaban.

- ¿Volviste a beber?

- ¿Por qué todos preguntan lo mismo? No, no he bebido una gota de alcohol, solo quiero besarte y ya.

- No puedes -me miró con decisión brillando en sus ojos-. Esto no es lo que quieres, Chris. No es a mi a quien quieres besar.

- Eso no lo sabes - me acerqué a ella y acerqué nuestros rostro. Solo un centímetro más y nuestros labios se volverían a tocar.

- ¿Estabas con ella, verdad? -clavó sus brillantes ojos azules en los míos.

Preguntaba si estaba con Violeta... Con Violeta.

Tragué saliva con fuerza y me alejé de ella, sabía que me estaba delatando pero no me importaba mucho.  El recuerdo de Violeta aún seguía presente en mi mente.

Escuché a Emma dejarse caer sobre la cama y suspirar profundamente, pero al mantenerme de espaldas a ella, no podía ver la expresión de su rostro y menos, descifrar lo que estaba pensando.

- Por eso estás así, porque la viste. Chris tu... -dijo rompiendo el silencio pero yo la detuve.

- Yo nada. Tú no sabes lo que quiero y no existen maneras de que puedas hacerlo porque tampoco yo sé lo que quiero. La veo a ella y quisiera que todo hubiera sido diferente, luego te veo a ti y lo único que pienso es en lo bien que se siente besarte -me volví para verla. Estaba sentada en una esquina de la cama con el cabello revuelto y los labios rojos, solo quería volverla a besar-. Pero eres solo una distracción y estoy consiente de ello, al igual que lo es el alcohol o Leyla durante un tiempo, eres una distracción.

- ¡Eres un idiota! -le levantó enojada de la cama y empezó a gritarme-. ¡Pues no te acerques, no me toques, no me beses y por supuesto, no me hables!

Intentó salir de la habitación pero la detuve.

- ¡Suéltame, no me toques! -se deshizo de mi contacto-. Estoy cansada de esto, Chris. Me mantuve a tu lado porque éramos los mejores amigos y pensé por un instante, que podíamos volver a serlo. Pero te has empeñado en confundirme y jugar con mis sentimientos, y ya estoy harta. Quiero irme a casa mañana.

- No te irás -respondí sin inmutarme.

- No vas a impedírmelo -me desafió.

- No te irás -repetí.

- Obsérvame -se volvió y buscó su bolso, buscó en él la ropa que había tenido ayer y se saco el pijama por la cabeza, dejándome ver su cuerpo entero en ropa interior. Mi cuerpo reaccionó al instante como una ola que empezó en mi pecho y se extendió haciendo que me excitara.

Era hipnótico. Su piel pálida contra la ropa interior oscura, su cabello alborotado y esparcido por su espalda y la tentación de tocarla era más fuerte que antes, pero no me resistí. No me detuve a pensar que estaba mal o que ella no lo merecía, ni siquiera pensé en que si la tocaba no había vuelta atrás. Emma no había estado con alguien de la manera en que yo quería estar con ella, estaba enojada y no había pensado en que estaba enseñando más de lo debido pero, ¿cómo resistirse si estaba a un paso de mí?  Y solo tenía que extender mi mano para tocarla. Así que lo hice.

Segunda chanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora