Capítulo Diecisiete: el principe en apuros

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— ¡Acelere o ella nos volcará! —le exigí a la señora que me había rescatado.

— ¿Quién es? —preguntó asustada mientras pisaba más el acelerador.

— Es mi secuestradora...

Mire hacia atrás una vez más y la luz de los faroles me dejó ver el rostro endemoniado de Leyla. En ella se veía la determinación y sabía que su intención era matarnos. ¿No se cansaba nunca?

Tenía miedo por la señora que me había ayudado, ella simplemente me había auxiliado y en cambio le causaba muchos problemas. Pero no era mi culpa, Leyla era quien no sabía cuándo rendirse.

Leyla logró alcanzarnos una vez más y nos golpeó por la parte trasera con un poco más de fuerza. La señora casi pierde el control del auto y fue entonces cuando me asusté mucho. Ella no se rendiría hasta verme muerta porque si llegaba hasta el departamento de policía, ella tendría la seguridad de que iría a la cárcel. Las heridas y el aspecto que tenía serían suficientes para levantar cargos en su contra. Por eso, ella no permitiría que yo escapara, sin embargo, yo tampoco permitiría que ella se saliera con la suya.

Busqué dentro del auto algo que pudiera utilizar para distraer a Leyla. Encontré comida en la parte trasera que la señora había comprado y se me ocurrió una brillante idea.

— Si le lanzó uno de estos huevos podremos librarnos de ella. ¿Puedo? Prometo reponerlos después.

— Haz lo que tengas que hacer, nuestras vidas valen más que esos huevos.

Sin perder un minuto, baje la ventanilla de mi lado del asiento y me preparé para lanzarle las municiones. La adrenalina que corría por mi cuerpo en aquellos momentos me ayudó a planearlo todo en apenas unos segundos. Estaba lista, saqué mi cabeza por la ventanilla  y como pude lancé el primer huevo el cual se impactó contra el capote del auto.

No iba a desesperarme, aún podía impactar el parabrisas. Eso la detendría por el tiempo necesario para llegar al departamento de policía. Agarré otro huevo y lo lancé con más fuerzas, este se estrelló justo donde quería esparciéndose por todo el cristal. Leyla en un intento desesperado por librarse del viscoso líquido que obstruía su visión, accionó el limpia brisas. Muy mala idea.

El limpia brisas esparció todo el contenido del huevo por el cristal haciendo casi nula la visión de Leyla. La vi disminuir la velocidad y tratar de estacionarse. Eso la mantendría ocupada por un rato. 

— ¡Esa fue una gran idea! —me felicitó la señora cuando volví a mi asiento.

— Hubiera sido más increíble si le hubiera rodeado agua, entonces sería imposible para ella poder ver algo.

— Ya casi llegamos al departamento.

Mi corazón dio un vuelvo. Con todo el jaleo de Leyla no me había acordado de que tenía que ir a por ayuda para Chris. ¿Estaría bien? ¿Pudo escapar de Gregor o lo habían capturado? Me rehusaba a pensar cosas peores y me animé a pensar positivamente. Todo estaría bien y Chris recibiría ayuda. Solo esperaba que la Policia actuará rápido y no llegará tarde como siempre.

***

— ¿Crees que porque tu amiga escapó estará a salvo de mi? —bufó Gregor quitándose el destornillador que aún tenía incrustado en el hombro—. Te mataré y luego la cazaré hasta donde sea que se esconda, jugaré con ella hasta cansarme y luego se irá a encontrarse contigo en el otro mundo.

Yo no dije nada, mi cerebro planeaba mi siguiente movimiento. El cuerpo me dolía a más no poder y en mis venas fluía la adrenalina, pero eso no duraría para siempre. Primero tendría que derribar a este enorme imbécil con músculos y luego, me preocuparía por todo lo demás: Leyla y Emma, mis heridas y la forma de salir de aquel lugar desolado.

Segunda chanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora