Epílogo

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- ¿Qué? ¿Viniste a cerciorarte de que me estuvieran tratando bien? -pregunté tras sentarme frente al cristal y ver a mi padre del otro lado de la ventanilla.

- Es lo único que puedo hacer.

- ¡No! -golpeé mi mano contra el cristal a lo que el guardia se abalanzó sobre mí haciendome sentar en la dura silla a la fuerza-. Tienes que sacarme de aquí. Esto es el infierno. No puedo dormir porque pienso que me matarán o me violarán. Aqui no estoy segura, papá.

- Esto es lo que tú te haz buscado. Yo intenté dártelo todo para que fueras una mujer poderosa al igual que yo. Te crié a mi imagen pensando que seguirías mis pasos y mira. Estás en la cárcel. Haz manchado nuestro apellido de la manera más sucia posible, ahora vive con las consecuencias. 

- ¿Me dejarás aquí? ¿Me dejarás en este infierno? -le grité.

- Hasta que aprendas la lección. Fuiste mi orgullo, Leyla. Ahora, me temo que alguien más ocupará ese puesto.

Reí con sarcasmo apartando las lágrimas de mis ojos.

- ¿Hablas de tu pequeño bastardo? ¡Él será mucho peor que yo, de eso me aseguraré aunque sea lo último que haga. Nadie será feliz mientras yo sufro este infierno! -grité.

- Debí encerrarte en aquella clínica cuando me lo sugirieron, quizás hoy no estarías tan desquiciada. 

- Todos ustedes me las pagarán. ¡Todos! Los haré sufrir hasta que me supliquen por piedad. ¡No te vayas! ¡TE ESTOY HABLANDO! ¡NO ME DES LA ESPALDA! ¡PAPÁ! ¡PAPÁ! 

Él no miró hacia atrás y me dejó allí encerrada en aquella inmunda cárcel. Pero me las pagaría, él, su bastardo, Chris y aquella estúpida, incluso Violeta y Elliot. Tenía mucho tiempo para planearlo y aquél bastardo me ayudaría.

Todos me las pagarían con creces. TODOS.

Segunda chanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora