Capítulo Trece: Atrapados

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Enfurecí. Se supone que nos mantendríamos en aquel lugar hasta estar seguros de lo que íbamos a hacer y ella tomó la decisión de irse. Esto no podía estar pasándome a mí.

Si Leyla descubría dónde Emma vivía y la encontraba, se acabaría todo. Solo Dios sabría lo que le harían. Pero yo no podía ser tan cobarde como para dejarla en manos de esos locos.

Arrugué el papel en mis dedos y le pedí al recepcionista que cancelara todo. Fui por mis cosas a la habitación y salí del hotel después de asegurarme que todo estaba listo. Subí a mi auto y me dispuse a conducir a casa. Estaba tan enojado con Emma que mis nudillos estaban blancos a causa de aferrarme fuertemente al volante. Tenía planeado mantenerla a salvo, asegurarle que donde estábamos estaríamos bien, pero ella había insistido en volver y no pude quitarle esa idea de la cabeza. Y ahora, estaba de camino a las garras del enemigo y yo detrás de ella para intentar salvarla.

Bien sabía que no era el héroe. Era una especie de villano reivindicado y no estaba seguro de qué hacer. Me venía a la mente lo que debió haber sentido Elliot cuando secuestré a Violeta y me ponía en su lugar. El miedo y la desesperación que sentía no eran sentimientos agradables. De hecho, me enfurecía saber que pude haber detenido todo aquello y que no pude. Si desde un principio hubiera aceptado la decisión de Violeta, todo este caos y sufrimiento no existiría. Quizás, a esas alturas de juego, lo hubiera superado, no me hubiera reencontrado con Emma y todos estaríamos a salvo en la comodidad de nuestras casas.

Pero no, tuve que enloquecer, querer a Violeta a mi lado a como de lugar, aliarme con las personas equivocadas y ser demasiado egocéntrico y altanero para hacer enemigos en lugares peligros. Y ahora estábamos inocentes y culpables pagando todos por el mismo precio, lo peor era que todo fue mi culpa y eso me estaba carcomiendo.

Fue un largo camino de vuelta a mi apartamento. Tuve suficiente tiempo para pensar, maldecir y arrepentirme lo suficiente como para jurarme a mí mismo no volver a cometer un error más en mi vida. Estaba decidido a hacer las cosas bien si sobrevivía a todo aquel problema y si no, pues por lo menos mi conciencia no estaría tan sucia.

Estaba de noche cuando llegué a mi apartamento. Los agujeros de balas, todas mis cosas revueltas en el suelo, la evidencia de que la policía estuvo allí, y la puerta y ventanas abiertas.

Entré despacio evitando el montón de cosas que estaban en el suelo. Encendí un par de lámparas para iluminar el lugar que estaba en penumbras y me di un susto de muerte al encontrar a Leyla en mi sofá esperándome

- Sabría que volverías en cualquier momento -afirmó con una sonrisa de satisfacción plasmada en su rostro. Ella tenía su largo cabello rubio dorado sujeto en una alta cola y vestía todo de negro. Sus ojos me devolvieron la mirada con autosuficiencia plasmada en ellos-. Dudé por un momento si ibas a venir o no, pero pensé que no eres tan cobarde como para abandonar a tu amante. ¡Ah! ¡Por cierto! Casi se desmaya cuando nos vio en su apartamento, la muy estúpida quiso correr pero Gregor pudo alcanzarla. No te preocupes, ella esta bien... por ahora.

Pude sentir la sangre huir de mi rostro y el pánico apoderarse de mí. Lo que más temí ya había sucedido y no pude hacer nada para evitarlo.

- ¿No dirás nada? ¿O estás muy sorprendido para hablar? Verás, Chris. Me subestimaste, creíste que no podría dañarte y te equivocaste. El dinero puede comprarlo todo y tú humillaste a la persona equivocada. Te escogí sobre Elliot y aún así te conformaste con alguien más y está bien. Pude entender que era mucho para ti pero no debiste tratarme como lo hiciste.

Yo no podía moverme ni hablar. Sólo podía quedarme allí observarla tener su momento de gloria y lo peor era que no podía hacerle nada. Si lo hacía, la vida de Emma correría peligro una vez más y esa vez no estaría cerca para impedirlo. Tenía que verla, saber que en verdad estaba bien. Asegurarme que Gregor no la había lastimado porque si no, no me importaría matarlos a todos.

- ¿En dónde la tienes? -pregunté muy lentamente fulminándola con la mirada.

- ¿A tu amante? No te preocupes, Chris. Te llevaré junto a ella, Gregor y yo les tenemos preparada una hermosa sorpresa.

- Si la lastiman yo...

- ¡No harás nada! Te quedarás sentado viendo cómo la lastimamos sin que puedas hacer nada. Te lo dije, Chris. Te advertí que nunca me hicieras daño porque te arrepentirías pero estabas muy borracho para entender y lo hiciste. Me humillaste y me maltrataste, ahora sufre las consecuencias. Y tienes suerte de que no hubiera ido a por Violeta y sus hijitos. Pero no importa, ¿verdad? Ya la olvidaste.

Me miró con rabia y pude ver el rencor en sus ojos. Leyla no estaba bien de la cabeza y eso se podía ver a kilómetros


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