Capítulo Veintiseis: El desenlace.

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MI cabeza golpeó el asiento trasero de un auto y con aquel golpe, pude despertar a medias del sueño inducido por Leyla. Todavía me sentía adormecido pero trataba con todas mis fuerzas de enfocarme en saber en dónde estábamos y hacia dónde nos dirigíamos. Fue extremadamente difícil, sólo podía escuchar fragmentos de una conversación y no podía ver nada.

Mis manos estaban atadas con sogas y estaba colocado en el asiento trasero como si fuera un bulto pesado. A pesar de mi aturdimiento, pude entender un poco lo que Leyla y Lucien estaban discutiendo.

— ... imposible que se escape. Es una droga muy potente —dijo Lucien quien estaba tras el volante.

— No te pago para que pienses, te pago para que hagas lo que quiero que hagas.

— Por si no te haz dado cuenta, princesa. Yo estoy en esto tanto como tú, seré cómplice de un asesinato.

— No, tú seras el asesino, idiota. Ya lo habíamos acordado.

— Pensé que querías matarlo tú —poco a poco iba siendo más consciente y recuperando mis fuerzas. Intenté zafarme de mis ataduras e impresionantemente, no estaban tan bien sujetas como yo pensaba. Sin embargo, todavía no tenía las suficientes fuerzas para poder deshacerme de ellas. Decidí esperar a que el efecto de la droga se pasara un poco más para intentarlo de nuevo.

— No voy a mancharme las manos con sangre, para eso te pagaré muy bien. Después podré desaparecer de este estúpido país a donde no puedan encontrarme nunca.

— ¿Y qué haremos con el cadáver? —inquirió Lucien confundido mirando por un momento a Leyla a la cara.

— Lo enterraremos en un lugar donde nadie pueda encontrarlo —mostró una sonrisa de satisfacción que me hizo erizar la piel. Aún estaba débil y debía guardar fuerzas para lo que sea que tuviera que hacer. No iba a morir sin antes luchar...

***

9:57 A.M.

Aparqué frente al departamento de policía. Después de haber llamado a casa de Violeta e informado a Elliot de la nueva locura que había atravesado la mente de Leyla, decidí pasar por la Policia para hacer las cosas bien desde el principio.

Cuando entré, reconocí el rostro del Oficial Báez, uno de los oficiales que me detuvieron cuando había secuestrado a Violeta y que ahora estaba a cargo de la captura de Leyla.

— ¡Señor Guerrero! ¿Qué podemos hacer por usted? —preguntó dándome una palmada en el hombro y mostrando una enorme sonrisa. Siempre había tenido la sensación de que él sabía que yo me había arrepentido de mi crimen.

— Tengo noticias de Leyla —le extendí la nota. El la tomó sorprendido y la leyó con el rostro queda. Luego de que la leyó y vio lo que estaba escrito en el reverso, me miró estupefacto—. No quiero ser tan estúpido de entrar ahí sin un plan B.

— ¿Está consciente de que si asiste, estará caminando hacia una posible ejecución?

— Si es lo que hace falta para que la atrapen y deje de cometer crímenes, lo haré. Además, ella dijo que no llevará policías al lugar, pero eso no quiere decir que la Policia no puede seguirla. En dado caso que no me ejecute, pueden detenerla si escapa.

— No entiendo lo que quiere hacer, señor Guerrero.

— Quiero que me coloquen uno de sus equipos rastreadores. Ella tendrá que deshacerse de mí cadáver o me llevará consigo si decide moverse de lugar, y si creo que es tan lista como yo pienso, se moverá.

— ¿Y si se mueve sin usted? No podemos arriesgarnos, simplemente iremos allá y la atraparemos.

— Ustedes no entienden, ella es una persona que maneja mucho flujo de dinero, puede comprarse una pandilla de delincuentes si es su voluntad h yo no voy a arriesgarme a que vaya a por Emma o a por Violeta y sus hijos. Confíe en mí, mande a una patrulla para que vigile el lugar y puedan perseguirla cuando intente huir. Creerá que la han reconocido y que es por eso que la persiguen. Así todos los demás estarán a salvo. Pero tiene que parecer que ha sido reconocida por casualidad, sino, lo que ocurra será solo responsabilidad de ustedes.

— Está bien, lo consultaré con mis superiores. Si ellos aceptan su plan, lo ejecutaremos.

— Yo no tengo tiempo, Oficial. Ahora mismo iré a encontrarme con ella, es mejor no hacerla enojar. Enojada es más peligrosa —di la vuelta para marcharme cuando el oficial Báez habló.

— ¡Abraham! Tú y Johnson irán a esta dirección y aguardarán por información. Darán un informe de lo que se mueva en el lugar y le pondremos al tanto del operativo en el camino. Es crucial que la fugitiva no los vean, manéjense con cuidado. Señor Guerrero, haremos todo lo posible por seguir el plan. Pero todo podría pasar, aun debo ser autorizado pero roguemos a Dios para que así sea. Espero que pueda cuidarse al exponerse de esta manera.

— Lo haré, escapé de ella y de Gregor muchas veces. Esto será pan comido...

***

4:20 P.M

Vi las luces parpadeante color azul y rojo pasar en sentido contrario junto a nosotros, y mi corazón se aceleró. ¡El oficial Báez era un genio! Ahora sólo faltaba a que la patrulla se devolviera a perseguirnos y sería mi señal para atacar a Leyla y a Lucien.

Si lograba que se estrellaran contra algo, todo acabaría y aunque saldría lastimado por el impacto. Las cosas no saldrían peor de lo que sabía que podían ponerse, así que era crucial escoger el momento oportuno para provocar el golpe.

Tal como pensé, el sonido de la sirena se encendió y la patrulla dio media vuelta para empezar una persecución hacia Leyla quien se volvió para ver lo que yo ya sabía iba a ocurrir. No había estado tan seguro de que ellos pudieran ayudarme así que había buscado en mi mente mil maneras de apañármelas por mi cuenta. Después de todo, ellos eran el plan B y al parecer, todo estaba llenado de la mejor manera posible.

— ¡Qué demonios! ¡Eres un idiota! Haz llamado la atención de la Policia. ¡Sigue conduciendo y no te detengas! ¡Acelera, qué esperas! ¡Piérdelos! —gritaba Leyla desesperadamente. Tenía el rostro pálido y podía ver cómo su cabecita rubia unía las piezas del engranaje para idear otro plan y perder a la Policia. Lucien, por otra parte, estaba tenso al volante, lo apretaba tanto que sus nudillos estaban blancos.

Pronto a la primera patrulla se le sumó otras y los tres autos corrían por la autopista a toda velocidad. Debía prepararme para el imparto y buscar la manera de hacer que no fuera tan brusco. Si lo hacía sin el cuidado suficiente, podíamos estrellarnos con los laterales de la autopista y el impacto podría ser mortal.

Por fin vi la oportunidad y me lancé sobre Lucien. Leyla gritó por la sorpresa del momento, pero intentó apartarme de Lucien quien luchaba para mantener el control del auto. Era justo lo que quería. Con el repentino agarre que le hice a sus brazos, el instinto de Lucien no tuvo otra opción que hacer que frena e intentara recuperar el control. Aunque Leyla lo estaba haciendo más difícil, Lucien disminuía la velocidad haciendo zigzaguear el auto y tratando de volver a tener su control. Mientras yo, intentaba que el auto se estrellara y se detuviera por completo. Pero lo único que logré fue que Lucien perdiera el control del auto y este diera se estampara contra un contén haciendo que se volcara.

Dimos un par de vueltas sobre el duro pavimento hasta que el auto se deslizó sobre el techo varios metros.

Podría sentir las heridas causadas por el impacto y los pedazos de cristal rotos que sabía se habían incrustado en mi cuerpo. Tenía el rostro cubierto de sangre y no podía distinguir qué parte de mi cuerpo me dolía más.

Esta había sido una muy mala idea y ahora lo veía.

Lucien con el impacto y por no llevar cinturón de seguridad, estaba casi inerte y cubierto de sangre. Leyla tenía el cabello y el rostro cubierto de sangre, pero de los tres, ella era la que estaba en mejores condiciones. La bolsa de aire la había salvado del impacto y parte de las volteretas.

Escuché a las patrullas acercarse y tres oficiales integraron esparcieron los escombros para llegar hasta nosotros. Solo pude extenderle la mano a uno de ellos antes de perder el conocimiento.

Segunda chanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora