Capítulo 2

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EL VALS DE LA MUERTE

Miré el enorme anillo que adornaba mi dedo anular, combinaba a la perfección con mi vestido. Madre lo había lucido tan orgullosa. Era una reliquia familiar que había pasado de generación en generación. Pensar en tener que volvérmelo a quitar me llenó de inquietud. Debía pasar a manos de la nueva esposa de Thomas. Lugar que nunca podría ocupar yo, pues la costumbres de nuestra sociedad no veían con buenos ojos que dos hermanos se amaran de la manera en que nosotros lo hacíamos.

-Luces radiante- Thomas se acercó a mí y me dio un cálido beso en la mejilla. Me giré para atrapar sus labios entre los míos. Quería aprovechar lo máximo posible de nuestro tiempo a solas. Pronto se acabaría.

Cada beso suyo era más adictivo que el anterior. Él poseía la magia de hacerme vibrar con un mínimo roce.

-Dilo de nuevo- susurré sobre sus labios.

-No hace falta- respondió el de la misma manera.

-Necesito oírlo- insistí aferrándome a la solapa de su traje.

-Te amo y te juro que nunca amaré a ninguna mujer que no seas tú.

Nos tumbamos sobre la cama. La pasión se desbordaba cada vez que nuestros cuerpos se tocaban. Sentir su aliento golpeando mi rostro, era la sensación más exquisita que podía sentir.

Rápidamente introduje mi mano entre sus pantalones. Sentirlo tan excitado por mí, me llenaba de gozo...

Él mordía mis labios y yo los suyos.

El sonido de puerta nos hizo parar. Alguien tocaba.

-¿Si? -pregunté a tientas.

-Señorita Sharpe. Un automóvil los espera a usted y a su hermano en la entrada- la voz de un caballero anunció.

-Muchísimas gracias. Saldremos enseguida-respondí.

Nos levantamos con prisa y adecentamos nuestros ropajes. Por un momento habíamos olvidado que teníamos que cumplir con el compromiso de asistir al baile que la Sra. McMichael había preparado para agasajar al "pretendiente" de su hija. Sonreí ante la idea de saber que los McMichael se llevarían una gran decepción. En ese instante comprendí que era mejor cortejar a una jovencita cuyo único familiar era su padre, en vez de una que además de una madre impertinente y parlanchina, también tenía un apuesto hermano. Sería más fácil eliminar a dos personas en vez de tres.

-Adelántate. Yo llegaré luego- dijo Thomas mientras se arreglaba su corbatín.

-¿A dónde iras?

-A asegurarme que nuestra querida Edith Cushing asista al baile.

Thomas salió rápidamente de mi habitación.

Un mal presentimiento se apoderó de mí.

*****

La noche había transcurrido entre conversaciones banales y sonrisas falsas por parte de todas las damas de la alta sociedad de Búfalo. Todas lucían a la última moda de París, mientras mi vestido recibía miles de halagos por parte de damas y caballeros. Yo me había decido por lucir recatada y elegante, al contrario de las demás mujeres, que lucían sus hombros al descubierto.

Alan McMichael me tenía mareada con sus preguntas. No paraba de preguntar por mi hermano, a lo cual yo respondía una y otra que él llegaría en cualquier momento. Gracias a su madre y a su petición de que tocara el piano, pude escabullirme de tan tedioso interrogatorio.

® Vicios Oscuros (Completa) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora