Capítulo 20 - FINAL ALTERNATIVO

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AMOR MIO.

—Amor mío.

Un dulce susurro me recordó que aún estaba viva, aunque estaba al borde del desmayo. Había perdido mucha sangre y la hemorragia se negaba a parar. Traté de levantarme de mi cama, pero las fuerzas habían abandonado mi cuerpo. Sabía que Thomas había entrado en la habitación, pero no lo veía. Mi habitación era un caos completo. Miré el suelo y vi mi bella colección de raros especímenes esparcida por todas partes. Cristales rotos y cadáveres secos de mis tantas criaturas, yacían sobre el polvoriento piso.

Oí los pasos de mi amado. Mi dulce niño. Quería correr a su lado, hundirme entre sus brazos. Me sentía vulnerable, al borde de las lágrimas. Solo él podía aliviar el dolor de mi alma.

En el momento que logré ponerme de pie para acercarme a Thomas, la decepción me golpeó con la fuerza de mil tornados. Me negué a creer lo que veían mis ojos y me aferré a la probabilidad de que tal vez, no era lo que yo pensaba. Sin embargo, si era lo que yo pensaba. Thomas había lanzado los documentos que Edith había firmado y que nos hacían dueños y señores de la fortuna Cushing, al fuego. Había decidido traicionarme, a mí, quien había dedicado mi vida a él, que había asesinado y aguantado tantas cosas en silencio, por él, porque él era mi luz. En medio de la oscuridad de mi alma, él era lo único hermoso que tenía en la vida.

—¿Qué demonios estás haciendo? —pregunté sintiendo que el corazón se me saldría por la boca. Me tambaleé.

—¡Oh por Dios, Lucille! Estás herida —Thomas corrió para sujetarme y evitar que me colapsara sobre el suelo.

—Los quemaste —balbuceé sin poder dejar de mirar como los papeles se convertían en cenizas. Lagrimas corrieron por mi rostro—. ¿Qué significa eso? —lo miré y pude percibir que había arrepentimiento en sus ojos.

—No quiero seguir haciéndolo. Me niego a matar—respondió él.

—¿Después de todo lo que he hecho por ti? —mi llanto era incontrolable. Por primera vez en mi vida, me mostré frágil ante sus ojos.

—Amor mío —susurró—. Esto no está bien. Podemos irnos, Lucille. Irnos de Allerdale Hall. Irnos muy lejos —sus suaves manos me sujetaron el rostro.

—¿Irnos? —repetí, tratando de entender sus palabras.

—Sí —insistió—. Piénsalo. Tenemos dinero suficiente. Podemos empezar una vida nueva. Lejos de todo esto, de esta locura.

—¿Dónde? ¿A dónde iríamos? —una chispa de esperanza se vislumbró en lo más profundo de mí ser. ¿Acaso habría perdón para todas las atrocidades que había cometido? ¿Había alguna clase de redención para mí, quien cegada por el amor, había matado y engañado a tantas mujeres inocentes?

—A donde sea, pero lejos de aquí —indicó Thomas. El brillo de sus ojos volvía a estar allí, en su mirada hermosa. —Dejemos que el apellido Sharpe muera con las minas. Que este edificio se hunda bajo tierra. Tantos años sosteniendo estas paredes podridas y esos horrorosos recuerdos del pasado. Seríamos libres, Lucille. Libres de esto.

—¿Me amas? —necesitaba asegurarme de eso. Él me miró fijamente y algunas lágrimas se asomaron de sus ojos.

—Te amo con toda mi alma y me pesa, pues está mal. Nuestro amor nunca será bien visto frente a la sociedad...

—Pero, si nos vamos lejos... podríamos ser tú y yo. Sin nadie que nos juzgue —lo interrumpí. La esperanza creció en mí—. ¿Y qué haremos con ella? ¿Con Edith? No podemos dejarla ir. Contaría todo y seriamos perseguidos hasta el fin de nuestros días.

® Vicios Oscuros (Completa) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora