THOMAS SIGUE SIENDO MIO.
—Acompáñame, quiero enseñarte algo— dije con dulzura fingida. Edith tenía la mirada perdida sobre el retrato de madre, parecía estar muy aturdida. —Sígueme.
Por fin ella despegó sus ojos del cuadro y me miró a mí. Aunque me costara reconocerlo, los ojos de Edith poseían cierto atisbo de belleza única. Belleza. Algo que no estaba permitido en casa, donde todo se podría y moría lentamente sin poder evitarlo.
Caminé directo hacia la biblioteca de la mansión. Uno de los pocos lugares que aún seguían siendo mágico para mi, pues entre sus paredes había pasado gran parte de mi vida, inmersa en mundos de fantasía, romance y terror. También era el lugar donde albergaba mi colección de especímenes. Bichos de todos tipos, fascinantes y únicos.
—He leído todos los libros que he encontrado. Sobre todo los de entomología— le indiqué con tono presuntuoso. Si había algo de lo que estaba orgullosa, era de mi recopilación.
—Insectos —Edith simuló emoción aunque era notable su incomodidad.
—Insectos, sí. Jean Henri Fabre. No hay nada azaroso sobre los insectos. Y lo admiro. Hacen lo que es necesario para asegurar su supervivencia. Incluso su belleza o gracia sirven para preservar su especie.
Dibujé una media sonrisa en mi rostro, mientras mis pensamientos hablaban:
Como tú. Hermosa y frágil, pero en una mansión repleta de polillas y moscas... tu belleza esta fuera de lugar. Serás el alimento de las polillas. Con gusto, yo seré la polilla que te devorará. Tiempo al tiempo.
—¿Todos éstos libros son tuyos? —su pregunta me sacó de mi ensimismamiento.
—La mayoría eran de madre— me di la vuelta y subí las escalerillas que nos llevarían a la mezzanina. Me acerqué al viejo escritorio que había pertenecido a madre, donde guardaba el escandaloso libro que había comprado en uno de sus viajes a Francia y que ilusamente había pensado que le ayudaría a agregarle algo de pasión a las relaciones sexuales con padre. Ciertamente, eso nunca sucedió —¿Sabes lo que es una ilustración al canto? — Edith sacudió la cabeza en negación. Introduje la pequeña llave en la cerradura y abrí la gaveta secreta. Saqué un pequeño libro y me viré hacia ella —Son imágenes ocultas en el canto de un libro, disimuladas con cautela para aparentar ser patrones hasta que doblas las páginas para...
Al doblar las puntas de las páginas, una imagen de una pareja asiática realizándose actos sexuales el uno al otro se mostró. Noté que Edith se ruborizaba y apartaba la mirada.
—¡Vaya! ¿Todos los libros son...?
—A estas alturas ya no te sorprenderá—la interrumpí —Ahora que Thomas y tú...
Pude sentir que mi corazón se detenía. Pensar en que Thomas la había hecho su mujer me revolvió el estomago. Aunque él había prometido no hacerlo, era hombre y como tal, era propenso a caer en las tentaciones...
No, Lucille. No lo hagas. No te lances encima de ella con intenciones de estrangularla. Tuve que auto convencerme de no asesinarla allí en ese mismo instante. No sin haber firmado los papeles antes.
Edith sacudió la cabeza y se puso de pie rápidamente.
—No, no. Ha sido muy respetuoso con mi luto. No ha ocurrido nada. Incluso viajamos en camarotes separados.
Era lo más hermoso que había podido oír. Tal aseveración me devolvió la paz de un solo golpe.
—Qué considerado —respondí pausadamente— Bueno, querida, con el tiempo todo volverá a la normalidad.
Sí, todo será normal muy pronto. Tú, una virgen más. Muerta. Mientras Thomas y yo disfrutamos de los frutos de nuestro enorme sacrificio.
Me puse de pie y me encaminé hacia la puerta de biblioteca, Edith hizo lo mismo. Al salir, nuestros caminos se separaron. Ella subió las escaleras y se dirigió a "su habitación". Yo me senté nuevamente frente al piano. Celebré la pequeña victoria secreta...
...Thomas seguía siendo mío.
*****
—Eres un monstruo...
El susurro del fantasma de mi madre me hizo girar de golpe. Estaba desnuda, de espalda al espejo. Viré lentamente mi cabeza y miré por sobre mi hombro. Eran las cicatrices del pasado las que se reflejaban. Las que estaban marcadas en mi piel.
—No más monstruo que tu, que permitiste esto. Que dejaste que él me tocara— Dije con rencor a la silueta fantasmagórica que se disipaba.
La puerta de mi alcoba se abrió. Sujeté la vaporosa bata de seda que había sobre mi cama y en cuanto iba a ponérmela...
—Ssshhh.
Un par de varoniles y níveas manos me rodearon la cintura. Sus labios besaron mi cuello y recorrieron mi nuca hasta llegar a mi omoplato derecho. Allí se detuvo y besó con total entrega, luego la siguiente cicatriz, la otra y la ultima. Cuatro besos que eran dados con total devoción. La devoción de mi amado Thomas.
—¿Y ella? —pregunté en un susurro.
—Duerme profundamente— contestó él acunando mis senos entre sus manos.
La bata cayó al suelo.
—¿Y si se despierta? —inquirí.
—No lo hará— me aseguró.
—¿Qué estás haciendo?
Sabía perfectamente que era lo que estaba haciendo Thomas, sin embargo necesitaba oírlo.
—Amándote— susurró para luego morder el lóbulo de mi oreja lentamente— Te necesito.
—¿Tanto o más de lo que yo te necesito a ti? —hablé mientras me giraba y rodeaba su cuello con mis brazos.
—Demuéstrame cuanto me necesitas— pidió Thomas.
Me puse de rodillas frente a él sin quitar mis ojos de los suyos. Con sutileza me deshice de su pantalón y demás prendas. Me relamí los labios al recordar su sabor. Sujeté su atenta erección con mi mano derecha y lo masajeé de arriba hacia abajo. Él gimió. Igual que lo hacía siempre. Sujetó mi cabeza con sus dos manos y enterró sus dedos entre mi cabello a la vez que yo deslizaba su hombría por mi boca.
—Sí, así.
Él guiaba mi cabeza y controlaba la velocidad de las estocadas. Lento y profundo. Me llené de él una vez más. Su dulce esencia...
Gruñó en cuanto alcanzó la cima. Yo bebí y me nutrí de él. Mi Thomas.
—Debo volver con Edith—la voz de mi hermano sonaba algo preocupada.
Me puse de pie y lo ayudé a subirse el pantalón.
—Ve. Tu "esposita" te espera— dije sin poder evitar hacer énfasis en el adjetivo.
—Lucille— Thomas me sujetó la mano con fuerza. Me di la vuelta y lo miré una vez más. Él se acercó y me besó con intensidad, robándome el aliento —Te amo— dijo al separarse.
Cerré mis ojos y...
...le creí.
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® Vicios Oscuros (Completa) ©
Fanfiction"El amor nos convierte en monstruos" ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?" (Mateo 23:33). La perspectiva de Lucille Sharpe, basado en la película de Guillermo Del Toro "La Cumbre Escarlata" con un FIN...