EL DÍA EN QUE LAS COSAS COMENZARON A COMPLICARSE.
Mis manos estaban heladas. El frío diabólico que se sentía en la casa podía congelarnos en cualquier momento. No veía la hora en que comenzaran las reparaciones de la casa. El dinero no llegaba y ya comenzaba a impacientarme.
Un mes entero había transcurrido desde la llegada de Edith a nuestra mansión y Thomas se mostraba diferente. Ya no era el mismo hombre apasionado que me amaba en las madrugadas. El que se escapaba de su lecho matrimonial para recibir de mi todo lo que su esposa no le daba. Sabía que era por Thomas que ese matrimonio aún no se había consumado pues por parte de mi cuñada, la notaba deseosa y anhelante cada vez que mi hermano se le acercaba.
Pobre tonta. Si tan solo supiera que Thomas se negaba a hacerla su mujer, no por respetar su luto, como ella decía, sino porque no la deseaba, porque no la veía como mujer.
Al menos eso creía yo. Eso era lo que Thomas me hizo creer.
—No lo soporto más— dije con la respiración entrecortada después de haber alcanzado el clímax por segunda vez.
Estaba acostada en mi cama, al lado de mi hermano. El se sentó rápidamente y comenzó a abotonar su camisón.
—Se sale de mis manos. Edith me ha dicho que se han presentado algunos inconvenientes con la subasta de los bienes de su padre. No puedo hacer más— contestó sin siquiera girarse a verme.
—Esto está tardando más de lo esperado— me levanté sobre mis rodillas. Lo abracé rodeando su cuello desde atrás y posé mis manos sobre sus firmes pectorales mientras masajeaba —Y tú te has comportado muy extraño últimamente— le susurré para luego morder el lóbulo de su oreja. Él sujetó mis manos con fuerza y las aquietó.
—Me limito a guardar las apariencias. Si Edith se entera de esto...
—Muere— lo interrumpí —Así de simple.
El se giró de golpe y me lanzó una dura mirada.
—¿Tenemos que hacerlo? —indagó con pesar.
—Sabes que sí.
—Pero...
—¿Te estás echando para atrás hermanito?
—No. Es solo que...
—¿Te agrada la muchacha?
—No— él agitó su cabeza con fuerza —Es que...
—No me digas que te estás enamorando, Thomas— sujeté su barbilla y lo obligué a mirarme a los ojos. Él no respondió —Contéstame— demandé.
—No— fue tajante con su respuesta. De un brinco se levantó de la cama —Paciencia, hermana. Cuando firme los papeles, todo se acabara.
—Cuando ella firme esos dichosos papeles, tú acabaras con ella.
Thomas se detuvo frente a la puerta y se mantuvo allí por algunos segundos, sin decir media palabra. Él nunca había matado a nadie, pero era hora de que se ensuciara un poco las manos. No todo el trabajo sucio tenía que hacerlo yo. Noté que respiraba profundamente y sin más abrió la puerta y se marchó.
*****
Era una linda tarde de invierno y nos encontrábamos abrigadas hasta los dientes en la biblioteca. Ella ojeaba curiosamente algunos libros que Thomas había seleccionado para ella, según para que se inspirarse y seguir con la revisión de su novela de fantasmas, como si necesitara eso para hacerlo. Bastaba con que diera un paseo por la casa para que obtuviera toda la inspiración que necesitaba. Yo por mi parte estaba sentada frente a la vitrina donde tenía mi amplia colección de mariposas. Las veía para asegurarme que era la Morpho de Muzo la que me hacía falta, una extraña mariposa de color azul que habitaba en América del Sur. Algún día tendría el placer de viajar nuevamente al continente americano para hacerme con una de ellas. Todo era cuestión de tiempo.
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® Vicios Oscuros (Completa) ©
Fanfiction"El amor nos convierte en monstruos" ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?" (Mateo 23:33). La perspectiva de Lucille Sharpe, basado en la película de Guillermo Del Toro "La Cumbre Escarlata" con un FIN...