Capítulo 18

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TOMANDO EL CONTROL.

Caminé rápidamente hacia el salón principal. Pensaba en diferentes formas de matar al inesperado visitante. Una lástima absoluta que tuviera que hacerlo, pues el doctor McMichael era un espécimen refinado y muy apuesto, pero al fin y al cabo un cabo suelto, debíamos deshacernos de él.

Thomas se limitó a seguirme en completo silencio. No hubo necesidad de que él me lo aclara, sabía que no estaba dispuesto a mancharse las manos. Por eso razón, debía asegurarme de dar un golpe certero y conciso, yo estaba de ánimos para luchar con un moribundo.

En cuanto llegamos al salón, percibí que Alan estaba de pie junto a la escalera y le susurraba algo a Edith, quien se aferraba a él con desespero como impidiendo que se alejara de ella.

—Veo que las cosas se están tornando demasiado emotivas, doctor —comenté para hacer notar mi presencia.

—Está exhausta, tiene síntomas de anemia. La llevaré a un hospital de inmediato— anunció el improvisado héroe.

Me acerqué con agilidad y me interpuse en su camino. Necesitaba tomar el control de la situación, ya había dejado que las cosas se fueran muy lejos.

—No será necesario —dije con frialdad.

Thomas se movió y se puso a mi lado, pude notar que no dejaba de mirar a Edith. Se veía muy preocupado.

—Lo es. La han estado envenenando, lo sé todo —Alan adoptó una posición desafiante. Me sorprendió la manera en que confesó saberlo todo. Frente a mis ojos estaba un hombre valiente, un hombre enamorado, capaz de todo por salvar a la doncella en apuros. Alan sacó algo del bolsillo de su pantalón y se lo entregó a Edith—. Edith. Primera plana de The Cumberland

Ledger. Lady Beatrice Sharpe fue asesinada en la tina. De un golpe fulminante que casi le parte la cabeza en dos....

Sentí mi corazón acelerarse al recordar como había sucedido...

Madre hacia el intento de tararear una melodía. Estaba tan drogada, que apenas podía mantener los ojos abiertos. Yo lo había planeado todo meticulosamente. Le había puesto un poco de escopolamina a su té, no quise ponerle mucha, pues la mataría y no deseaba darle una muerte placida, al contrario, quería matarla con mis propias manos. Drenar el odio que sentía por las tantas palizas que me había dado sin ninguna razón, necesita sentir que era yo quien le arrebataba la vida.

La observaba desde la puerta. En mi mano derecha, un hacha oxidada, sedienta de sangre. Di un paso y me hice notar. Madre se giró hacia mí y frunció el ceño...

—¿Qué haces allí, niña? Vete. Déjame en paz —habló con dificultad. No respondí, solo me limité a mirarla por última vez mientras caminaba hacia ella.

—No lo hagas, Lucille— la voz de Thomas me hizo detener—. Ella es...

—Es una bruja —lo interrumpí— No merece mi compasión.

—Niña insolente —madre trató de salirse de la tina, pero no pudo siquiera moverse —¿Por qué me siento tan mal? —preguntó para sí misma.

—Sal de aquí, Thomas. No quiero que veas esto—le ordené.

—No lo hagas —su tierna voz me suplicó.

—Ella nos quiere separar y ya sabes lo que nos prometimos. Siempre juntos...

—Nunca separados —completó él.

® Vicios Oscuros (Completa) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora