Capítulo 4

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A UN PASOMÁS CERCA DE LA LOCURA

Las luces eran extremadamente intensas, al punto que casi me cegaban. Varios pares de ojos se posaron sobre mí. Sus miradas eran acusadoras.

-Eres un monstruo-susurró una mujer.

Me giré de golpe para huir de ese sitio.

No había escapatoria.

Bajé mi mirada y la vi. El hacha estaba pulida y pedía a gritos que la sujetara. La tomé entre mis pequeñas manos y la alcé, haciendo mi mayor esfuerzo por no dejarla caer.

Caminé pesadamente a través de un largo pasillo...

-Eres un monstruo...

Los susurros se hacían cada vez más insistentes.

Me detuve frente a un gran espejo al final del pasillo. La niñita de cabello negro y ojos azules que se reflejaba, me sonrió. Reconocí la maldad en su rostro. Era yo.

De la nada, un par de brazos emergieron del suelo y me sujetaron de los tobillos. Al tratar de escapar, caí de espalda contra el gélido suelo. Todo quedó a oscuras.

Me puse de pie, negándome a soltar el hacha. Caminé y caminé, sin rumbo. Una puerta apareció frente a mí. La abrí.

Mis ojos se posaron en el enorme frasco de vidrio que ocupaba la habitación. Medía aproximadamente dos metros de alto. El espécimen dentro del mismo, aleteaba con desesperación, se estaba quedando sin aire. Se movía más y más rápido, sus alas emitían un zumbido ensordecedor.

-Déjame salir- la voz de mi hermano hizo que el corazón se me detuviera. Miré nuevamente hacia el frasco de vidrio y había comenzado a empequeñecerse -Por favor, Lucille. No puedo respirar.

Corrí rápidamente al percatarme que era Thomas quien estaba dentro del frasco. Di un manotazo y el recipiente que contenía a mi hermano impactó contra el suelo, haciéndose añicos. Mi pobre Thomas tocia con dificultad, me agaché y lo abracé con fuerza. Cerré mis ojos y lo mecí hasta calmarlo...

-Eres un monstruo.

Abrí mis ojos al reconocer esa espantosa voz. Al mirar a quien yacía entre mis brazos, no era Thomas. Era ella, mi madre.

Me puse de pie y levanté el hacha que había dejado a un lado. Sin piedad alguna, arremetí contra ella. Contra la fantasmagórica figura de Lady Beatrice Sharpe.

Un hachazo certero le partió la cabeza en dos. Su sangre salpicó cubriendo mi rostro. Otro golpe con la filosa arma y su sangre cubrió mis manos. Seguí golpeando una y otra vez, más y más sangre salpicaba, terminando de pintar de escarlata mis mejillas, mis labios...

Desperté de golpe con algunas gotitas de sudor en mi frente, el calor de Búfalo era terrible. Llevé mis manos hacia mi cabello para asegurarme que mi cabello continuaba arreglado. Había sido una pesadilla muy extraña. Desde hacía más de un año no había tenido a madre en mis sueños. Lo más raro había sido la presencia de Thomas. Nunca soñaba con él.

Me había quedado dormida mientras leía. Vi el reloj en lo alto de la pared y me di cuenta de que ya había anochecido. Thomas tocaría la puerta en cualquier momento.

Salí de la cama y me situé frente al enorme espejo de la peinadora, dispuesta a arreglarme para la cena que daría Carter Cushing en su casa. Me sorprendió en sobremanera que él nos hubiese invitado, un gesto de lo más extraño por parte suya, después de que se había negado a financiar el invento de mi hermano. No obstante, Thomas quiso aprovechar dicha invitación para dar el siguiente paso. Esa noche pediría la mano de Edith públicamente.

® Vicios Oscuros (Completa) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora