Capítulo 11

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ÉSTE ES TU HOGAR AHORA.

—¿Qué hacemos aquí?

—Shhhhh. No hagas ruido— le dije a mi hermanito.

Nos escondíamos.

—De acuerdo, pero dime que hacemos aquí— Thomas susurró.

—Debo contarte algo— dije de inmediato —La otra noche me pareció escuchar a madre llorando...

—Madre llora siempre. Eso no es raro— interrumpió él.

—Sí. Lo sé, pero esta vez no lloraba. Solo hacia unos ruidos extraños.

Thomas frunció su entrecejo y me miró fijamente, a la espera de que dijera algo más.

—Cuando me asomé para ver qué era lo que estaba sucediendo y cuando lo hice... vi que...

—¿Qué viste?

—Se estaba tocando— farfullé. Thomas arrugó su naricita. Supe que no entendía, así que le aclaré —Tenía su mano metida en su entrepierna.

Mi pequeño hermanito abrió los ojos con espanto y se llevó las manos a la boca para ahogar un sonido de asco.

—Lucille, eso es...

—Asqueroso. Lo sé. Pero tuve curiosidad y también lo hice.

—¿Qué hiciste?

—Me toqué.

—¿Y? —su inocencia era única.

—Me gustó— le confesé. Él me miró. En sus ojos pude ver muchas dudas —Puedo tocarte, así sabrás también lo que se siente.

—Creo que eso no está bien— dijo él con algo de vergüenza.

—No le haremos daño a nadie. Será nuestro secreto.

Sus bellos ojitos azules me miraron con cierto atisbo de temor, pero sabía que era porque siempre le había tenido miedo a lo desconocido. Luego de algunos segundos de contemplarlo, accedió.

—De acuerdo.

—Si te duele, tan solo dímelo y me detendré— le indiqué. Él asintió con la cabeza.

Lentamente me acerqué a él, llevando mis manos hasta su pantalón. Posé mi mano derecha sobre su entrepierna y él dio un respingón. Solté una suave carcajada y él rió también. Nuevamente me enfoqué en él y en ver si reaccionaba ante mi roce...

—Se siente extraño pero se siente bien— dijo.

Moví mi mano y la restregué suavemente sobre la zona. Él dio otro respingón y echó su cabeza hacia atrás. Un débil quejido escapó de sus labios.

—¿Te ha dolido? —pregunté y aparté mi mano.

—No— susurró con la respiración entrecortada. Sujetó mi mano y la volvió a acercar a su ingle —Se siente muy bien, Lucille. Sigue tocándome.

Y así lo hice. Continué tocándolo pero retiré mi mano de golpe al sentir como los genitales de Thomas comenzaban a endurecerse.

—¿Por qué has parado? —Thomas estaba realmente muy agitado.

—Tu...— sacudí mi cabeza con fuerza —Se ha puesto duro.

Él se llevó la mano hacia el lugar. Abrió los ojos con espanto. Sin embargo, en cuestión de segundos el pavor de su mirada se había esfumado. Lentamente masajeaba sus genitales y hacia sonidos extraños, parecidos a los que hacia mamá la otra noche. Me quedé allí, observándolo. Verlo así, me hizo sentir un cosquilleo en la espalda y por impulso me llevé la mano hasta mi falda y la levanté. Introduje lentamente mi mano a través de mi ropa intima. Comencé a tocarme y las sensaciones fueron exquisitas. Algo completamente nuevo.

® Vicios Oscuros (Completa) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora