El Corazón de Thera

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Los cuatro aparecieron en la caverna del volcán Thera, en aquella sala de sacrificios en donde Hermione había visto cómo el dios Osiris se regocijaba ante la horrible muerte de la muchacha llamada Neith a quien había sumergido en lava ardiente.

El hombre dejó a Hermione en el piso, al lado de Sam, quien ya había recobrado la conciencia y se encontraba de rodillas tratando de entender qué le había ocurrido. Reparó en que Hermione estaba a su lado y la acomodó sobre sus piernas. Ambos se hallaban en la rejilla sobre el río de lava...

—Linda, despierta. Anda vamos, despierta —era primordial que Hermione recobrara la conciencia pues debía ver la forma de cómo poder sacarla de allí y salvarse ambos. Pero ella se veía enferma reparando en que su brazo estaba inusualmente rojo.

—Draco, ¿eres tú? —murmuró mientras lentamente abría los ojos.

Sam sonrió y le acarició la frente. Sabía que ella amaba a Malfoy y ahora podría asegurar que él sentía lo mismo por ella. Debía entender que Hermione hacía tiempo había elegido su camino y en ese, él no tenía cabida. Además, si su amor fuera tan fuerte como en un momento lo imaginó, no habría mirado a Neith como lo había hecho, ni estuviese pensando en esos hermosos ojos verdes...

—No, linda. Soy Sam... Sam Sagaz para ti... pero Malfoy está cerca. Todos hemos venido por ti.

Hermione lo reconoció y sonrió forzadamente, mientras una lágrima resbalaba por su mejilla. Sam la acunó entre sus brazos y le besó la frente.

—¡Vaya! Veo que entre ustedes hay mucho amor todavía. La impura es el objeto sexual de los señores Malfoy y Winchester.

—Si mal no recuerdo, tú la raptaste sabiendo que es una mujer casada —espetó Sam a Osiris que estaba sentado en su trono.

—Y tú no has dudado en imaginarte con ella, sabiendo que no te pertenece —respondió Osiris con su rostro impregnado de asco.

A Sam no le importaba la reacción de Osiris, había peleado con demonios peores que ese. Para él, era solo un simple estúpido con ganas de gobernar al mundo. Como él, en la historia, habían existido muchos y otros tantos estaban por venir.

—Hablas como un mortal despechado. ¡Y te dices dios!

Osiris lo que menos quería era sostener un aburrida conversación con un simple y estúpido humano, así que con su mano indicó a uno de los sirvientes que aún se mantenía bajo su influencia mágica, que separa a Sam de Hermione.

El hombre levantó a Hermione y la puso de pie, mientras que Sam era apartado en forma violenta por otro sirviente mientras le apuntaba con una lanza directo al corazón.

—Neb, prepara al joven Winchester, le haremos una ofrenda a Ra, así el dios Sol me podrá regresar todo mi poder.

—Como diga, mi señor —la mujer hizo una reverencia a su amo y luego se dirigió a quienes tenían a Sam —. Ustedes dos, lleven a este hombre a la sala de momificación, mientras yo me conectaré con Anubis para que guíe mis manos... —volvió a poner sus dedos índices en las sienes, haciendo un extraño gesto poniendo los ojos blancos como imitando una especie de trance.

—¡No, por favor! ¡Osiris no lo hagas! ¡Por favor! —pidió Hermione. Ella ya sabía de lo que era capaz de hacer ese hombre y no quería ver a su amigo morir tal como lo había visto la noche anterior con esa muchacha.

—Tranquila, Hermione. Recuerda que he ido a lugares peores —Sam le guiñó un ojo intentando darle tranquilidad, aunque realmente temía lo que esos hombres pretendían hacerle.

OJOS DE ANGEL IV: SOMBRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora