Deidades

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El faraón Jety salió de los aposentos de la futura Señora del Nilo, pues le habían informado que ya estaba con ellos la diosa Perséfone, única divinidad con la capacidad de regresar a Osiris a las sombras.

—Tú también eres dios, Horus —dijo Perséfone al verlo llegar al salón principal en donde estaban todos reunidos a excepción de Draco que se había quedado en el campamento junto a Hermione; y de Harry, que se encontraba en la entrada a la sala de control en donde posiblemente estuviese refugiado Osiris.

—Ya no más, diosa Perséfone. Desde hace un tiempo solo soy un mago. Pero díganme, ¿cómo sigue la mujer del joven Malfoy?

—Está bien, contenta... —respondió con un especial brillo en su mirada que solo Parkinson sabía de qué se trataba.

—Esa es una buena noticia. ¿Lograron liberar el alma de Isis? —preguntó Horus.

—Sí. Isis, ya descansa —informó Pansy.

—Pues, bien. Entonces, vayamos de inmediato a la sala de control en donde están los científicos. Ha sido imposible ingresar. Si bien nuestra magia es fuerte, la de Osiris aún lo sigue siendo. Neith... —la joven esclava se acercó de inmediato donde el faraón—. Te dejo a cargo de palacio. Johém no está en condiciones de asumir sus responsabilidades, así que serás tú la encargada.

—Sí, mi señor —respondió la muchacha mirando de soslayo a Sam quien solo le guiñó un ojo orgullosamente.

—Osiris debería haberse debilitado... Isis ya se ha ido —agregó Perséfone, mientras comenzaban a caminar hacia uno de los pasillos.

Sam y Dean se habían quedado un tanto rezagados, pues Pansy le había tomado el brazo a Dean, deteniéndolo.

—¿Cómo te sientes? —preguntó ella tomando la mano de él, en donde se había quemado durante la tarde producto de un hechizo lanzado por Osiris.

—Bien, está algo enrojecido pero nada de cuidado.

—Deja ver eso —Pansy revisó y vio que estaba inflamada y con un par de ampollas bastante grandes en la palma. Eso debía ser doloroso, pero ya conocía a Dean que acostumbraba a minimizar cualquier dolor físico. Sin decirle nada, extrajo del bolso de cuentas un frasquito con solución de díctamo y la vertió sobre la mano de él, al cabo de unos segundos la piel lucía lozana como antes y sin un dejo de dolor para Dean.

—Cuando lleguemos a casa, nos casaremos.

—No hables bobadas, Winchester. Estamos bien así —respondió mientras guardaba el frasquito en el bolso.

—Es que solo me quiero asegurar que de mi lado no se me escapará esta hermosa bruja —dijo agarrándola de la cintura y acercándola a su cuerpo.

—Par de tórtolos, andando. Si seguimos perdiendo el tiempo, Perséfone se va a enfadar y de seguro al regreso te va a poner a revolver el caldero de Hades... dijo que yo lo había revuelto bien la última vez —comentó Sam apoyando sus manos en los hombros de Pansy y Dean.

—No, hermano mío, soy fuerte y me mandará a domar a la hidra.

—Sí, claro. Y en la noche deberás hacerle unos cariñitos a Aquemarre —Dean miró a su hermano con cara de asco y Pansy solo negó con la cabeza ante las descabelladas ocurrencias de ese par.

—Vamos, ¡andando, andando! Harry no ha de estar de muy buen humor intentando abrir la puerta él solo —dijo Ron quien llegaba junto a Luna. Los tres que estaban conversando, comenzaron a caminar delante.

OJOS DE ANGEL IV: SOMBRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora