Leche y Miel

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No se convencía de lo que estaba frente a ella. No era cierto eso que estaba viendo. ¡Debía ser una broma! Esa escena solo la había visto en algunas películas antiguas relacionadas con Egipto o en una que otra serie televisiva pero jamás pensó que a ella la estuvieran obligando a meterse a una tina llena con leche...

La habían traído desde su celda escoltada por dos guardias de palacio hacia los aposentos reales, lugar en donde ya se encontraban todas sus pertenencias. Sonrió al ver que Hijo Faraón estaba enrollado sobre el baúl con los dibujos de las capitales del mundo en donde Osiris había estado en el futuro.

¡Qué locura! Era como aquella película que veían sus padres en donde el protagonista debía viajar al pasado para que el futuro no cambiara, y ahora resulta que era ella quien estaba en la misma situación. Con la diferencia que se hallaba a punto de convertirse con una especie de Cleopatra bañándose en leche... (Que nadie se enterara, era lo único que esperaba).

Los hombres que la acompañaban le soltaron los brazos y en una fingida reverencia dieron tres pasos hacia atrás sin darle la espalda, luego voltearon juntos en un movimiento casi militar y salieron por donde habían llegado.

Hermione giró y sonrió nerviosamente a las mujeres que la esperaban. Sin darse cuenta se estaba rascando el brazo, momento en que advirtió que este se encontraba un poco inflamado y con un par de puntos rojos. Le escocía, sabía que era por el roce del arácnido y que pronto pasaría, ya antes había sufrido un estado alérgico con otro insecto (una abeja) cuando estaba en la academia de policía en Tampa, el problema era que ahora no tenía un antiestamínico a la mano.

Mientras se examinaba el brazo, una de las mujeres se acercó e intentó quitarle el vestido.

—¡No! —dijo fuerte, luego se dio cuenta de que la intención de la mujer no era invadirla, sino que solo estaba cumpliendo con su trabajo—. No es necesario —su tono de voz fue menor. En ese instante otra mujer se acercó y la miró amablemente.

—Futura Gran señora, es necesario que se relaje en su baño de leche y miel para estar lozana y fresca a la hora de la boda. Las cabras fueron ordeñadas durante la mañana.

—¿Las qué?

—Cabras, es leche de cabra —dijo la mujer en medio de una especie de reverencia indicándole la tina arcaica dispuesta para su baño.

—¡Ah, no! Yo no me pienso meter en fluidos frescos de animales —ella no era así, jamás fue escrupulosa con esas cosas, no entendía por qué ahora hablaba sin mediar sus palabras. ¡Debía controlarse!

—Cuidamos bien de que las cabras no comieran hasta tarde, la leche no tiene olor a pasto. Está pura y con bastante nata —explicó la mujer, mientras una náusea salida desde lo más profundo de su estómago estaba haciéndola girar.

Respira Hermione, no vayas a vomitar, mejor leche de cabra que de camello... camello o camella, ¿cómo se dirá? ¡Ay Dios! —pensó llevándose una mano al estómago.

Hermione Granger, obedece. No te expongas a Osiris. Nos hará bien la leche. Luego te podrás bañar con agua. Respira profundo y no mires, solo déjate llevar. Verás que es reconfortante.

Era la voz de Isis que se había activado en su interior, mientras advirtió que dos de las mujeres la sostenían, pues había estado a punto de caer al suelo. El mareo que le causó la voz de Isis, sumado al hambre que tenía, simplemente habían hecho mella de su estado físico, traicionándola irremediablemente.

—Es que tengo hambre —se disculpó tras una nerviosa sonrisa.

—No se preocupe ama, mientras se relaja en el baño, nosotros le daremos de comer.

OJOS DE ANGEL IV: SOMBRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora