CAPÍTULO 19

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No sabía que hacer. Sólo me quedé aguardando en las escaleras de emergencia por al menos cinco minutos. Decidí que era tiempo de subir, se suponía que sólo tomaría agua, así que supuse que sería algo extraño si tardaba más tiempo de lo usual. Tenía miedo de entrar en el apartamento, temía la reacción de Mary Lynn. No sabía si estaría enojada, confundida o sorprendida o ambas o algo peor. No estaba preparado para entrar, pero tenía que hacerlo. Tenía que afrontar la situación. Aún tenía varias dudas como: ¿Qué hacía Elliot ahí? ¿Ya sabía que estábamos ahí? ¿Cuál era su intención? ¿Cómo supo que estábamos ahí? Tenía aún más preguntas, pero me preocupaba más por Mary Lynn. Fue entonces cuando decidí, de una vez por todas, abrir la puerta del apartamento.
Al principio, creí que Mary Lynn estaría esperando en la entrada del apartamento esperando una explicación. Pero ella estaba viendo un programa de televisión en la cocina mientras bebía un café. Lo estaba tomando bien. Al menso eso creía. Decidí no arriesgarme y me fui directamente a las escaleras, tal vez solo debía esperar a que el acontecimiento anterior se borrara de nuestras memorias y todo seguiría igual. Sin embargo cante victoria muy rápido.
—¿Lo viste?—preguntó Mary Lynn sin voltear a verme. Yo tampoco cambié de postura en mi trayecto a la habitación. Sólo me detuve para formular una respuesta.
—Si, eso creo, pero no estoy seguro de que pasó exactamente—respondí muy nervioso, pero a la vez traté de quitarle importancia al asunto.
—¿Quieres decirme algo?—Mary Lynn hizo una segunda pregunta.
No podía dejar de estar nervioso. En ese momento podía sentir una gran capa de sudor cubriendo cada centímetro de mi piel. Mi garganta se secaba y no podía dejar de pasar saliva. Mi corazón latía muy rápido y temblaba sin parara. No tuve más opción que girar y ver a Mary Lynn, quien, en realidad, no me veía, ella continuaba viendo televisión. Por alguna extraña razón eso sólo ayudaba a que tuviera más miedo. Sin embargo había logrado muchas cosas con Mary Lynn estos últimos días, no dejaría que todo se arruinara, ¿o sí? Así que no tuve más remedio que decir la verdad. O al menos eso intente.
—La mayoría de los que nos juntábamos en el segundo grado de secundaria vinieron a Nueva York para un reencuentro—comencé. Verdad. Mary Lynn gira y nos podemos ver a la cara por primera vez desde lo sucedido con Elliot.—Sin embargo no fue como lo planeé, algo salió mal y no logró hacerse el reencuentro—proseguí. En parte verdad y en parte mentira. Mary Lynn lucía extrañada.—Resulta que queríamos que el reencuentro fuera contigo, mi idea. Así que hubo una pelea y no pudimos hablar bien—terminé. Mentira. Mary Lynn se levantó de su asiento, apagó el televisor y se acercó hacia mí muy rápido.
Tal vez supo que mentía. De seguro estaba enojada. Podía apostar lo que sea a que ella estaba apunto de reprenderme por haberle mentido todo este tiempo. Pero estas mentiras las hice sin querer hacerlo. Sólo salieron de mi boca sin siquiera pedirme permiso. Creo que lo hice porque no podía aceptar que Elliot, a partir de ese momento, tenía más oportunidad que yo y la aprovecharía y conseguiría lo que siempre había querido. Y yo sería el perdedor, como siempre. Mary Lynn se acercó demasiado a mi y se me quedó viendo por casi un minuto entero, y después, se paró sobre la punta de sus pies para lograr alcanzarme y darme un abrazo. Luego susurró un ligero y dulce:—Gracias.
Sabía lo que significaba. Habría un reencuentro.

Trataba de prepararme para el reencuentro. Me puse una camisa casual celeste, un pantalón vaquero negro y unos tenis negros. Me miraba al espejo, veía mi cara caída sabiendo que pronto tendría que ocultarla bajo una sonrisa fingida en el momento en el que viera a todos de nuevo y Mary Lynn estuviera con Mary Lynn. Al menos habría otras personas para distraerme, pero sabía que no podría dejar de pensar en ellos dos.
Después de que Mary Lynn me abrazara, llamó a Melanny para organizar un re-reencuentro. Melanny se emocionó demasiado, tanto que invitó a Albert al reencuentro (este acepto de inmediato) y no tardó en volver a utilizar el grupo de mensajes que teníamos para avisar a todos. Elliot se volvió loco, comenzó a decir que ella era su chica y de nadie más, cuando Mary Lynn muy apenas lo hacía en el mundo en esos momentos. Elliot siempre había sido la persona más bocona, no sabía cuándo callarse y cuando alguien hacia algo parecido con él, él se quejaba; se creía intocable cuando en realidad era intolerable. Sin embargo decidí ignorarlo. Pasara lo que pasara, sería por algo, y no podría impedirlo.
Mellanie, Donna y Valerie llegaron para visitarme justo cuando termine de vestirme y arreglarme aprovechando que Mary Lynn había ido a una estética para arreglarse el cabello. Les había prometido una salida, así que, cuando llegaron, nos dirigimos al Starbucks más cercano y nos compramos un frapuccino. Comenzamos a hablar de lo que habíamos logrado hasta ese entonces. Valerie era diseñadora gráfica en Atlanta, su hermano la ayudó poco a eso, ya que él vivía ahí. Donna era diseñadora de ropa, aún estaba en California, quería quedarse con su hermano pequeño. Y Mellanie era la dueña de una fábrica automotriz. Vaya que habían progresado. A pesar de que me sentía excelente por ellas, no pude mostrar mi bajo estado de ánimo en esos momentos. Era difícil fingir con gente que me conocía tan bien.
—Proponle matrimonio—soltó Donna de la nada.
—Si, ahorita iré y me le declararé—respondí con sarcasmo.
—Y ¿porqué no? Nos has dicho todo lo que ha pasado estos días, lo más probable es que diga que si—dijo Mellanie con mucha seriedad. Quizás si funcione.
—Debes intentarlo, Pat—sugirió Valerie.
Tenían razón. Pero si ellas pensaban en eso, conociendo a Elliot, él también ya lo había planeado. Pero tenía que adelantarme. Sin embargo no podía dejar de pensar que era un movimiento muy rápido.
—¿No creen que es muy precipitado?—pregunté. Valerie tomó la palabra.
—Tal vez, pero sí para ti sería precipitado, lo sería aún más para Elliot. Porque te apuesto lo que sea a que el está planeando hacer lo mismo, así que recomiendo que te adelantes—dijo Valerie. Lo sabía, no era el único que pensaba en eso. Y, además, ya tenía un plan para proponérselo.
—Esta bien, sólo háganme el favor de llevar a Mary Lynn con ustedes al segundo reencuentro, yo no voy a poder—dije mientras me levantaba para ir haciendo lo que tenía planeado.
—¿Por qué? ¿A dónde vas?—logré oír que Donna preguntó, pero era muy tarde para responder. Salí corriendo.

En cuanto llegué a la joyería más cercana, olvidé a lo que iba. No fue difícil recordarlo, sólo recordé a Mary Lynn y supe que iba por un anillo. La señorita que trabajaba ahí me preguntó de cuantos quilates quería el anillo y me quedé perplejo. No sabía de cuantos quilates pedirlo. Entonces el primer número que pasó por mi cabeza fue el catorce y lo pedí de catorce. No fue tan barato que digamos, pero era algo Mary Lynn merecía.
Creí que ya tenía todo, pero por mi mente pasó un recuerdo de algo que siempre quise hacer en una propuesta: tener un auto lleno de etiquetas con notas. Así que me dirigí a una empresa automovilística y compré un automóvil común. Decir que lo había comprado era muy rápido, porque, en realidad, aún no lo terminaba de pagar. Tarde media hora en pegarle todas las notitas alrededor, pero al final lo logré. Y de camino al reencuentro compré un gran ramo de flores. Ya estaba todo listo. Sería el mejor día de mi vida.
El cielo comenzó a nublarse. Me daba miedo que comenzara a llover, ya que no quería que la tinta de lo que estaba escrito en las notas pegadas al coche se derramara. Por suerte había estacionamiento en el restaurante, algo pequeño, pero había uno.
Una vez estacionado salí del auto y entré al restaurante. Me sorprendí al entrar, todas las chicas lucían súper lindas, pero cuando estas abrieron paso para que pudiera saludar a todos los demás, logré ver a Mary Lynn y podría jurar que me había dado un paro cardiaco. Era la mujer más hermosa que había visto en toda mi vida. Su cabello estaba liso y después del chongo que se había hecho había puros rizos. No tenía mucho maquillaje, su rostro era muy lindo. Portaba un vestido azul marino que llegaba justo a la rodilla. En seguida fui a saludarla. Lamentablemente no nos sentamos juntos. Fue malo porque se vería raro que no habláramos en toda la cena y que se la nada le propusiera matrimonio.
Yo era el único que faltaba, así que en cuanto llegué todos comenzamos a ordenar la comida, la cual no tardó mucho en llegar después de que la ordenamos. Aunque no era mucha comida, tardamos en comerla, pero no era por la cantidad, sino porque hablábamos demasiado y no nos permitíamos ingerir los alimentos. Yo era quien más había comido, debido a que, aunque hablaba, no lo hacía mucho, ya que me ponía triste que Elliot y Mary Lynn hablaran y rieran demasiado, además de que estaban muy juntos, me daba miedo de que avanzarán más. Tenía que hacer lo iba a hacer en ese momento.
Una vez que todos acabamos de cenar, Flower pidió la cuenta. Yo me puse nervioso porque sabía que ya se acecinaría el momento en el que le haría la propuesta a Mary Lynn. Respiraba entrecortado, no tenía suficiente aire. Del nerviosismo, me comenzó urgir ir al baño a peinar, así que me levanté del asiento para dirigirme a los baños. Una vez abortada la emergencia, salí del baño y comencé a sacar el anillo las prepararme y proponerle matrimonio a Mary Lynn. Pero cuando llegué a la mesa, se escuchaba gritos de emoción, se veían lágrimas en todas partes y sonrisas se habían plasmado en todos los rostros. Algo estaba pasando.
Alguien se había adelantado a mi movimiento.
Elliot estaba de rodillas sujetando un anillo frente a Mary Lynn, ambos estaban rodeados de todos los que asistieron al segundo reencuentro. Sólo logre ver cómo Mary Lynn aceptaba mientras sentía y Elliot se levantaba para abrazarla y besarla antes de que mi mundo se cayera y mis pies comenzarán a llevarme al exterior del restaurante y mis ojos comenzarán a derramar lágrimas sin parar.
Mientras salía, logré escuchar a varios pronunciar mi nombre. Pero sus voces se ahogaron cuando salí y se empezaron a escuchar las gotas de lluvia cayendo al suelo. Era una lluvia muy fuerte. La lluvia me recordó que estacioné el auto para que las notas no se dañaran. En ese momento las notas ya no importaban, así que cuando estuve enfrente de mi auto las arranque y las lancé a la fría lluvia. No podía dejar de llorar. Me sentía peor que el día que Elliot le pidió a Mary Lynn ser su novia en el segundo grado de secundaria. Sentí que ya la había perdido para siempre. Y era cierto.
No me había tranquilizado del todo. Pero no quería que los demás me vieran destrozado, así que me metí al auto y comencé a conducir hacia mi apartamento.
Había muchas razones para no haber conducido ese día. Sin embargo las más importantes eran tres. La primera era que el auto era nuevo, literalmente. La segunda era que la lluvia estaba muy fuerte. La tercera era que no estaba en mi mejor estado de ánimo. Muchos estudios habían confirmado que conducir ebrio era equivalente a conducir con sueño o con un mal estado de animo. En fin, estas tres razones juntas provocaron que cuando un camión se colocó frente a mí, trate de esquivarlo y mi auto se volcó. El auto no paro de girar.
Eso fue lo último que recordé hasta que, finalmente, quedé inconsciente.

Estrellas ColapsandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora