CAPÍTULO 20

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Estaba frente al espejo de una de las habitaciones de la iglesia. El traje estaba justo a mi medida, sólo tenía que abrocharme bien la última parte de las mangas de la camisa blanca que estaba debajo del saco. Una vez hecho esto, volteé al espejo para averiguar si me hacía falta algo más. Ya estaba listo, no estaba tan primado, pero nunca lo hago. Aún estaba algo marcada la cicatriz que se originó encima de la ceja derecha después del accidente de auto que había tenido hacía cuatro meses.
Después de estar inconsciente, desperté en la habitación de un hospital. Al despertar, un doctor llegó y me dijo que, aunque fue un accidente feo, las consecuencias no habían sido tan graves. Mi brazo izquierdo había recibido el impacto total, debido a que, inconscientemente, lo usé para amortiguar el impacto. El brazo estaba lesionado, por lo que lo tuve dentro de un yeso por dos meses y medio. Aún así, arriba de mi ceja derecha me herí y había estado sangrando, así que tuvieron que suturar hasta que la herida cicatrizó. Después me recomendaron una crema para que la piel se regenerara y la cicatriz desapareciera. También había tenido ciertos moretones en la cara, pero estos desaparecieron en al menos un mes. Los del reencuentro me fueron a visitar. Pero varios de ellos, en lugar de velo como lo que realmente fue, un accidente, creyeron que me quería matar después de lo sucedido con Elliot. Traté de explicarles lo que realmente ocurrió, pero como estaba en recuperación, el doctor no dejaba a nadie quedarse tanto tiempo. En una de esas visitas, Mary Lynn quiso darme, lo que ella creía, una buena noticia. Así que envió a Elliot a decirme que se casarían en tres meses y que yo sería uno de los acompañantes de las damas de honor al igual que Mark, Zedrick, George y Fred. Las damas serían Flower, Melanny, Rubby y Valerie. Creo que eso en lugar de ser una buena noticia, fue una MUY mala y lo único que hizo fue hundirme más de lo que ya estaba.
Poco antes de que saliera del hospital, Mellanie, Valerie y Donna vinieron a visitarme y les di la noticia. Claro, eso ellas ya lo sabían. Aún así, ellas pretendieron estar sorprendidas y me di cuenta que son pésimas actuando, pero me sacaron la primera sonrisa que no había tenido en mucho tiempo. Sin embargo no tardé en ponerme triste. Odiaba eso de mi, que no podía estar contento por mucho tiempo, ya que cualquier cosa negativa entraba en mí y me hacía sentir mal. Las chicas se dieron cuenta.
—Deberías hablar con ella—sugirió Donna, se acercó poco a mi camilla.—Tal vez no cambie nada, pero al menos te liberará.
—Donna tiene razón, si no lo haces, lo único que pasará es que te comenzarás a torturar a ti mismo durante mucho tiempo—dijo Mellanie mientras se colocaba al lado de Donna.
—¿No creen que se verá mal? Se casa en dos semanas, ¿cuándo se lo diré? ¿El día de su boda?—pregunté sarcásticamente.
—No sería mala idea, pero podrías hacerlo después de la fiesta. Así ya no se vería tam mal—dice Donna como si fuera la idea más sensata.
—¡Estás loca! ¡No puedo hacer eso!–exclamé. No era porque se viera mal, sino porque sabía que si lo hacía, me moriría por los nervios.
—Si puedes, tal vez no eso, pero en serio tienes que hacer algo—dijo Valerie antes de tomar su bolso y salir de la habitación. Tenía que probarse los vestidos de dama.
Y ahí me encontraba, con un smoking, dándome los últimos toques frente al espejo de una habitación de la iglesia en la que un amigo, por así decirlo, se casaría con la chica de mis sueños. No podría haber un escenario más deprimente. Bufé cuando estuve completamente listo. Quería decir que ya estaba apto para salir al altar junto con los demás para esperar a Elliot y que la ceremonia comenzara. Justo cuando abrí la puerta, Flower entró y al verme me dio un abrazo.
—Se que no te gustan los abrazos, pero creo que lo necesitas—dijo y después se despegó y me dejó ir hacia mi camino al altar.
Al parecer el vestido de las damas sería de un color salmón, algo corto, pero no tanto, llega justo a la rodilla. Cuando llegué al altar, descubrí que el estilo de peinado era libre, ya que todas venían peinadas de diferente manera, pero aun así lucían muy lindas. El primero en colocarse era Mark, yo iba al lado de él. Y a mi lado irían Zedrick y Fred. Ya estábamos todos colocados, el padre ya estaba en su lugar, sólo faltaba que Elliot se colocará donde pertenecía para que la ceremonia comenzara y Mary Lynn entrara con su padre.
Pasaron veinte minutos hasta que Elliot apareció y la música comenzó a escucharse. A lo lejos, las puertas se abrieron y un niño y una niña vestidos formalmente comenzaron a abrir el paso hacia nosotros mientras esparcían pétalos de rosas. Detrás de ellos venía Mary Lynn con su largo vestido blanco, su hermoso rostro, su muy arreglado cabello y su gran y distinguida sonrisa tomada del brazo de su padre. Estos avanzaban a un paso lento hacia el alargar, donde Elliot esperaba con ansias a Mary Lynn. No pasó mucho tiempo antes de que ella por fin llegara a su posición y el padre comenzará a oficiar la misa.
No podía creer nada de lo que estaba pasando.
No podía creer que Elliot y Mary Lynn se estaban casando. No podía creer que Mary Lynn y Elliot habían aceptado casarse. No podía creer que Elliot y Mary Lynn se habían besado y que salieron de la iglesia hacia un carro nuevo lleno de pequeñas notas y un gran ramo de flores al centro. No podía creer que todos seguíamos al auto para llegar al salón en donde sería la fiesta para celebrar a quienes se acababan de casar. No podía creer que me encontraba sentado en una mesa junto a otras personas mientras la música se escuchaba a todo volumen y el suelo temblaba en el salón en el que estaba situada la fiesta de Mary Lynn y Elliot.
Era la persona más deprimente en aquellos momentos. Lagrimas amenazaban por salir pero yo siempre ganaba la batalla y las obliga a dirigir su camino de regreso a su origen. Algo me decía que debía de seguir luchando. Sentía un horrible dolor en el pecho cada que quería reprimir los recuerdos y los sentimientos encontrados y, cuando dejaba de reprimirlos, las lágrimas volvían a amenazar con salir. Eran dos batallas por luchar. O ganaba una, o ganaba otra. Sin embargo pronto descubrí que yo podía empezar mi tercera batalla y ganar las tres a la vez. ¿Cómo? No dejando que estos tomos sentimientos negativos me deprimieran. Y para eso tenía que "divertirme". Valerie acababa de sentarse, así que le pregunté si quería bailar conmigo. Ella aceptó.
Estábamos en la pista. Música para bailar en pareja pero movida estaba de fondo. Mi mano derecha en su cintura. Mi mano izquierda sujetando su mano derecha. Su mano izquierda en mi hombro. Nuestros cuerpos se movían al ritmo de la música, hacia un lado, hacia el otro, hacia atrás o hacia adelante. Nunca había sabido bailar bien. De hecho, nunca he sabido bailar y menos este tipo de música. Pero en las fiestas de antes, Donna, Valerie y Mellanie me "enseñaban a bailar". Al menos eso intentaban, yo era un caso imposible. Pero el lado bueno es que ya se más o menos como hacerlo y esa noche di lo mejor que pude de mi, y creo que se notó.
—¿Entonces? ¿Qué planeas hacer?—preguntó Valerie mientras bailábamos.
—Aún no sé—dije, y era cierto, no había pensado en el asunto. Lo mejor sería que le dijera todo en persona, pero no sólo quería que supiera la situación, sino que me recordara, incluso en sus recuerdos más lejanos. Entonces se me ocurrió una idea.—Tengo planeado decírselo y además darle una carta, así quizás me recuerde.
—Y ¿cuándo piensas hacerlo, Par?—preguntó Valerie algo sorprendida. ¿De qué hablaba? Aún tenía tiempo.
—No se, tal vez mañana—respondí como si fuera la respuesta más razonable.
—¿¡Mañana?! Mañana no podrás, Pat!—gritó Valerie con su aguda voz.—Por eso preguntaba, te queda muy poco tiempo. Mañana por la mañana ellos tomarán un avión y se irán a vivir a Boston.
—¿Qué? ¿Ellos se irán?
Valerie sólo se apartó un poco de mi, aún tomándome del hombro y nuestras manos sujetadas, y asintió lentamente. Yo agache mi cabeza. No podía creerlo. Ya nunca volvería a ver a Mary Lynn. Eso cada vez se acercaba más a un final. A mí final. En esos momentos la carta ya no era opcional, sería lo único con lo que Mary Lynn me recordaría. Pronto sentí los brazos de Valerie alrededor de mi. Me estaba abrazando. Yo no era de las personas que daban abrazos, pero en ese momento yo sé lo devolví.
Me alejé de la pista y enseguida me acerqué a la entrada del salón. Ahí había un par de guardias, a quienes les pregunté si tenían una hoja y una pluma negra que me pudieran prestar. Por suerte si tenían aquello. No salí de aquel lugar, ahí mismo conseguí escribir la carta.
Una vez que terminé, me encaminé a la salida del lugar para dejar la carta en una mesita que había ahí para que, cuando la fiesta acabara, Mary Lynn pudiera abrirla y leerla. Pero cuando apenas iba a dejar la carta en la mesita, Mary Lynn entró y pronunció un suave, silencioso y nostálgico:
—¿Ya te vas?
Asentí.
Era lo único que podía hacer. Me habla quedado sin palabras. Parece que alguien me había arrebatado la voz, lo que me impedía hablar y responder con palabras la pregunta que me acababa de hacer Mary Lynn.
—Aún falta mucho para que acabe—dijo Mary Lynn algo triste, casi como si me rogara que me quedara más tiempo.
Negué.
Eso era lo único que podía seguir haciendo. No se si habrá captado que lo que le quería decir era que no me quedaría y que ya era mi hora de irme. Mi hora para decir, finalmente, adiós.
—Pat, el caso es que tú eres alguien muy importante para mi, eres como mi hermano...—comenzó Mary Lynn. Sentí como mi corazón sufría una grieta mientas en el retumbaba la palabra hermano—...y no puedo dejar que te vayas ahorita porque hoy será el último día que te vea porque mañana por la mañana me iré a Boston. Me iré a vivir con él—sentí otra grieta en mi corazón, ahora retumbaba la frase con él.
Era tiempo de decírselo. Decir lo que sentía en esos precisos momentos. Di un paso hacia atrás, no fue mucho, pero fue suficiente. Debí haber puesto una mirada extraña en mi rostro, ya que preguntó si pasaba algo. No sentía la valentía suficiente para decirle la verdad, pero intenté.
—Sé algo, eres mi mejor amiga—dije, pero no como debí, y creo que descubrió de lo que todo se trataba. Tal vez ya sabía que yo estaba enamorado.—Y, mira, la gente comete errores. Yo, por ejemplo, he cometido miles de millones de errores, pero he aprendido de ellos. Sé que lo debí decir antes, pero no sabía como, y el problema es que yo estoy enamorado de ti. Lo he estado siempre, y no creo que pueda olvidarlo fácilmente porque en este muy corto periodo de tiempo en el que llegaste por sorpresa me diste el mejor regalo. Tú eres Mi Mejor Regalo (My Best Gift), y es algo que nunca cambiará. No importa si dejo de estar enamorado de ti, será imposible olvidarte y todo aquello que me atrapó. Todo eso se quedará siempre en un pedazo de mi corazón que está completamente reservado para ti y solamente para ti. Y me creo que nada de esto cambie hasta que muera, y tal vez, aún así, no lo olvidaría. Y sé que por esto he sufrido mucho, pero prefiero sufrir mil veces más a diario a perderte para siempre. Por eso quiero darte esto—saqué la carta que tenía dentro del saco y se la entregué a Mary Lynn.—Quiero que me recuerdes tan siquiera en tus recuerdos más lejanos. Qué mañana cuando me dejes, estas memorias se queden y te sigan. Pero prométeme que no me olvidaras.
Mary Lynn comenzó a abrir la carta. Pero impedí que lo hiciera, le dije que sería mejor si lo hacía cuando llegara a Boston. Entonces ella comenzó a asimilar las cosas par saber qué decir. La conocía, le importan todas las personas, por alguna extraña razón. No quería herirme.
—¿Después de todo este tiempo? Pat, ¿porque no me lo dijiste durante los días que estuvimos juntos? Sabes que estoy algo tonta para esta clase de cosas—dijo soltando una risa mientras lágrimas caían de sus ojos a su rostro.
—Creí que tenía que esperar más—dije encogiéndome de hombros las de pausa limpiarme las lágrimas que apenas iban a salir.
—Pat, pero tú viste cómo terminaron las cosas la última vez que hiciste eso—dijo Mary Lynn mientras más lágrimas caían y se acercó a mí para darme un abrazo. Disculpa. Despedida. Afecto. Esa sería la última vez que la abrazaría. La última vez que la vería. Traté de cambiar el tema.
—Y ¿ya lanzaste el ramo?— pregunté despegándome de ella y soltando una pequeña risa. Ella asintió.
—Lo atrapó Melanny—dijo Mary Lynn antes de que comenzaran a entrar personas con varios paquetes de rosas, una gran pancarta, un grupo de bailarines y pétalos de rosas que iban cayendo.
—¡Wow! Tú y Elliot se esmeraron—dije al ver todo lo que habían traído. Pero había algo extraño, Mary Lynn parecía muy sorprendida.
—Nosotros NO ordenamos eso—dijo Mary Lynn mientras seguía viendo a las personas y lo que llevaban.
A lo lejos se oyeron gritos de emoción, entonces decidimos asomarnos. No sé si fue coincidencia, que Melanny haya atrapado el ramo, si ya estaba planeado pero Albert estaba arrodillado en medio de la pista sujetando un anillo com la mano enfrente de Melanny, las flores los rodeaban al igual que el corazón hecho de pétalos de rosas, y la pancarta decía "¿Me harías el honor de ser mi esposa?" Melanny aceptó. Los bailarines comenzaron a hacer sus acrobacias y bailes junto a ellos. Mary Lynn y yo volvimos a dónde estábamos.
—Creo que ya tengo que irme—dije y me encogí de hombros y agache la cabeza.
—Adiós, Gorrito, ojalá nos volvamos a ver—dijo Mary Lynn.
No pude evitar sonreír cuando me llamó por el apodo. Pero tampoco pude evitar derramar algunas lágrimas cuando salí del salón y me subí al taxi y miraba hacia el cielo a través de la ventana. Me sentía perdido.
Estaba perdido.

Estrellas ColapsandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora