capítulo XX

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Bothell en las horas de la mañana era fantástico, junto a Gustave caminábamos junto a una cafetería y recordamos nuestra primera cita y moccachinos, decidimos ir a por uno de esos y pedimos donuts de muchos colores ya que él sabía cuánto las amaba e insistía en darme de comer, lo acepté y la mitad del glaseado se dispersó por la comisura de mi labios, de pronto Gustave se acercó a mí y comenzó a darme pequeños besos en el lugar donde estaba posado el confite, absorbiendo aquello. Eso me hacía estremecer. La sonrisa que esto le provocaba iluminaba su rostro y me provocaba extrañas sensaciones en mi interior, cuando sonreía todo desaparecía alrededor.

Basta cariño, basta.

Repetía esas palabras pero era extraño, mis palabras no eran oídas por Gustave, comencé a hablar más fuerte sin embargo nada cambiaba. De pronto todo comenzó a difuminarse delante de mis ojos y un momento después no había nada.

-Cariño, despierta.

Era la voz de papá.

Abrí poco a poco los ojos y me di cuenta de que estaba en una habitación de niñas, la cubierta era rosa y tenía una familiar imagen de ángeles jugando entre nubes, era mi habitación en la casa de mi padre. Estaba tumbada y mis brazos estaban rodeados con cables o mangueras, no lo sabía, observé a mí alrededor y vi a papá, a mamá, una mujer extraña y los chicos. De pronto se me vinieron a la cabeza las imágenes de casa de Gustave, la llamada de Alicia, un automóvil frente a mí... Las lágrimas que se acumulaban en mis ojos eran incontenibles y se derramaron en mis mejillas, cerré los ojos con fuerza y deseaba no haber despertado. Clarie se acercó y me abrazó.

- Tranquila nena, todo estará bien.

Pero, ¿Lo estaría realmente?

- Cariño, ¿cómo te sientes?

- No, no lo sé, papá.- Ni siquiera había pensado en eso, y Gustave ni siquiera estaba aquí.

La mujer desconocida se acercó hasta mí y comenzó a hacerme revisiones, me preguntaba quién era y por qué no estaba en una clínica. Un momento después papá me aclaró que era Isabella, su amiga y encontró necesario que ella se preocupara por mi salud antes que un médico que nadie conocía. Mamá estaba allí y me miraba preocupada, sonreía pero esa sonrisa no le llegaba a los ojos, Logan se veía cansado sólo se había levantado del asiento para besarme y darme un delicado abrazo y yo, yo no sentía nada.

Isabella le pidió a papá y a mamá salir para charlar y Logan fue en busca de algo de comer. Quedábamos Clarie y yo.

- ¿Gustave sabe que me ocurrió?

- Si, le hablamos para contarle pero a nuestros móviles se les agotó la batería y no hemos sabido nada de él.

- Ya veo.

- ¿Cómo te sientes de verdad? Digo, sentimentalmente porque física ya podemos notarlo.

- ¿Tan desastrosa me veo?

- No, nena.- sonrió.- pero vamos, cuéntame cómo sucedió esto.

- No me escuchó. Maldita sea no lo hizo.- intenté no volver a llorar pero mi pecho se oprimía y me costaba hablar.- Él, él se iba a ver con Alicia.

- No lo creo, es un desgraciado.

- Luego de eso me marché muy furiosa, y lo último que recuerdo es que no presioné el freno cuando debía.

-tu padre nos comentó que un señor contestó tu móvil y le dijo lo que ocurría, en ese momento te trajo hasta acá y ya estaba Isabella esperando por ti.

eróticamente enamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora