Capítulo XXVII

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Estuve casi una hora apoyada en el volante esperando deshacerme de las lágrima que se resbalaban por mis mejillas. Luego de un momento limpié mi rostro y fui al mejor lugar que podría elegir.
Me situé a un par de kilómetros más abajo de mi casa, en un campo solitario salvo por unos cuantos pájaros y lleno de hierba comenzando a crecer.
Pensé en todo. En sus falsas palabras de aquella noche en la playa, en cada uno de los momentos que vivimos -últimamente hacia eso siempre- y no entendí en qué fallé para que lo hiciera maldita sea. Volví a confiar en un hombre después de Neil y se repite otra vez, ¿acaso siempre sería igual? ¿siempre me verían tan frágil para engañarme? Le di todo, eso me dolía más que nada. Me había entregado a él por completo y no exactamente por haber hecho el amor por primera vez, sino porque era la primera persona a quien sentía que era parte de mí, que no tenía miedo de gritarle que le amaba y con quien me había sentido en el cielo. Era totalmente perfecto todo lo nuestro, era lo que siempre había querido y todo se fue por la borda. Quizá estaba siendo egoísta al recriminarle su engaño por haberle dejado por Neil, sin embargo yo nunca lo hice porque realmente me apetecía ni tampoco me acosté con él. Pero Gustave sólo tuvo valentía para decirme que estaba borracho. Era la excusa más usada y asquerosa del mundo.
¿qué haría ahora? Mi vida se iba derrumbando poco a poco y no podía impedirlo. Detestaba pensar que Alicia en estos momentos se estaría burlando de mí, ella y Neil tenían razón; ella porque había tenido todo lo que yo amaba y le fue muy fácil arrebatarlo, que nadie me valoraba en realidad y sólo los libros eran lo mío y él porque traté de ingresar en un lugar donde no encajaba, con chicos mujeriegos y sin corazón... no lograba entender cómo pude enamorarme de alguien como Gustave.
Permanecí allí hasta que el sol se ocultó tras las colinas y comenzó a aparecer la luna junto con un aire frío. Había apagado el móvil para no saber de nadie y probablemente mamá se estaría preguntando dónde he estado, se suponía que ya había salido del instituto así que me incorporé con la mejor actitud posible para que mi estado de ánimo pasará desapercibido y fui a casa.
Allí, mamá preparaba la cena y al entrar me preguntó por qué había llegado a esas horas pero simplemente le miré y me pidió que habláramos luego, me dirigí a mi habitación, dejé el bolso y fui al lavabo a por una ducha. El agua cayendo sobre mí fue un alivio, era como si cada una gota que caía le decía a mi cuerpo que todo estaría bien y éste se relajaba, ojalá las cosas pudieran estar bien.

**********
En la cena mamá sólo se limitó a comentar cosas sobre el trabajo, la universidad, la última semana de clases y yo le respondía cabizbaja... Sabía que no me preguntaría que ocurría a menos que yo quisiera contarle pero no, no lo haría porque no pretendía unirla a mis tristezas y malos momentos.

**********
En la madrugada desperté quince veces y al mirarme en el espejo por la mañana era un asco. Dudé si ir al instituto pero como eran los últimos días necesitaba ver todas mis calificaciones para saber si podría tener posibilidades en la universidad de Boulevard.
Clarie y Logan me llamaron innumerables veces y Gustave el doble de eso, infinitos mensajes de disculpas y diciéndome que si no le respondía vendría a buscarme. No lo hizo. Otra mentira más, pensé sarcástica. Me dirigí a clase y mis amigos se acercaron a preguntarme que había ocurrido exactamente pero les pedí que me dejaran sola, no quería voces a mi alrededor ni escuchar sobre Gustave. Lo lamentaba por ellos.
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Los próximos días él no apareció por el instituto y se lo agradecía, verlo empeoraría todo. Había pensado sobre todo y decidí hacer algo realmente bueno con mi vida, más que llorar por hombres y pensar en el amor. Dejaría atrás todo, al fin y al cabo quedaba sólo el día de mañana para salir del maldito instituto y saber si me habrían aceptado en la universidad. Me enfocaría en ser la mejor escritora que haya existido. En perseguir mis sueños y si lo lograba, estaría inmensamente feliz al saber que en algún lugar del mundo alguien leería aquellas historias. Esas historias que pensé alguna vez ser increíbles, que se habían convertido en infidelidades, mentiras y desconfianza. Aconsejándole a cada persona que el verdadero amor es aquel que uno puede sentir dentro de su piel con sus logros, persiguiendo sus sueños y no aquel que le prometen terceras personas. El amor lo crea uno. Nadie puede amarnos más que nosotros mismos y ese es el amor más dócil y puro que pueda existir. Amar los libros, el sol, las flores, las computadoras, los animales, la familia. Algo que no te hace temer de perder ese afecto y que, si pierdes el amor de alguien, debes dejarlo ir porque si hubiese sido puro, permanecería, que hay que ser feliz sin dejarnos derrumbar por nada, mucho menos otra persona que no vio lo valiosa que podrías ser. Ese es mi pensamiento y seré muy feliz si alguien llegara a leerlo más adelante.
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Llegué a casa y cuando apagué el motor sonó el móvil. Número desconocido.
- ¿Hola?
- Annie. Por favor no cuelgues, sólo escúchame.
Como no respondí prosiguió a hablar.
- Vale, pues sí no has colgado es porque me oyes-soltó una risa nerviosa y forzada- nunca he... he hecho esto y espero sirva de algo. Sé que cometí un error y lo lamento mucho pero por primera vez en mi vida me siento acorralado, asfixiado y no sé que hacer o decir. Lo de Alicia fue una tontería, te juro por lo que quieras que no sentí nada, me sentía frustrado. Esa noche te busqué por toda la puta ciudad y no estabas. Yo... yo creía que no volvería a verte-se le cortó la voz- y no podía imaginarme sin ti. Me emborraché y apenas podía mantenerme de pié cuando Alicia llegó. No trato de excusarme con esto, simplemente quiero decir que no medí ni pude controlar la situación. Lo peor de todo esto es que sé que debes sentir, que soy igual a Neil y no- comenzó a llorar- te amo con toda mi alma y jamás querría hacerte daño, desde la primera vez que te vi me dije a mí mismo que serías la mujer que estaría para siempre conmigo, que tú serías la madre de mis hijos. Sé que suena estúpido pero en serio lo pensaba y aún lo pienso, no me resigno a perderte y haré lo imposible para que vuelvas a confiar en mí y poder superar esto. Esto es un asco pero nos hace malditamente felices, tú me haces feliz. Esto... esto es como lo que no debe pasar pero pasa, como cuando pides un deseo a las estrellas fugaces y cuando se cumple eres demasiado estúpido como para creerlo. Eso creo, creo que todo el tiempo que estuvimos juntos fue un sueño, me mantenías en las nubes y no voy a dejar que eso acabe. No lo haré porque te amo y...

No lo soporté, ya no podía y me obligué a colgar. No volvería a verlo y tampoco permitiría que sus palabras me llenaran otra vez.
Entré a mi habitación y volví a llorar, estaba desolada y cuando ya me costaba respirar tocaron la puerta.
Era Clarie.
- Hola, nena. ¿puedo...?
- Pa...pasa.
Aquí estábamos otra vez, ella abrazándome y yo derramando lágrimas. Estuvimos en silencio y cuando logre recuperar la compostura sólo dijo ocho palabras.
- Lo superaremos nena, como siempre lo hemos hecho.
Y se quedó allí junto a mí hasta dormirme, sin cenar siquiera.

********
Por fin, el último día de clases, llegué atrasada y no me importó en absoluto, de hecho, me dirigí al lavabo a percibir si todo estaba normal en mi aspecto aunque en mi interior desconocía esa palabra. Me arreglé un momento el cabello y apliqué cierto maquillaje en algunos lugares.
Salí rumbo al salón y lo vi. Gustave estaba saliendo de una oficina cuando nuestras miradas se cruzaron, en esa milésima de segundos noté su dolor, me quedé allí quieta, como una tonta mirándole hasta que fui capaz de apartar la mirada, me giré y comencé a caminar pero él me tomó del brazo y me negué a observarle otra vez.
- Por favor hablemos.
- Necesito entrar a clase, déjame.
- Annie...
- No- interrumpí- no, no y no. Ya no quiero escuchar tus palabras, tus mentiras. No te imaginas como me siento y sólo quiero marcharme de aquí y olvidarte, no quiero que lo hagas más difícil.
- No quiero que me olvides, no puedes.
- ¿No puedo? Puedo olvidarte, puedo enamorarme, puedo acostarme con quien quiera, puedo amar sin tener que consultártelo porque yo sé lo que hago y si quiero olvidarte, lo haré. Así como lo que tú lo hiciste con Alicia.
Noté como las palabras que salían de mi boca eran como cuchillas en su rostro. Pero no, no debía hacer otra cosa, ya no sería la tonta que perdonaba todo.
Iba a hablar cuando de la misma oficina salió el director.
- Señorita Hamilton, si ha asistido a clases le sugiero que lo esté. Así que vaya a su clase y tú, Gustave deberías marcharte, ya tienes los papeles.
Iba a irme cuando Gustave me apretó el brazo para impedirlo.
- Te amo, por favor recuérdalo, si recuerdas eso me recordarás a mí.
Me soltó y se marchó sin más.

eróticamente enamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora