Otro hermoso día el Seattle y me sentía mejor, al parecer quedarme en casa iba a ser un error y lo mejor es que mis amigos se preocupaban por mi estabilidad sentimental.
Luego de ducharme, busqué algo ligero de vestir para salir a correr, era la mejor forma de eliminar los malos pensamientos pero mientras lo hacía sonó mi móvil, me impresionó ver que Gustave era quién llama y con un hilo de voz por fin logré contestarle
- ¿hola?.- puedo asegurar que sonreía.
- hola Annie, ¿cómo estás hoy?
-bien gracias.- estaba sin palabras, sólo el hecho de hablarle me causaba sensaciones extrañas.
- me alegro, supongo que te debes de preguntar porque te llamo y bueno, lo hago porque quería saber si te interesaría tomar un café conmigo esta tarde.- vaya, va al grano, es el primer chico que no me llena de palabras bonitas para invitarme un café.
-vale, dime a el lugar y la hora.
-paso por ti a las siete menos cuarto, ¿ok?- su voz sonaba con algo de entusiasmo, me sorprendía que no fuese la única que se sentía así y además, sabia mi dirección, mmm... debí suponerlo si tengo a Clarie que se dedica diariamente a buscarme un novio.
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Había dormido una siesta y estaba atrasada, me duché y me vestí rápidamente; iría con unos vaqueros negros ajustados que me regaló Clarie, una playera azul y unos tacos de color café, mi madre decía que los tacos me sientan bien, por último me apliqué un poco de rímel y estaba lista cuando llamaron a la puerta.
-hola, Annie, uau... estas... muy... guapa.-tartamudeó Gustave mirándome completa y sentí que mis mejillas ardían, él llevaba una camisa roja, unos vaqueros petróleo, unas vans y se veía realmente guapo.
-gracias, tú también estás guapo-balbuceé- ¿hora de irnos por ese café?
-hora de irnos- y me sonrió entusiasmado.
Llegamos a la cafetería y nos sentamos al lado del ventanal, con vista al mar y mientras bebiamos de nuestro moccachino y comíamos galletas, platicamos de nuestras vidas.
- ¿así que has cortado con tu novio porque te ha sido infiel?
No puede ser que los chicos le hayan hablado de eso, tal vez pensaba que invitarme un café es algún tipo de consuelo, funcí el ceño ante esa idea, no estaba muriéndome por nadie para que viniera a consolarme de esta forma.
-si, la verdad es que una infidelidad no se perdona, a pesar del amor que sientas por esa persona es un daño irreversible y si realmente una persona te quiere como dice hacerlo no lo cometería, amor es respeto, confianza, honestidad y sin esos complementos no funciona nada, pero tampoco es el fin del mundo, alguien puede querer a muchas personas en la vida y no debes quedarte en algo que te hace daño, seguir adelante porque luego de la tormenta sale el sol y aquí estoy, con un chico que sale conmigo por cuenta de mis amigos para subirme el ánimo, creeme que no estoy tan mal para esto- sonreí irónica.
Gustave quedó boquiabierto ante las palabras que le acababa de decir, luego de un silencio incómodo respondió por fin.
-Annie, creo que tienes un muy mal pensamiento de mí y de ti misma, quiero aclararte que yo no invito a nadie por que alguien me lo pida, ni aunque me ofrecieran dinero, si yo quise pedirte esto fue porque me agradas y quería conocerte más para ser amigos, totalmente ageno a lo que crees, ¿piensas acaso que no eres guapa y divertida para que alguien te invite a salir? - me sonrió y nuevamente sentí un incendio en mis mejillas, permaneció pensativo un rato y acariciándose la barbilla dice
-tienes un buen concepto del siguiente paso después de una infidelidad, eso me gusta, te encuentro la razón.- ¿quién te dijo que había cortado por una infidelidad?
-nadie Annie, me enteré por mi propio esfuerzo.
-¿esfuerzo?- no lo entiendo, él no conoce a Neil y dudo que a sus amigos.
- si, cuando una persona me interesa, investigo todo sobre ella; para mi suerte y tú desgracia estás sola luego de un idiota que no te valoró y tengo que aprovechar esta circunstancia.
-¿quieres decir que te intereso?- estaba boquiabierta, sentada frente al chico más guapo de un instituto que conozco solo en fotografías, tomando un café y escuchando declaraciones, sentía que mis mejillas ya no podían estar más rojas.
-muchas preguntas para nuestra primera cita señorita Hamilton- sonrió picaronamente ¿«primera cita»? ¿acaso esta es una? ¿quiere decir que habrán más?
Acabamos el café y nos dirigimos a mi casa, hacía frío y olvidé mi suéter y a ratos me dan escalofríos.
-ten mi chaqueta, puedes enfermarte y no quiero eso.-dijo Gustave y situó su abrigo sobre mis hombros.
Cuando llegamos a mi casa bajó del Audi apresuradamente para abrirme la puerta, era tan guapo, su caminar era decidido y hoy me di cuenta de que tiene como costumbre mirar fijamente a los ojos por unos segundos y eso es intimidante, me desconcertaba.
-gracias por la invitación y alegrar mi tarde, fue lindo estar contigo hoy-sonrío dulcemente.
Él se acercó y sentí su respiración a centímetros de mí, me acarició la mejilla con los nudillos y se acercó mi oído
-fue un placer para mí, ojalá todas mis tardes de café fueran de esta forma.- me dió un beso casto en la mejilla y se marchó sin más, girando las llaves en su mano alegremente.
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Revisé unos trabajos para mi instituto en la habitación y de pronto apareció mi madre
-hola hija, ¿que tal el día?
-alegre mamá, ¿llegaste hace mucho?
-no, hace un par de minutos pero me encontré con Neil afuera.
-¿dijo algo?- rodeé los ojos, nunca me dejaría en paz.
-si, dijo que había tratado de comunicarse contigo pero no hubo caso y tuvo la necesidad de venir pero como no estabas, pidió que lo llamaras cuando pudieras, por favor.
-vale, gracias mamá pero ya no caeré en su juego.
Mi madre sonrió satisfecha
-así se habla hija mía, me voy a dormir, buenas noches.-buenas noches.
Había sido un día muy agotador, Neil no se cansaba de fastidiarme y eso me frustraba, pero no dejaría que arruinara mi tarde con el chico guapo-intimidante.
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eróticamente enamorada
Romance¿Annie se siente atada al amor que siente por Neil ó al placer sexual que le causa Gustave?