Capítulo XXII

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Nunca en toda mi vida había tomado tan en serio el hecho de que otra persona me dijera "te amo", al oírlo me quedé estupefacta y eso era bueno y a la vez malo porque me hacía cuestionarme si Gustave lo decía porque realmente lo sentía o para erradicar alguna de sus acciones mal hechas. De todos modos mi diosa interior que hacía un millón de días que no tenía ni la más mínima idea de donde se encontraba, danzaba con un vestido de terciopelo muy sexy y su expresión me decía "hey, necia. Te ha dicho te amo, tu encanto lo ha enamorado" pero, ¿estaba justamente enamorado de mí?


Dejé pasar tiempo y le pedí a Gustave que nos reuniéramos otro día, ya que no me sentía bien después de tantos hechos ocurridos últimamente, muchos desagrados, muchos dolores, muchas sorpresas. Mucha desconfianza. Había perdido todo el espíritu sobre el amor después de haber hecho tantas cosas contra él; quería regresar con el chico intimidante pero no sabía si sería correcto después de todo. Necesitaba relajarme un poco y luego pensar más profundamente.


*******


Desperté sobresaltada en medio de la noche producto del sonido de mi móvil, lo inspeccioné y tenía variados mensajes en WhatsApp y una llamada perdida.


02:17 am.


Gustave Bradley


Debes estar dormida pero necesitaba decirte que a pesar de haberte visitado hoy, te extraño.


02:24 am.


No dejo de pensar en ti.


02:56 am.


Estoy escuchando nuestras canciones y recordado cada momento que vivimos juntos, quizá me parezca a la mayoría de las mujeres luego de una ruptura. Estoy bebiendo aquel alcohol con pegatinas rosas que tanto amas. Me recuerda cuando te pedí ser mi novia, ojalá pudieras serlo todavía. No estoy borracho. Si es que llegas a pensarlo.


03:06 am.


Dios, estoy pésimo. Me estoy humillando, maldita sea.


Sus mensajes me hicieron suspirar y me regañé a mí misma por no haber atendido el móvil pero de pronto llegó otro mensaje


03: 21 am.


Logré despertarte, ya era hora. Estoy abajo, necesito verte y además tengo una sorpresa para ti.





Estaba atónita, ¿desde qué momento estaba abajo esperando a que pudiera ver por fin sus mensajes? No sabía qué hacer, podría salir pero en mi estado me matarían si se enteraran. Me incliné por la ventana y pude verlo allí, con la bebida en sus manos, observándome. Sentí unas incontrolables ganas de abrazarlo y besarlo así que no lo dudé un momento, me puse un jersey y me apresuré a salir, era una locura pero podía sentir en mi corazón que valía la pena arriesgarse ahora.


Tomé las llaves y me dirigí de puntillas a la puerta principal, gracias a dios las pantuflas contribuían con eso, estaba abriendo la puerta cuando recordé algo; no me había cepillado los dientes y odiaba besar sin sentir el sabor a menta, pero no tenía tiempo de hacerlo, regresé a mi habitación y alcancé unas gomas de mascar refrescantes. Rápidamente volví a la puerta y mi corazón cayó a mis pies cuando vi una sombra al lado de ella


- ¿Qué demonios crees que haces?


- Clarie, esto es de vida o muerte, necesito salir de aquí.


- ¿Estás loca? Aún no te mejoras del todo, no puedes salir como si nada y mucho menos a estas horas.


- Suenas igual o peor que mi mamá.


- Eso no importa, es por tu bien.


- Nena, no me hagas esto ahora, necesito ver a Gustave y no te preocupes por mí que prometo cuidarme, haré lo que sea por ti.

eróticamente enamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora