7. Corazón de piedra.

72 11 1
                                    

Me levanto. Tengo mi pijama, pero no recuerdo habérmelo puesto. En el suelo está Kike. ¿Que hace? De repente una banda de tamboriteros suena en mi cabeza. Motosierras la atraviesan y mis ojos no los puedo abrir muy bien.

-Kike... -Digo de un susurro. No me oye.- Kike. -Le digo más alto.
-Mmmh.
-Kikeeeee -Insisto.
-Un poquito más mamá.
-¿Que mamá ni que mierdas? Levantate.

Abre los ojos y me mira. Mira al rededor y sonríe.

-¿Como has dormido enana?
-¿Como es que tengo mi pijama puesto?
-Te ayudé a ponértelo.
-¿Y tus padres?
-Habían quedado con el padre de tu amigo ese raro.
-Se llama Mario y no es mi amigo.
-Por eso lo defiendes.
-Retrasado. -Le tiro un cojín a la cara.
-Enana. -Me devuelve el cojín más fuerte.
-Ay, eso ya duele. -Intento tirarselo pero me para antes de que lo suelte y me coge del brazo. -Ay, ay.
-Ven aquí, tanto ay. -Tira de mi y me pone encima suya.
-Dejame.
-No. Vas a ser mía.
-Nunca.

Otra vez. Esa mirada directa a mi boca.

-Ya se lo que intentas. No lo conseguirás.
-Ya veremos.

Me voltea y se coloca encima mía, aplastandome completamente y dejándome inmóvil.

-Ay, no, para. -Se acerca. Sé sus intenciones. Me rindo. Me va a besar si o si. Cuando está a milímetros, tan poco milímetros que casi puedo notarlo y me he preparado para su beso, noto que se separa. Al abrir los ojos me mira sonriente.
-Lo deseas tanto como yo, y lo sabes.
-Ni lo sueñes.

Se me lanza, esta vez para besarme. Y otra vez. Nuestras lenguas enganchadas. Jugando entre ellas.
Su mano baja, de mi muñeca a todo el brazo, pasa de mi pecho y llega al abdomen, sube un poco la camiseta del pijama. Se está pasando, pero tampoco puedo pararlo. Debería, pero, me gusta sentir su piel con mi piel. Sube un poco más la camiseta. Asoma un poco de sujetador por debajo. No le paro. Me gusta sentirlo. Baja, sus besos bajan por mi cuello. Da aún más placer. No evito echar hacia atrás. Se me acelera el pulso, lo noto. Me cuesta respirar. Pero me da placer. Me gusta esta sensación, es superior, mejor que comer chocolate. O una buena hamburguesa después de una noche de borrachera. Es, no sé, algo nuevo.
Pero de repente algo me frena.
Mi madre. Su imagen. Ella. Cada noche un chico diferente. No. No quiero eso. Quiero algo diferente. No amor. Pero tampoco sexo salvaje.

-Para, para.
-¿Qué pasa? ¿No te gusta? ¿No beso bien?
-No es eso, sólo que...
-¿Qué?
-Que nunca...
-¿Me estas diciendo que nunca lo has hecho?
-No.
-Y yo que te tenía por...
-¿Una zorra?
-Una chica con genio, que disfruta del sexo, pero no quiere cuentas con nadie.
-¿Pensabas utilizarme sólo para tener sexo?
-No... -Dice avergonzado.
-Vete. Me estás mintiendo.
-Pero...
-¡Vete!

Agacha la cabeza y se va. Sinvergüenza. Sexo y me olvido de ti. Cerdo. Asqueroso.
Me visto y decido dar una vuelta.
No me conozco nada, pero prefiero irme.
Mientras voy andando voy viendo parejas felices. Que asco. Tan juntitos, cogiditos de la mano. Ay, que feliz soy, tengo esa persona especial a mi lado, bla, bla, bla, no sabe que soy un cerdo que le pondrá los cuernos, bla, bla, bla, sólo quiero sexo con una prostituta, ya que mi mujer no me lo da, bla, bla, bla. Asco me dan esas parejas. Van de felices y viven amargados.
Prefiero ser una soltera. Me empalaga esa gente.
En el ventanal de una cafetería veo a Mario, con Melissa. La odiada e insoportable rubia de bote, tetas de relleno. La coge de la mano. Que asco, sus cuidadas y suaves manos de porcelana, cuidadas por profesionales, según ellas muy famosos, ¿famosos de que? Yo no he oído hablar de ellos.
Me apetece interrumpir el momento.
Entro.

-Hola Mario.
-Eh... Hola... Roxy. -Veo que se sonroja. Bien Roxy, incomodas.
-¿Hola? Estorbas, bicho.
-¿Que dices? ¿Que me siente? Que agradable eres Meli. -Mario suelta una carcajada.
-Me llamo Me-li-ssa. -Mirada de odio hacia Mario y a mi.
-Ah, perdón, Me-li-ssa. -Otra carcajada de Mario. Cuando sonríe es adorable.
-Uh, ¡niñatos! -Se levanta y se va.
-Adiós Me-li-ssa, gracias por invitarme a quedarme.

Sonriente y triunfante me siento enfrente de Mario. Su mirada es intimidante. Esos ojos negros, intensos y ese tupé que, no se que tiene este niño, es adorable a la vez que odioso.
Me espera sonriente. Que sonrisa, es preciosa.

-¿Qué quieres Roxy? ¿Cómo te va con tu hermano? ¿O es tu novio?
-Ni sueñes, que asco eso de querer a alguien.
-Se me olvidaba tu corazón de pierda. Pienso que has sufrido mucho y te has creado una coraza. Pero querida, nadie es capaz de no querer a alguien.

Nota de la autora:

Bueno, bueno, hoy es jueves y como ayer, ya que estaba mala, no pude publicar capítulo, lo hago hoy, aquí estamos ya en el capítulo 7 ay, que rápido va pasando todo. ¡Ya son 180 leídas! Son poquitas pero me encanta como han subido.
Espero que os haya gustado este capítulo, algún comentario, ya sabéis. ♥

¿Finales Felices?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora