18. Amigos con derecho.

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Me sentía feliz. Es extraño, porque jamás había conocido esta felicidad, pero lo estaba.
Inexplicable.
Estaba en una nube. Era un sueño.
Me desperté, dudaba si había sido un sueño o todo esto era real, miré a mi alrededor y estaba sola. Temía se que hubiese sido un sueño, pero esta no era mi habitación, ni mi casa. Esto me confirmaba que había sido real.

-Por fin te despiertas.

Sale sonriendo del baño. Iba en calzoncillos. Solo en calzoncillos. Y le quedaba tan bien ir así. Aunque estaba genial sin ellos.
Se acerca.
Se arrodilla en la cama.
Me besa.
Su mano pasa por mi nuca acercando más nuestro beso.
Nos separamos.

-¿Que hora es?
-No lo sé, serán como las ocho. -Ni se inmuta y pasa un mechón por detrás de mi oreja, mirándome fijamente a los ojos.
-¿¡COMO!? Tengo que irme.
-Quedate un poquito más, diles que dormirás con Jamie, venga. -Pone cara de pena y arruga el morro hacia abajo.
-¿Por qué?
-Para dormir juntos. -Sonríe ilusionado como un niño pequeño.
-Pero esto no es nada serio.
-Nada. Solo amigos con derecho. -Me tiende la mano.
-Amigos con derecho. -Le devuelvo la mano.

Se lanza, me besa y me tira en la cama.
Me besa por el cuello y me sujeta fuertemente las manos. No me deja escapar. Besa todo mi cuerpo.
Quiere repetir.
Y me gustaría, pero estoy demasiado agotada.

-Lo siento. Mario, no puedo. Ahora no.
-Claro. Entiendo. -Hace una mueca extraña y se separa.

Envío un whatsapp a mi madre; a mi nueva madre. Le aviso que como tenemos que hacer un trabajo, dormiré en casa de Jamie.

-¿Te puedo besar?

Mario me mira confundido. Posiblemente ni él cree lo que acaba de decir.
¿Quiere besarme?
Yo muero de ganas por que lo haga. Adoro sus besos. Son dulces, tiernos y a la vez salvajes. Una combinación de todo.
Sonrío y me lanzo.
Acabo sentada encima suya. De su... Amigo. Sus manos bajan a mi culo e inevitablemente muevo mi culo hacia delante y hacia atrás lentamente. Noto como su pene se va endureciendo. Yo voy en ropa interior, pero noto que dentro de nada ya no estará ahí. Mario juega con el borde de mi tanga, lo dobla, lo baja un poco, luego lo sube y pasa sus dedos por debajo del hilo.
Los besos van subiendo de tono.
Y las manos de Mario suben hasta mi sujetador.
Segundo asalto.
Me preparo... Pero... Para.
¿Que?
¿Que hace?
Me baja de encima suya y me sienta al lado.
Maldito.

-Lo siento, estoy cansado. Ya seguimos mañana. -Me sonríe y me besa.
-Serás capullo. -Me tapo con las sábanas.
-¿No querías no hacerlo? -Sonríe muy pícaro.
-Te odio.
-Jamás podrás odiarme. -Me besa. -No puedes odiar a alguien a quien quieres.

Le miro mal y a la vez aguantandome la risa. Tiene razón en la parte de que jamás podré odiarle, pero no le quiero.

-Buenas noches imbécil.
-Buenas noches tonta.

Nos giramos cada uno hacia un lado, agarrando lo mas fuerte nuestra sábana, no soltándola, por si acaso el otro se la lleva.

A media noche me despierto sintiendo un peso encima, como suponía Mario tiene medio cuerpo encima mía.
Intento deshacerme de él empujándolo pero nada, ahí se queda. No mueve ni un dedo. Decido deslizarme por la cama hasta el suelo. Después me pongo en pie y decido dar vueltas por la habitación. Enorme. Me pongo una camiseta de Mario. Me cruzo de brazos y miro a través de la ventana. La luna está llena e ilumina el descampado de enfrente, que al parecer tiene un pequeño lago. Me gusta. Me hace sentir pequeña. Un pequeño detalle del mundo. El lago es pequeño como lago, pero enorme a mi lado. La luna se ve preciosa encima de él y las estrellas la acompañan decorandola, como si de una falda se tratarse.
Respiro hondo. Me recuerda a la casa de la playa. Donde vivimos mi madre y yo por cuatro meses. Debió ser precioso vivir allí por mucho tiempo. Envidio al que compró la casa.
Noto un aire cálido en la nuca. Que ya me suena.

-¿No crees que es demasiado pronto como para que estés aquí?
-¡No me dejabas dormir!
-Entonces, no durmamos.

Me gira. Me empuja y me apoya contra la ventana. Noto el frío cristal, pero no me molesta. A la vez noto la calidez de sus manos. Recorriendo cada parte de mi cuerpo. Acariciandolo. Suavemente. Me levanta su camiseta.

-Te sienta muy bien. Pero te prefiero sin ella. -Sonríe. -Aunque te la puedes poner cuando quieras. Pero después.

Me la quita de un tirón y me quedo desnuda. Completamente, solo tenía la camiseta de Mario.

Y el resto prefiero no explicarlo, Mario es demasiado bueno, y no hay palabras que lo describan.
Aunque por otra parte no tiene competencia, es el primero.

Nota de la autora:

Hola, hola. Perdonad mi ausencia es que estoy algo malilla y no tengo tiempo, pero bueno, os aviso que cambiaré el día de publicación, a partir de la semana que viene publicaré los domingos, espero que os esté gustando tanto como a mi.
MUCHAS GRACIAS💓

Y bueno, ya que llegamos al fin a 1k de leídas solo quería deciros que no encuentro forma de recompensarlo, si queréis dar alguna sugerencia, ya sabéis ♥

¿Finales Felices?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora