CAPÍTULO IV

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Ya han pasado dos semanas después que mi padre fue asesinado y en realidad esas dos semanas se me han pasado muy lentas. Después de la Ceremonia, la gente que trabaja en el Palacio dijeron que yo debo vivir con mis tíos y enterramos a mi padre en el panteón de la ciudad que todos usan.

El gobierno de la ciudad, o sea la nueva Alcaldesa no ha dado seguimiento con la investigación de quién mandó a asesinar a mi padre, o tan siquiera por qué lo hicieron. Pero yo no me voy a quedar con los brazos cruzados.

Hoy es un lunes como cualquier otro y ya regresé de la escuela. Mis tíos, muy amablemente me dieron el cuarto de huéspedes para dormir yo pero ahí no me siento a gusto, extraño a mi padre. Ya no tengo figura paterna ni materna.

-Julieta, vamos a comer –me dice mi tía mientras me abraza-. Todo va a estar bien, tranquila. Ahora tu padre está en un lugar mejor.

Finjo que estoy "tranquila" pero es imposible estar así cuando recientemente acabaste de presenciar la muerte de tu padre en manos de unos sujetos.

Comemos tranquilamente todos sin decir palabra alguna, creo que la muerte de mi padre nos afectó mucho.

De repente alguien toca la puerta y mi tía sale rápido a abrirla. Cuando la abre, veo a un GC detrás de ella esperando con una pistola en mano. Sé qué son las pistolas pero no había visto una hasta ayer.

El GC entra sin permiso alguno y se quita las gafas de sol para observarnos detenidamente. Entonces empieza a preguntar:

-Digan sus nombres –su voz suena muy clara y fuerte. Puedo ver que es de tez blanca.

-María Teresa Figueroa Torres –dice mi tía.

-Juan Francisco Castillo Blanco –dice mi tío.

-César Castillo Figueroa –dice mi primo.

-Óscar Castillo Figueroa –dice mi otro primo.

Ha llegado el momento en que yo tengo que decir mi nombre pero algo me da mala espina de que si lo digo, ocurrirá algo.

-¿Y el suyo señorita? –dice el GC.

Yo no soy estúpida así que decido mentir.

-Melisa Domínguez Ortiz –digo mientras me muerdo el interior de la mejilla.

El GC se me queda viendo como una estampa viviente. Entonces se acerca hacia mí y me mira de pies a cabeza. Por suerte aún guardo el cuchillo.

Dos GC más entran a la casa y uno apunta con su arma a mi tío, otro a mi tía y los sacan de la casa.

Entonces el hombre que está enfrente de mí me apunta con su pistola, saco el cuchillo y se lo entierro en el estómago. El hombre cae al suelo y Óscar lo patea en la cara mientras yo le quito la pistola que trae. Entonces salimos corriendo hacia afuera.

Observo lo más inusual que he visto en mi corta vida: una decena de camionetas de color blanco están por toda la calle y muchos GC están sacando fuera de sus hogares a personas. Esto es muy raro.

De repente el GC que apuñalé muy leve sale corriendo a perseguirnos. Corremos y corremos.

-¡Esperen! ¡Mis padres! –grita César.

Entonces empiezan los disparos. Llegamos a la esquina y subimos la pendiente asfaltada llena de GC. No importa, hay que seguir corriendo.

-Julieta, ¡dispara! –grita Óscar detrás de mí mientras corremos.

Dios, qué estúpida soy. Por lo que sé, se jala una palanca para que salga una cosa metálica que puede matar, creo. Entonces jalo la palanca.

Veo cómo caen muchos GC por mi culpa pero no importa. Tenemos que salir de esta parte de la ciudad. Cabe decir que por aquí hay muchos edificios abandonados.

Los GC no se rinden y también disparan, entonces nos escondemos detrás de una camioneta gris, mientras Óscar ve que los GC se están acercando a nosotros. Abro la puerta de la camioneta y veo cinco personas sentadas ahí en los asientos traseros.

-¡Súbanse! –grito y mis primos se suben.

Justo cuando cierro la puerta, una bala da en la cajuela. Entro en el asiento del copiloto y Óscar en el del piloto.

-¿Sabes manejar? –pregunto.

-No –me dice mientras arranca la camioneta.

La camioneta se abre paso sobre la pendiente asfaltada atropellando a muchos GC. Al parecer, Óscar no sabe manejar porque la camioneta da vueltas sobre el pavimento. Oigo disparos a lo lejos pero al cruzar las vías del tren ya estamos seguros.

Hemos dejado a mis tíos allá atrás, no puede ser.

¿Qué está pasando?



La Hermandad (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora