Capitulo 28

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Cuando Mangel llega a su apartamento, Catalina no se encuentra allí. Por un lado le alegra, porque no tendrá que lidiar tan rápidamente con ella nuevamente, mientras que por otro le preocupa, porque no sabe dónde va cuando se enoja y se escapa tal adolescente, y tampoco se ha molestado en preguntarle.

Se recuesta sobre el sofá y piensa en lo que va a decirle cuando la vea nuevamente.

Es obvio que tendrá que pedirle disculpas, aunque le cuesta convencerse de que ella lo perdonará.

"Como si cada vez que te descubren en algo con él y pides disculpas lo hicieras sólo por costumbre, no porque realmente te arrepientes. Y me duele pensar aquello."

Las palabras no dejan de rondar en su mente.

Pero lo peor es que tampoco se arrepiente de lo que hizo.

Y es que besar a Rubén, estar con Rubén es tan diferente de... estar con Catalina.

Sabe que no puede darse el gusto de volver a estar con Rubén, porque no está bien. Simplemente no está bien que él, un chico, esté con Rubén, otro chico.

O al menos esas son las palabras que su padre por tanto tiempo intentó que se quedaran clavadas en la mente de él.

En el fondo sabe que da igual con quien esté. Da igual si es una chica o un chico. Da igual a quien ame, con tal de amar. Lo difícil es que su padre comprenda aquello.

"Te preocupa lo que te digan tus padres a tu propia felicidad. Prefieres hacerlos felices a ellos que a ti mismo."

Las palabras de Paola inundan todos los espacios de su mente, como si una botella de agua se hubiese derramado dentro.

Y Paola tiene razón. Paola tiene toda la maldita razón del mundo pero él, Miguel Ángel, un chico con el nombre del famosísimo pintor que, curiosamente, era gay, no quiere aceptar que tiene toda la puta razón.

Con todas las palabras de todas las personas que ha escuchado y que le han plantado la verdad en la cara, se sume en un profundo sueño.

Despierta al día siguiente, con todo el cuerpo dolorido por haberse mantenido en la misma posición toda la noche.

Vaga por la casa en busca de Catalina, pero no la encuentra por ninguna parte. Comienza a preocuparse más, no es bueno que ella se vaya a saber dónde estando embarazada y haga a saber qué cosas.

El morocho intenta despejarse con una larga ducha, pero aún así la angustia no se va pensando en cómo estará Catalina. Le parece hipócrita de su parte preocuparse ahora por ella siendo que ayer casi ni le importó.

Luego de vestirse, comer, y seguir angustiado por la chica, como por arte de magia el sonido de unas llaves abriendo la puerta irrumpe todo el tenso silencio que abundaba por el lugar.

Mangel observa fijamente la puerta hasta que se abre y la chica entra por ella, llevando la misma ropa y peinado que el día anterior.

- Catalina... - Mangel se levanta rápidamente del sofá y camina a paso lento hacia ella, pero se detiene gracias a un amenazador gesto que le hace la muchacha.

- Ni te acerques – Ordena, y si se pudiesen lanzar dagas por los ojos, Mangel ya estaría muerto.

- Amor... necesitamos hablar... - Casi suplica Mangel. Catalina nota la angustia de Mangel en sus ojos, pero también ella está dolida.

- ¿Amor? ¿Ahora te atreves a llamarme amor? – Una irónica risa se hace escuchar por parte de la chica.

- Yo... sólo... -

Broke (Rubelangel) 2da Temp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora