Capitulo 35

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Ya en Madrid, los días pasaban volando, y todo parece ir bien.

Lizzy, luego de una temporada trabajando, consiguió el dinero suficiente para mudarse a un nuevo apartamento, en el mismo piso de Rubén. Poco a poco fue consiguiendo muebles, accesorios, y todo lo necesario, hasta tener un espacio totalmente cómodo para ella. Y qué decir de Rubén, con su habitación nuevamente sólo para él, y el baño ya sin tantos artículos de mujer. Aunque no puede negar que extrañará la presencia de Lizzy, sobre todo cuando se aburría, cuando se ponían a ver películas juntos o se quedaban hasta altas horas de la madrugada hablando sobre teorías del universo o cuál es el propósito de cada persona en el mundo.

Todo volvía, por decir así, a la normalidad.

Luego de llegar a Madrid, Rubén lo primero que hizo fue a hablar con Javier. Le pidió que borrara todo contacto con él, que se olvidara para siempre de él, que jamás lo llamase o textease de nuevo. Con esfuerzo y mucha ayuda de Mangel consiguió trabajo; y para qué excluir, Mangel también, ambos en irónicamente una cafetería, aunque ya sin Catalinas; y con el dinero que ahorró pagó todas sus deudas con Javier. Luego de eso hizo una limpieza demasiado profunda en su apartamento, botando todo lo innecesario, limpiando todo a detalle, reorganizando todo.

Eliminó por completo cualquier cosa que pudiese despertar ese lado malo del pasado que nunca más quería volver a experimentar.

Mangel estaba completamente orgulloso de él. Cada día que lo veía salir con ánimo por la mañana para ir a trabajar, cuando le contó que logró pagar sus deudas, verlo cada día progresando como persona, cumpliendo sus metas. No había nadie más orgulloso que él... excepto Paola.

Al enterarse de lo maravilloso que estaba yendo todo por allí, no aguantó soltar un chillido de emoción. Le alegraba hasta lo imposible saber que su mejor amigo estaba siendo de una buena vez feliz. Completamente feliz. De que estaba logrando superar de a poco su pasado, sin en ningún momento echarse hacia atrás, y de que estaba logrando todo lo que se proponía.

Todo iba de maravilla.

Todo excepto la salud de Rubén.

Cada vez comía menos, la ansiedad no se quitaba, el dolor de garganta a veces era insoportable, y el sangramiento nasal no era menos. Pero aún así no quería ir al hospital, tenía miedo de lo que pudiesen decirle. Mangel era quien más insistía en llevarlo, ya comenzaba a preocuparlo de manera seria.

Hasta que un día no hubo más remedio.

Ambos, ordenando unas cuantas cosas del departamento de Mangel, no paraban de moverse de un lado hacia otro. Rubén cada vez se movía más lento, y cada vez se tambaleaba más.

- Mangel... ¿es normal sentir vértigo si no estás en altura? - Preguntó, casi susurrando. Buscó el punto de apoyo más cerca, posando sus manos en la mesa. Todo daba vueltas, su visión de a poco se iba oscureciendo, y lo único que escuchaba era un fuerte pito.

- ¿Rubén? - Casi gritó Mangel, pero éste ni siquiera escuchó un susurro.

- Mangel... - Y, sin más, Rubén se desploma en el suelo.

- ¡Rubén! - Exclama a su vez Mangel, corriendo al lugar donde yace recostado su novio.- ¡Rubén! ¡No es gracioso! - Insiste Mangel, deseando que sólo sea otra de las bromas pesadas que acostumbra gastar. Pasan los segundos, Mangel casi abofetea el rostro de Rubén desesperado por que despierte. Rápidamente apoya su oreja en el pecho de Rubén, esperando escuchar los latidos de su corazón. Los escucha, pero no a una velocidad normal, y es en ese momento cuando se da cuenta de que no es una broma, de que todo va mal realmente.

Broke (Rubelangel) 2da Temp.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora