Los días pasaban con naturalidad, con tanta naturalidad que llegaba a asustar.
Catalina no apareció hasta dentro de unos días, días en los cuales Rubén y Mangel casi ni se despegaban el uno del otro.
Se excusaban de cualquier forma para estar juntos, aunque fuesen cinco minutos.
Parecía que el tiempo iba retrocediendo. Retrocedía y retrocedía hasta esos momentos en que ambos eran felices juntos sin imaginar lo que vendría más adelante.
Las miradas cómplices, los suspiros bobos, las sonrisas momentáneas, los vuelcos de estómago inesperados, todo aquello volvía a estar presente en ambos muchachos.
Rubén estaba seguro de que estaba enamorado de Mangel, siempre lo estuvo. Y Mangel, finalmente, pudo asegurarse de que también está enamorado de Rubén. Porque... ¿cuál sería la razón de todas esas cosas que siente sólo cuando está junto a él?
Amor, simplemente.
Y ya no le da miedo lo que puedan pensar los demás. No le da miedo ser rechazado. No le da miedo expresar lo que siente.
Catalina no tardó en llegar, amargando todo inmediatamente.
Era un día común en que Mangel y Rubén se encontraban en el departamento del primero, juntos de una manera muy acaramelada en el sofá viendo televisión.
Rubén fue el que, milagrosamente, se levantó a abrir cuando tocaron a la puerta. La sorpresa no fue agradable.
- ¿Qué quieres? – Ni un hola se gastó en ella. La chica lo miró de abajo arriba, examinándolo completamente.
- ¿Ahora no puedo pasar a mi propia casa? – La pose en la que estaba parada intentaba intimidar, pero a Rubén sólo lograba causarle gracia.
- ¿En serio te atreves a decir que esta es tu casa? – Rubén rió.
- ¿Quién es? – Preguntó Mangel desde dentro. La chica sonrió, con sus ojos iluminándose rápidamente.
- ¡Soy yo, Mangel! – Exclamó Catalina. Un gran resoplido se escuchó como respuesta, lo que hizo que toda su expresión emocionada se desvaneciera y diera paso a una sonrisa en el rostro de Rubén.
Unos segundos después, Mangel se encontraba al lado de Rubén, quien rápidamente posó un brazo sobre los hombros de él.
- ¿Se te ofrece algo? – Pregunta el muchacho frente a la asqueada expresión de Catalina.
- Vengo a buscar mis cosas – Responde, removiéndose en su lugar.
- Claro, todo está empacado en cajas, en la cocina –
- ¿La ropa, las decoraciones, l...
- Todo – Interrumpe Mangel. La chica carraspea, se arregla el pelo y asiente. Sin siquiera pedir permiso empuja a Rubén para separarlo de Mangel y permitir que ella entre. Rubén, furioso, se voltea y dispone a enfrentarla, pero Mangel le agarra del brazo y le brinda una obvia mirada de "no vale la pena". Rubén resopla y se va hacia el sofá nuevamente, esperando a que la chica tome todas sus cosas y se largue de una buena vez para el resto de su vida.
Cuando Mangel se sienta al lado de Rubén, no pasan ni dos segundos hasta que la chica lo llama desde la cocina con su chillona voz. Mangel mira dudoso a Rubén, quien no le responde la mirada y sigue fijo en el televisor, con todos sus músculos faciales tensos.
Se levanta y camina a la cocina.
Al entrar, la chica está de espaldas a él, apoyada con ambas manos en uno de los muebles.
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Broke (Rubelangel) 2da Temp.
AcakUn año y medio después las cosas parecen no cambiar mucho. Pero una cosa hace revolucionar el pequeño mundo de Rubén: Mangel ha vuelto. Aunque nada será como lo esperó, y quizás las noches en vela, los llantos, el arrepentimiento y el dolor no se ha...