Prólogo.

2.6K 118 10
                                    

"No puede que nos separemos así,

antes de habernos encontrado" Julio Cortázar.

***

-¡Hey, buenorra! – Sandra rodea mi hombro con su brazo derecho mientras Alexia está a mi lado, negando con la cabeza ante el saludo de la chica de pelo negro.

Me besa la mejilla, la correspondo y después saludo a la chica de pelo rubio para después empezar a caminar por el centro de Córdoba. Es principios de septiembre y, aún así, el calor en Andalucía no es menor.

-¿Cómo te va la vida, desaparecida? – pregunta la de ojos marrones caídos, fijando su mirada en Sandra.

Ella frunce su ceño y la contempla.

-¿Cómo me tendría que ir?

-Hombre, teniendo en cuenta que te has ido de viaje a Canarias con Isaac... pues mucho – defiendo a una de mis mejores amigas.

Ella ríe en respuesta, y entonces nos damos cuenta. Me fijo en su aspecto y lo cambiada que está desde que sale con él; debería agradecerle a su novio tener paciencia por estar con ella.

-Eso me lo tomo como un genial – canturrea Alexia, intentando provocar a la chica de pelo negro.

Ésta ríe, cuelga su bolso color marrón claro de su otro hombro y se acerca a la de pelo rubio.

-Y tú qué, ¿eh?... ¿Dándole que te pego con el novio?

-¡No, por Dios! – niega mientras larga una carcajada – Solo dándole a los dedos y la boca.

Sandra y yo estallamos a carcajadas nada más escuchar su respuesta, y no es por lo que ha dicho, si no por el mero hecho de que nunca Alexia ha hablado de esta manera. Ella también se une a nosotras y nos encontramos las tres riendo con fuerza hasta que una cesa.

-Melissa, mira hacia allí – señala Sandra, haciendo un movimiento de cabeza que me indica que mire hacia la derecha.

Mis ojos se posan en alguien que se me hace conocido, aunque solo lo veo de espaldas, pero cuando se gira llego a creer que todo me da vueltas. Es Hugo.

El chico de pelo no desordenado, porque ahora se lo ha rapado, se inclina para besar a una chica con lentitud y yo quito la mirada. No puedo verlo. Los ojos marrones de Sandra están puestos en mí, y poco después Alexia la imita.

-No pasa nada – sonrío -. Tarde o temprano tenía que pasar. Además, como si no le hubiese visto con chicas ya...

-No es eso – puntúa Alexia -, sino que es el mero hecho de que te confesaste, no se acuerda o no lo escuchó y tú te estás muriendo por dentro porque no se lo dices.

La chica de pelo negro asiente en acuerdo y yo resoplo.

-Ya os lo dije, prefiero tenerlo como amigo sin que lo sepa a perderlo.

Y vuelvo a mirar aquella escena, pero ahora no se están besando, si no que están de la mano esperando a que el semáforo se ponga en verde para cruzar. Guardo la imagen en mi cabeza para cerciorarme de que esto solo ha sido algo de mi imaginación, ¿cómo he podido llegar a pensar que Hugo sentiría algo por mí?

Tú,  Hugo. [Parte 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora