"El que ama cree lo imposible." Elizabeth Barrett Bowning.
***
Sus labios caen sobre los míos con torpeza y nerviosismo, el cual es palpable en el aire. Doy un paso hacia atrás tomándole la mano para ir hacia mi cama, pero caigo de bruces al suelo al resbalar con un papel que se nos había olvidado quitar.
-¡Hostia! – vocifera, inclinándose para ayudarme -. ¿Estás bien?
Asiento.
-Sí, sí – le miro mientras afirmo, riéndome debido a la situación y aceptando su mano para ponerme en pie -. ¿Seguimos?
El chico se queda estático y por el rubor que hay en sus mejillas me doy cuenta de la situación, así que no digo nada y me lanzo a sus labios, besándolos con una delicadeza propia que ni era consciente hasta ahora de que la tenía.
Sus brazos no tardan en rodear mi cintura, pegándome a su pecho mientras nos quedamos estáticos en la misma posición, tan solo moviendo nuestros labios y manos, de arriba hacia abajo. Jadeos se escapan de nuestra boca con el transcurso de tiempo.
-Hugo – me separo de él y llevo mis manos al dobladillo de mi camiseta. Sus ojos saltones y marrones se dirigen hacia ese lugar, ensanchándolos al ver mis intenciones -, ¿quieres hacerlo tú?
Tan solo asiente.
Río ante su expresión facial, dejando que las palmas de sus manos acaricien la parte baja de mi abdomen, pasando su pulgar por el principio de mi pantalón. Con una absoluta tranquilidad, me levanta la camiseta, quedándose parado mirándome el pecho sin decir absolutamente nada.
-He querido esto desde hace tanto tiempo que no me lo creo – su voz rompe el silencio en el que tan solo estaban haciendo eco nuestras respiraciones.
Me besa sin pudor, apretándome con fuerza contra su pecho de nuevo y yo le imito, no dejándole ir. Poco después, tras habernos besado con excitación y pasión, le quito la camiseta a Hugo junto sus pantalones, contemplando la evidente erección que hay bajo los calzoncillos.
Los pantalones que yo llevo sobran, así que me los quito quedando los dos en ropa interior y le tomo de la mano para caminar hacia la cama, ya que habíamos estado todo este tiempo en el mismo lugar. Nos sentamos al filo, mirándonos con fijación sin decir nada.
-Estoy cagado – rompe el silencio, riendo con un evidente nerviosismo.
Bajo la mirada sonriente, tomando su mano y asintiendo de acuerdo con él.
-Yo no me quedo atrás.
Nos miramos por unos minutos más hasta que nos besamos de nuevo acortando la tentadora distancia que nos separaba, quedando yo encima de él sobre la cama y paseando ambas de nuestras manos por todas las zonas de nuestro cuerpo.
El cálido tacto de sus manos, paseando libremente por mi espalda, provoca en mi sistema una alteración sentida hace bastante tiempo, llevándome al delirio cuando por fin pasa y Hugo pierde la virginidad. Sus jadeos constantes me colman a cada instante mientras susurra cosas inaudibles para mí ya que me encuentro absorta en el acto, gimiendo cuando deja caer sus labios sobre mi clavícula y hombro.
-Te quiero, Melissa.
Sus ojos no dejan de mirarme en todo el tiempo que estamos en la cama haciéndolo, paseando tantas veces sus manos por mis mejillas, espalda y vientre que pierdo la cuenta de la calidez que me transmite tenerle encima y debajo de mí. El sonido de su respiración recae sobre mi oreja con nerviosismo y rapidez, pero aún así, encuentro la perfección en aquello.
-Yo también, Hugo.
Mis uñas clavándose en su espalda y la presión de sus dedos en mis muslos cuando el ritmo se hace más constante y rápido es una melodía que he llegado a memorizar durante el momento. Los ojos marrones de Hugo no se apartan de los míos, haciéndome sentir aquello que he añorado tanto en mucho tiempo.
Me aferro a su cuerpo cuando por fin llega, apretando mis dedos en el lomo de su espalda mientras Hugo me abraza, arropándome junto a él hasta pocos segundos después. Se pone de lado, apoyándose sobre un codo y mirándome.
-¿Has llegado?
Niego con la cabeza y veo un atisbo de frustración.
-Tranquilo, es normal.
Asiente algo confuso ya que no llega a comprenderlo, pero rápidamente se escabulle entre las sábanas de mi cama y se sitúa entre mis piernas, riendo mientras me las abre.
-¡Hugo, que coño...! – exclamo ante el imprevisto, largando una risa.
-En la cama no seré un experto, pero con la lengua no soy tan malo.
[...]
-¿Cómo estás? – pregunto, rodeándole por detrás mientras él está sentado sobre el borde de mi cama.
Sus ojos entran en contacto visual con los míos, me sonríe y asiente tomándome de la mano para besarla.
-Muy bien, ¿y tú? ¿Te ha gustado? ¿Lo he hecho bien? Sé que no soy buenísimo, pero...
Río y eso provoca que se calle.
-Lo has hecho perfectamente, tranquilo.
El chico de pelo rapado asiente y yo paso mi mano por aquella zona en la que antes tenía aquella mata de pelo, inclinándome a su vez para besarle castamente.
-¿Pero seguro que te ha gustado? Si te he hecho daño o algo dímelo porque...
-Hugo, calla – le pongo un dedo sobre los labios -. No hay nada malo. Es tu primera vez y entiendo que estés así, pero para mí ha sido perfecta.
Puedo ver la preocupación en sus ojos, pero me pongo en pie y me visto frente a él algo vergonzosa. Hugo ya me había visto en bikini varias veces, pero nunca sin nada y realmente me siento acomplejada.
-Me encanta tu cuerpo – ladea su cabeza y me contempla de arriba hacia abajo.
Ruedo los ojos y niego con la cabeza.
-Poco te has fijado antes para que lo mires ahora – comento con un deje de diversión.
-Si tú supieras... - murmura por lo bajo, pero le oigo.
-Qué idiota eres.
Media hora después me encuentro despidiendo a Hugo en la puerta de mi casa. Tengo mis brazos rodeando su cuello mientras le abrazo con fuerza, no queriendo que se vaya de mí.
-¿Cuándo nos volvemos a ver?
-¿Te parece que el día que acabemos los exámenes te invite a comer?
Entrecierro los ojos.
-No si te invito yo antes.
Frunce sus labios y rechista.
-Bueno, el caso... - río y le contagio -. Vamos a comer, ¿va bien?
Asiento y beso sus labios castamente.
-Adiós, Hugo.
-Adiós, pequeño monstruo.
Se aleja a paso tranquilo de la puerta de mi casa, girándose antes de desaparecer por una esquina para guiñarme un ojo y agitar su mano a modo de despedida. Yo, durante ese tiempo, me encuentro apoyada sobre el marco de la puerta con los brazos cruzados y mirándole con una clara sonrisa.
Al llegar a mi habitación, veo el desorden de cama que tengo y todos los folios que había en ella tirados por el suelo ahora. Cuando he cambiado las sábanas y me pongo de nuevo a estudiar, veo en el margen de una fotocopia algo escrito a mano y que no es de mi letra.
Te quiero un mundo.
Nos vemos mañana, pequeño monstruo ;).
P.d.: seguro que sacas unas notazas. Confío en ti, mi amor.
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Tú, Hugo. [Parte 3]
Romance¿Qué es lo que pasa cuando quieres a alguien pero temes perderle si es consciente de tus sentimientos? Eso se preguntan Hugo y Melissa, quienes están enamorados el uno del otro. Han pasado crisis, han vivido en diferentes países durante nueve...