Capítulo 3.

1.1K 101 3
                                    


"Un mundo nace cuando dos se besan ." Octavio Paz.

***

Ser testigo de cómo besan a la persona que te gusta delante de tus propias narices, no es plato de buen gusto, sinceramente. Y, peor aún, cuando éste rodea su cintura y lo profundiza, por lo que yo suspiro y desvío mí mirada sentada en el pasillo a Alexia, quien me observa.

-¿Estás bien? – asiento, absorta en mis propios pensamientos - ¿Seguro?

Le doy una corta mirada a ella y asiento, otra vez.

-Que sí – me pongo en pie, con un tampón en mi mano -. Voy a cambiarme, me vino la regla ayer.

-Entonces a mí me vendrá la semana que viene. Eres mi recordatorio.

Ruedo los ojos ante lo que dice Sandra y me dirijo al baño, que gracias a Dios está en el lado opuesto de donde están ellos. Hoy no es mi día, y no por el simple hecho de que haya visto a Hugo comiéndose la boca varias veces con la chica, ¡qué va! A excepción del aumento de hormonas en mi sistema debido al periodo, me siento completamente frustrada debido al hinchazón que tengo bajo el ombligo, justo en la zona de los ovarios.

-Parece que estoy preñada o que no meo desde hace horas – comento, observándome en el espejo mi abdomen desnudo.

Tras haberme cambiado, salgo de nuevo y me siento otra vez en el suelo junto a ellas, quienes hablan de cosas sin importancia. Alexia empieza a explicarnos cómo casi estuvo a punto de hacerlo con su novio, pero que finalmente se echó atrás.

-Bueno, ya te lo dijimos – murmuro con voz lenta y pausada. Me pongo nerviosa hasta a mí misma; odio estar con la regla y la mala leche que me produce esta -, a la mínima duda, no lo hagas.

Asiente.

-Al contrario que Mel, yo lo hice a la primera.

Ruedo los ojos ante lo que dice la chica de pelo negro, quien ríe traviesa debido a lo que ha dicho, y es que resulta que yo finalmente perdí mi virginidad después de haber estado casi un mes intentándolo.

-No me saques el temita...

-Joder, este mes te ha venido fuerte, ¿no?

Paso las manos por mi rostro mientras asiento a su vez.

-No me he puesto ni rímel, fíjate. Estoy hecha mierda.

El timbre suena y la chica de pelo rubio se pone en pie, despidiéndose de nosotras, quienes seguimos en el suelo ya que el profesor que tenemos a la siguiente clase no vendrá.

-¿Vamos a dar una vuelta? – sugiero, tras haberme incorporado segundos después, al estar el pasillo en silencio absoluto.

-Vale.

Doy una mirada por el ventanal de nuestra aula, percatándome de que los tres chicos no están ahí y recordando de repente el beso pasional de Hugo con la chica cuyo nombre no me sé todavía, y tampoco me importa mucho.

Bajamos las escaleras de nuestro piso llegando al de primero y segundo de la ESO, escuchando debajo de éste la voz de Darío. Sandra rueda los ojos ante un comentario que él hace, y cuando aparecen, les sonrío a todos.

Hugo está ahí, con ellos, y se encuentra fijo con su mirada puesta en el teléfono, pero después me mira por unos segundos que se me hacen realmente lentos y creo que me dedica una tensa sonrisa, ya que no llego a fijarme completamente.

"¿Y ahora que le pasa?"

[...]

-Melissa, ¿puedes dejarme las fotocopias de economía? – su voz hace que me sorprenda y deje de mirar por la ventana, fijándome en el chico rapado.

-Hombre, al fin me hablas. Buenos días, Hugo.

El chico de ojos marrones me mira algo distante y me puedo intuir por qué. Si es en cuanto al tema de que no haya ido a su fiesta, le tendría que se irrelevante, ya que no tendría que centrarse en eso y estar con su novia disfrutando.

-Melissa, enserio.

Ruedo los ojos.

-Ten – le tiendo tres folios -. Devuélvemelos.

-Eh... - comprueba las hojas, me mira y asiente -. Sí – se queda callado por unos segundos pero no se va de mi lado, me mira fijamente -. ¿Estás bien?

Frunzo el ceño con mi cabeza apoyada sobre mi mano.

-¿Y tú, estás bien?

Asiente.

-Es que te vi tan distante conmigo la vez que te pedí venir a la fiesta... - por unos segundos pienso que me va a decir lo que le dijo Álvaro -, pensé que había hecho algo que te cabrease.

Se me cruza por la cabeza cuando me dice eso las ganas de soltarle que por qué me hace tanto daño besándose con su novia frente a mí, pero recapacito y me hago consciente de que Hugo es libre de hacer lo que quiera. No sabe de mis sentimientos y es lógico que haga cosas sin saber que estás me van a ocasionar daño.

Niego con la cabeza.

-No, nada – le dedico una sonrisa y él me corresponde -. ¿Cómo te va con ella?

Carraspea y desvía por un momento la mirada. Soy su amiga, debo preocuparme al menos de cómo le va.

-Bien – mueve la cabeza y una sonrisa aparece -. Es muy buena conmigo.

-Me alegro por eso – me pongo en pie frente a él, separados tan solo por unos centímetros. Hugo retrocede un poco -. Tienes que ser feliz, te lo mereces.

No sé cómo ya que me pilla de imprevisto, pero el chico me abraza y fuerte. Cuela su cabeza en el hueco que hay entre mi hombro y cuello por unos segundos y yo hago lo mismo, inspirando fuertemente.

Su olor inunda mis fosas nasales, y yo con los ojos cerrados, aprieto más el abrazo sin quererme separar de él. Quiero estar aunque sean unos segundos más. Mis manos están puestas en sus omóplatos, y voy bajándolas hasta la mitad de su espalda, acariciando lentamente ésta, pero como lo haría una amiga.

Porque soy eso, una simple amiga.

Tú,  Hugo. [Parte 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora