Jane
Una cita.
Una cita doble.
¿Cómo había llegado a esto? Quiero decir, no me desagradaba en absoluto salir de nuevo con Luca, y mucho menos estar con Evan. El problema era La chica. Por alguna razón que no lograba entender, me molestaba. Y no sé por qué, sólo... era sí. Tal vez el problema no era Healy. Tal vez el problema era yo y eso era aún mucho peor.
Repasé mi atuendo, mirándome en el reflejo de la ventana. Nota mental: compra un espejo ya. Megan había hecho un buen trabajo con mi magullado rostro, apenas eran visibles los moretones que me dolían cada vez más. Esta tarde compré un suéter de lana tejido gris que me llegaba hasta las rodillas, lo escogí porque podría pasar por un mini vestido, me puse unas medias negras y botas. Miré mi cuello... había un terrorífico collar natural de chupetones. Me estremecí. Saqué una maxibufanda y la enredé de manera que tapara toda la piel. Peiné mi cabello en un chongo despeinado y pinté mis labios de color vino.
Fuera, una voz ya familiar gritó mi nombre.
Era hora.
Se tú y nada malo va a pasar.
Tomé aire y con paso decidido, salí al encuentro de Luca.
***
El viento estaba inusualmente frio, más que de costumbre. Miré al cielo y las pequeñas estrellas brillar sobre nuestras cabezas.
–Wow.
Miré al frente, sorprendida. Evan estaba parado frente a mí, usaba un suéter gris parecido al mío y unos jeans negros rotos.
Sonreí y él también.
–Te ves hermosa –dijo acercándose a mí. Tragué saliva.
–También te ves bien –enarcó una ceja.
–No tanto como tú. –no supe lo que hacía hasta que ya estaba hecho–. Pero me gusta más así. –y entonces mi cabello cayó sobre mis hombros, desordenado como era. Puso frente a mi nariz la liga que lo sujetaba entre sus dedos largos. Sonrió, travieso.
–Pensé que te vería en casa –dije, aún confundida. No esperaba verlo aquí.
–¿No te lo dijo Luca?
–Decirme ¿qué? –fruncí el ceño. Evan se encogió de hombros.
–Supongo que no, igual no importa. –tomó mi mano, su piel estaba caliente sobre la mía. La sujeté con fuerza–. Vamos.
Comenzó a llevarme hacia su auto, tomados de la mano.
–Espera, ¿y qué pasa con Healy? ¿Dónde está Luca?
–No te preocupes tanto, Jane –dijo dándome la espalda.
–Evan, yo... no, Evan, escúchame.
–Se hace tarde.
Mi corazón se aceleró.
–Evan.
Su mano aprisionó la mía, no lo soportaba.
–Suéltame, suéltame. ¡Suéltame! –grité. Me miró, asustado y confundido. Su mano dejó la mía con cuidado. Con la respiración agitada, me alejé unos pasos de él–. Evan, yo...
–Me tienes miedo. –apretó la mandibula con fuerza–. Otra vez.
Me partió el corazón. No es verdad, no es verdad. Quise decir. Las lágrimas escocían mis ojos y las palabras pugnaban por salir de mi boca. Me obligué a dar un paso, a correr hacia él y refugiarme en sus brazos, en su pecho. Me rodeó con cuidado, y despacio me apretó contra él.