Evan
Música. Ruido. Alcohol. Luces. Humo. Personas. Chicas con faldas extremadamente cortas. Diversión. Fiesta.
No cabía un alma en el parque. Oh, amaba estas fiestas. La música retumbaba en mis oídos y dentro de mi pecho, había luces y muchas mesas colocadas estratégicamente en cada esquina llenas de cervezas, whisky y ron. Delicioso. Las personas bailaban muy juntas y había otras que reían y hablaban, y se besaban... entre otras cosas. Los árboles estaban decorados con luces navideñas en las ramas, daban un toque especial a la fiesta.
Pude distinguir a Pette junto a una de las mesas debajo de un árbol, hablaba con una chica muy guapa. Muy bien, Pette. Pensé que era mejor que lo dejara terminar con su "misión" antes de acercarme a él.
Miré a Jane y volví a impresionarme.
Su cuerpo era pequeño, pero su sensualidad no. Ese vestido había dejado huella en mi memoria. Parecía nerviosa, miraba todo rápidamente y las flamas de sus ojos danzaban.
-¿Bailas conmigo? -la tomé del codo e hice que girara hasta que quedara frente a mí, hasta mirarme.
-Yo... no recuerdo muy bien cómo hacerlo. -admitió, avergonzada.
-Entonces te ayudaré a recordar. Vamos.
Y la arrastré hasta la pista de baile. Era una canción rápida, movida. De acuerdo, iba a ser un poco complicado. ¿Sería correcto poner mis manos sobre ella? ¿Sobre su cintura?
Sólo es un baile. Sólo eso.
Respiré profundo y lo hice. Mis manos se deslizaron sobre su cintura y la acerqué a mí, Jane dio un salto y exhaló.
-Escucha la música. -le dije, y ella asintió. Decidida.
Empezó a bailar, primero lento y algo torpe, y luego colocó ambas manos sobre mis hombros. Cerró los ojos y volvió a asentir con un casi invisible movimiento, sus caderas comenzaron a moverse debajo de mis manos, más suaves, más rítmicas.
Y abrió sus ojos, y chocaron con los míos. Las flamas de sus ojos ardían intensamente y parecían bailar junto con ella.
Hielo y fuego.
Jane se acercó más a mí, nuestros pechos se tocaban.
Pum. Pum-pum. Pum-pum. Pum.
Nos movíamos al ritmo de la música. Y mis manos ardían, y la piel de mi cuello debajo de sus manos también. Sus ojos nunca se apartaron de los míos. Intenso, excitante, acelerado.
La canción terminó, pero ella no se alejó de mí. Sonrió, ruborizada y hermosa. Recorrí todo su rostro, luego su cabello, luego su cuello y luego su vestido negro que brillaba ligeramente cuando la luz se posaba en él, y luego miré de nuevo sus ojos.
-¡Evan! -una mano me sujetó por el hombro-. Pensé que no vendrías. -era Pette.
Giré lenta y sin mucho ánimo para mirar a mi amigo. Mal momento. E intenté parecer contento de verlo.
-Una fiesta no es una fiesta sin mí. -dije alzando una ceja.
-Y sin ti, tampoco habría tantas chicas hermosas. Todas vienen sólo por ti, bastardo.
El rió, y yo también, pero sin muchas ganas. Y luego sus ojos volaron de mí hasta ella. Asombro, mucho asombro. Claro. Todas las personas -hombres y mujeres- se asombraban al ver a Jane. La boca de Pette cayó al suelo, literalmente.
-No nos conocemos. -dijo Pette después de aclararse la garganta. Jane me tomó del brazo antes de negar con la cabeza-. Te recordaría si así fuera, soy Pette.