3: Ninguna visita

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Evan

La mitad del día estuve considerando todas mis opciones. Quería ver a Jane y saber todo lo que pudiera de ella y su vida antes de haber salido de la tierra en la fiesta de Pette, pero eso no sería nada fácil. Jane parecía ponerse nerviosa cerca de mí y no nos conocíamos, era poco probable que me abriera toda su vida en cuanto yo se lo pidiera. Necesitaba ganarme su confianza poco a poco, pero ¿cómo lo haría? Ella no estudiaba en la misma escuela que yo y quizá jamás lo haría. ¿Cómo pasaría tiempo con ella y después ganarme su confianza? Esa era la cuestión que trataba de resolver.

-Evan, ¿estás escuchándome? -la voz de Healy penetró mis pensamientos, la miré y le sonreí.

-Sí, claro. -mentí. Healy puso sus ojos en blanco y luego exhaló.

-Como sea, tengo que irme antes, ¿crees que podrías llevarme a casa? Podemos tomar un café frío en el camino.

Mis labios hicieron una mueca y ella frunció el ceño.

-Me encantaría llevarte y tomar ese café, pero necesito hacer algo muy importante Healy, no podré llevarte. Lo siento. -me disculpé, esta vez yo la rechacé sin intención pero la mirada de mi amiga de extrañeza y sorpresa me hizo sentir fatal.

Nunca me había negado a llevarla a casa, y podía ver en ella que algo se había movido en su interior. ¿Decepción? Esperaba que no.

-Puedo acompañarte, puedo llegar a casa un poco después. -propuso, tratando de ocultar eso que sintió cuando me negué.

-Esta vez no. -no me gustaba ocultarle nada a Healy pero esto era algo que no sabía cómo explicar. El rostro de Healy se oscureció.

Huh, huh.

Ella no tardaría en descubrir que algo extraño estaba pasando.

Tomó su bolso de la mesa y se puso de pie.

-Supongo que debería despedirme.

-No se repetirá, Healy. Lo prometo.

-Te veo mañana.

-Sin duda.

Y salió de la biblioteca dando pasos rápidos. Healy era mi mejor amiga y detestaba mentirle pero por alguna razón sentía que no podía decirle algo por primera vez. Cubrí mi rostro con mis manos y esperé a que la campana anunciara el fin de las clases.

***

Con un café frío en una mano y las llaves de mi auto en la otra, me dirigía a mi auto cuando Megan se paró frente a mí, su nariz tocaba la mía.

-Evan, creo que nuestra última cita fue hace siglos. -ronroneó.

-Querrás decir una semana. -sonreí-. ¿Puedes respetar mi espacio personal?

-Nunca he estado tan lejos de ti.

Y sus labios chocaron con los míos salvaje y desesperadamente. Dientes y lengua.

Hambre atrasada.

La relación de Megan y yo es... complicada. Hemos dormido juntos varias veces pero sólo eso. Ella no es una chica con la que quisiera tener una relación seria, no estaba enamorado de ella y no estaba preparado para hacer promesas que no cumpliría. Nuestra relación era solamente sexual no sentimental, o eso creía yo. Esperaba que ella no fuera tan tonta como para enamorarse de mí porque entonces quedaría como el estúpido más grande del siglo.

Me separé de ella y la miré de arriba abajo. Se veía tan bien, con esa falda de holanes y su blusa escotada blanca que me dejaba ver el color de su sostén. Con tacones estaba a la misma altura que yo.

La chica debajo de la tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora