6: Lugar preferido

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Evan

Healy iba a matarme.

Cuando salí de la casa de Jane de mala gana -ella me obligó a irme después de dos horas- revisé mi celular y cada una de las amenazas de muerte y tortura de mi amiga pelirroja y malhumorada.

Mensaje 1: Evan, mis padrs están molstos y yo también. Mucho.

Mensaje 2: Cómo t fuist sin dcirm nada? Estás enojado cnmigo?

Mensaje 3: Si no contstas ese mldito celular me aseguraré d pgartlo al oído para q contsts mi siguient llamada!!!

Mensaje 10: Mierda! Dond stas? Evan, juro q t mato cuando t vea, lo juro.

De acuerdo, estaba realmente enojada ¿no es cierto? No entendía, ¿por qué tanto alboroto? Healy era tan inconstante como la luna, unas veces hermosa y alegre y otras aterradora y peligrosa.

Conducí hasta el centro comercial. Cuando llegué me dirigí a comprar cosas básicas que cualquier refrigerador contiene, me aseguré que no fuera demasiado ostentosa la compra, no quería que Jane sintiera que estaba en deuda conmigo, yo compraba cosas para ella porque las necesitaba y porque quería hacerlo. Había una larga fila para la caja, torcí los labios con impaciencia mientras miraba la hora en mi celular. Ya eran las 3:00 p.m. y aún no había vuelto a mi casa, ni lo haría hasta llevarle todo a Jane.

En la fila, había un par de chicas bastante atractivas delante de mí, la castaña clara me sonrió descaradamente y su amiga la rubia la imitó. Alcé mis cejas y les devolví la sonrisa amablemente, ellas se pusieron a reír como locas, sonrojadas y nerviosas. Sacudí mi cabeza riendo silenciosamente ante la atención que recibía de esas dos chicas. Y vi a un tipo, rodeándolas, como un lobo a su presa. Ellas no sabían que él las miraba de esa forma tan repugnante, tan asquerosa y descortés, aún seguían viéndome a mí y haciendo cosas para llamar mi atención pero yo lo miraba a él. A ese tipo que no debía ser más grande que yo. Rubio, con pecas, musculoso y ese brillo asqueroso en sus ojos cafés. Clavé mi mirada en él y deposité toda mi energía hacia su dirección, lo miré con todo el odio y la repugnancia que podía, ¿Qué si quería asustarlo? No, pero si amenazarlo. Como lo planee, sintió mi mirada sobre él y la sostuvo un rato, hasta darse cuenta de que yo no iba a salir huyendo. Finalmente, dio unos pasos torpes, como si quisiera acercarse a mí y dio media vuelta, desapareciendo entre toda la demás gente. Respiré profundamente y moví mis ojos hasta las chicas, les sonreí y articulé con mis labios "hola".

Después de salir del centro comercial, me metí a mi auto y apagué esas ganas de querer golpear a alguien: a ese tipo repugnante. A pesar de que he estado con muchas, muchas chicas, jamás he visto a ninguna tan asquerosamente. Creo que la gente como él debe irse directo al infierno.

***

Entré a la casa sin llamar a la puerta antes, ahora sabía que Jane no le ponía llave durante la tarde, me lo había dicho esta mañana. Ella estaba sentada en el sofá con las rodillas pegadas al pecho, cuando aparecí se sobresaltó un poco, pero en seguida me reconoció y sonrió.

-Te fuiste apenas hace treinta minutos. -dijo Jane, ocultando ese toque de felicidad en su voz. ¿Yo la ponía feliz?

Caminé hasta la cocina con las compras en las manos y sonreí mostrando mis dientes.

-Lo sé. -coincidí-. Sólo vine a traerte algunas cosas.

Escuché a Jane caminar detrás de mí.

-¿Qué es todo eso? -preguntó con curiosidad.

-No es mucho. Es para cerrar nuestra amistad. -contesté encogiéndome de hombros, restándole importancia a mis palabras.

Tal vez era muy temprano para considerar nuestra "conexión" una amistad para Jane. Puse las bolsas en la mesita redonda y comencé a sacar su contenido. Las cejas de Jane se elevaron de sorpresa.

La chica debajo de la tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora