26 de diciembre. 11:57 am.

176 23 3
                                    

26 de diciembre. 11:57 am.

Así lo hice, no me tardé demasiado. Tener menos cabello hacia más fácil quitar el shampoo. Peter me esperó en mi habitación y cuando volví a entrar a ella, se sorprendió. Me dijo que estaba usando un vestido y con sarcasmo le respondí que no sabía lo que era cuando me lo probé, me dijo que le gusta ese vestido. Mi corazón palpitó más fuerte cuando dijo eso.

—Te ves... Ya sabes... No enferma.

—Gracias. —Me siento a su lado—. Supongo.

Estamos en la orilla de la cama. Estamos respirando al mismo ritmo y no sé qué siento, no entiendo esta necesidad de observarlo o de tocarlo, sólo quiero estar tan cerca de él como me sea posible.

—Viviane. —Dice y volteo. Tiene la mirada en sus zapatos—. Te traje unos dulces, si quieres.

Asiento y se pone de pie para darme una pequeña caja. Son algunos chocolates y nos acomodamos en mi cama. Estamos con las piernas cruzadas viéndonos de frente. Tomamos un chocolate y lo mordemos al mismo tiempo, como un tipo de lenguaje, nos vemos a los ojos cuando los mordemos lentamente. Ambos nos decimos cosas que jamás haremos. No sé qué pasa por la mente de Peter pero me gusta la manera en que me mira, como si yo fuera la persona que tiene todas sus respuestas, me gusta la manera en que me escucha y nunca me juzga, me gusta que se fije en los pequeños detalles.

Me gusta estar tan cerca de él.

Me gusta estar con él.

Me gusta él.

—Peter. —Estoy decidida a hacerlo. Debo decírselo. Quiero que Peter sea mi primer beso.

— ¿Qué pasa?

Su teléfono suena y me interrumpe.

Comienza a responder con respuestas cortas y cada vez me decido que no es un buen momento, que es muy pronto. Estoy cegada por la atención de Peter.

Cuelga y me ve un poco triste. Me dice que debe ir con sus padres y me dice que me llamará después.

Veo sus manos y veo como están tan lejos de las mías. Veo sus labios y ellos no preguntan por mí. Quiero estar cerca de él, quiero sentir su respiración contra la mía, quiero que sus ojos recorran todo mi rostro y luego que me bese.

Peter se va y aunque no me siento sola, me siento confundida.

Peter. Peter. Peter.

Es lo único que tengo en mi mente ahora.

La pantalla de mi teléfono se ilumina y la fotografía de Johana se observa.

Tomó la llamada y se escucha música de fondo.

— ¿Hola? —Pregunta con voz elevada.

—Que hay.

— ¿Cómo estás? Muchos de la escuela preguntan por ti.

— ¿Por mí? —Pregunto confundida.

—Sí, es la reunión de la escuela o algo así, hay una fiesta y eso.

—No lo sabía.

—Sí, también habrá una en dos días y otra mañana, sólo fiestas y más fiestas.

—Bien por ti.

—Oye, no recibí tu regalo de Navidad. —Me recuerda—. Espero que no me olvides.

— ¿Dónde está mi regalo entonces?

Se queda en silencio. — ¿Cuál es tu problema, V?

—No tengo ningún problema. —Le respondo.

Johana bufa. —Si claro, siempre tienes un problema.

— ¿Yo tengo problemas? Tú eres la que está de fiesta todo el tiempo en lugar de compartir con tu familia, Johana, tienes una gran familia y lo desperdicias en fiestas estúpidas y además, ¿No es temprano para una fiesta?

—No sabes nada.

—No, tú debes dejas de ser tan inmadura.

—Mira Viviane, si tu vida es una mierda ese es tu problema pero no llenes de mierda mi vida.

—Finalmente reconoces que mi vida es una mierda.

— ¿Eso qué significa?

—Eso significa que te considero mi mejor amiga porque parece que eres mi única supuesta amiga pero cuando te necesité tu nunca estabas, tu siempre pones mis problemas como situaciones para llamar la atención, no necesito tu atención.

—Te quedarás sola.

—Tú también. —Le respondo. Ella no es mi amiga, sólo soy una de sus admiradoras más.

—Feliz año nuevo, Viv. 


Los Milagros Se AcabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora