24 de diciembre. 5:00 pm.

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24 de diciembre. 5:00 pm.

Desde el techo de mi casa, puedo ver a Peter, Lindsey y a sus padres preparándose para visitar a sus familiares. Ellos no me ven.

Quiero echarme a llorar y quiero preguntarle a quien tenga las respuestas cómo es posible llevar una vida tan solitaria. Saber que hay personas con peores vidas que yo solo lo hace más triste. Tomó mi móvil y llamo a Johana.

— ¿Hola? —Pregunta.

—Jo, ¿Qué tal?

—Bien, ¿Tú?

Suspiro. Necesitaba hablar con Johana. —Bueno, mamá se fue y...

— ¡Basta! —Comienza a reír y hablar con alguien más.

— ¿Johana?

—Sí, lo siento. Estaba hablando con mi primo.

—Bueno, te decía que tal vez estaré sola en noche buena, papá vendrá algo tarde pero espero que llegue a tiempo para cenar.

—No te preocupes, estará ahí.

—No lo sé...

— ¡Te dije que pares! —Grita—. Sólo... Ve a una fiesta o cómprate linda ropa y estarás bien. Debo colgar, nos vemos pronto.

No me despido. Simplemente termino la llamada. Una lágrima se desliza por mi mejilla.

Sé que no debería dejar que todas estas cosas me afecten pero lo hacen.

Demasiado.

Dejo mi habitación y algo de nuevo. Esta vez camino y camino y sé a dónde me dirijo. Me toma casi cuarenta minutos llegar al cementerio. Mucha gente viene a visitar a los que ya se fueron.

Conozco el camino y sigo caminando hasta encontrar la tumba de mi abuelo y la de mi abuela. Sé que no están ahí pero comienzo a hablarles.

—Hola.

Mis ojos se nublan por las lágrimas pero parpadeo varias veces para despejar mi vista. Tomó asiento y doblo las piernas para acomodarme. Leo sus nombres una y otra vez. Leo la fecha de nacimiento. Leo la fecha de muerte.

— ¿Por qué se fueron? —Les pregunto como si hubiera respuesta—. ¿Por qué no me llevaron con ustedes? Saben que mi vida es un desastre y me abandonaron.

Aprieto los ojos y lloro. Dejo salir las lágrimas y jadeo por aire.

La gente está lejos así que no importa que tan alto o que tan bajo hable. No me escucharan.

Nunca lo hacen.

—No sé cómo vivir mi vida, no sé si a esto se le puede llamar vida. ¿Por qué se fueron? Ustedes eran los únicos que me querían y me han dejado. ¿Por qué no me llevaron también? Yo quiero estar con ustedes. No quiero a mi madre y mi padre se preocupa rara vez por mí. No le intereso a nadie, si muero hoy el mundo no cambiaría. Nadie me extrañará y nunca seré importante. Soy sólo un punto en este mundo y siempre lo seré. No quiero ser un punto pero parece que esta es la forma en que debo vivir. No quiero vivir. Quiero estar con ustedes. Podríamos celebrar en el más allá. Podríamos tener una cena navideña y podrían abrazarme. Podrían decirme que me quieren y que están felices de mi existencia. Eso es lo que quiero para Navidad, sólo quiero amor.

Después de decir eso me dejo caer sobre el pasto. Comienzo a llorar tan fuerte como puedo. No hago nada más que quejarme de mi dolor entre jadeos y pequeños gritos. Nadie me escucha. Nadie me consuela. Cierro los ojos y no hago nada para detener las lágrimas. Siguen saliendo y mi pecho suele cada vez más. Me abrazo a mí misma y comienzo a desear nunca haber nacido. Deseo que todo este dolor termine. Deseo ser feliz. Deseo ser amada. Deseo ser extrañada. Deseo tener a mis abuelos conmigo. Deseo todo lo que no tengo.

Pero como siempre, solo son simples deseos.



Los Milagros Se AcabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora