25 de diciembre. 6:09 pm.

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25 de diciembre. 6:09 pm.

— ¿Viviane?

Mi respiración es tranquila. Me siento muy tranquila.

— ¿Viviane? Vamos, despierta.

Abro primero un ojo y luego con algo de esfuerzo el otro. — ¿Peter?

Peter sonríe ampliamente. —Hola.

— ¿Qué pasó?

Remueve un mechón del frente con su mano. —Nada, sólo te quedaste dormida.

—Lo siento.

Niega. —Está bien, debía arreglar algunas cosas.

— ¿Cosas?

—Sí, aún tenemos tu noche libre en nuestra agenda. —Me sonríe y siento ganas de sonreír también, pero no lo hago.

— ¿Aún quieres hacerlo? —Le pregunto mientras salgo del auto y bostezo.

Me ve directo a los ojos mientras pregunta: — ¿Tú lo quieres?

Asiento y se ve más relajado.

Me dice que entremos y estamos en una casa que se ve estrecha y alargada, como un edificio de apartamentos pero sólo es de dos niveles. Entramos y Peter me dice que su familia compró esta casa para cuando alguien quiere escapar de la realidad, dice que los techos son altos y es verdad. Son muy altos y dice que la azotea nos espera.

Lo sigo, veo que mi cabello está algo desordenado pero parece que a Peter no le ha importado. Subimos unas escaleras y llegamos a la azotea. Veo una de esas sillas para broncearse y una mesa con dos sillas de hierro. Pero luego mi mirada va directo a la esquina. Hay un pequeño borde de ladrillos con pequeños espacios entre ellos. Aún no me acercado a él pero seguro me llega a la cintura. Decía que la esquina llamó mi atención porque había varias latas de refresco, una caja y unas mantas.

Peter me dice que ahí es donde debemos estar.

Peter coloca su reproductor en unas bocinas que aún no había notado que estaban ahí. Peter coloca una música un poco movida pero lo suficientemente relajante para que nos acompañe. No sé cuál es su plan pero se ve bien hasta ahora.

Pensé que mi noche libre sería algún tipo de fiesta alocada con Johana pero eso nunca sucedió. Ella nunca me invitó y yo nunca pregunté. De todas maneras, agradezco esto porque no estoy de humor para ir a una fiesta.

—Siéntate. —Indica señalando una de las mantas. Me gusta la canción que suena ahora.

— ¿Es nuestra noche libre?

—Sí, creo. —Me da un refresco y abre la caja. Hay unos cupcakes con la cobertura de colores—. Toma uno, son para ti.

—Gracias. —Le doy una mordida y son deliciosos. Levanto mi mirada y veo las palpitantes luces de colores navideñas. Están alrededor de todo el borde y me gusta como combinan con esta noche.

— ¿Qué quieres hacer? —Peter pregunta mordiendo su cupcake.

Las luces me distraen un poco, le digo que juguemos algo. Me dice que es una buena idea, le digo que juguemos verdad o reto. No se ve muy seguro de eso pero le digo que sería divertido, podríamos fingir estar en los noventa.

—Bien, tú empiezas.

Pregunto: ¿Verdad o reto?

Peter sin dudarlo me dice que reto. Lo pienso un poco y le digo que tiene que hacerse un tatuaje.

Los Milagros Se AcabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora