22 de diciembre. 8:38 pm.

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22 de diciembre. 8:38 pm.

He decidido que lo primero que haré será lo más fácil de todo.

Dormir una noche entera bajo las estrellas.

Mi madre está suficientemente distraída hablando con su mejor amiga por teléfono que no se da cuenta cuando llevo una manta y una almohada de una habitación a otra hasta llegar al techo.

Mi techo no tiene el típico diseño triangular. Es todo liso y papá lo hizo así pensando que sería más fácil construir una habitación. Pero nunca lo hizo, dejó una habitación sin techo, ventanas o puertas en el olvido.

Perfecta para el momento.

Entro a la habitación y se siente un viento cálido. No tenemos nieve pero si viento y mucho frío. Cierro los ojos y siento el viento solar en mi nariz, en mi cabello, toca mis manos y acaricia mis brazos.

Me gusta este viento. Tan fresco y libre. Sin fronteras ni barreras.

Suspiro, me doy la vuelta y busco insectos en el piso pero no encuentro a otro ser vivo más que a mí misma. Tomó asiento y dejo mi almohada a un lado. Me gusta sentirme libre, aunque sea en mi propia casa.

Nunca me había sentido tan en paz conmigo misma desde que empecé el año. Se siente bien. Es como si finalmente pertenezco a algún lugar. Se siente como si perteneciera al mundo entero. Se siente genial.

Veo mi móvil y le envió un mensaje a Johana.

Ella es mi mejor amiga desde hace dos años. Es una chica muy lista y agradable.

- ¿Dónde estás?

Ella tarda en contestar. -Fiesta.

Claro, Johana lleva una vida más alegre que la mía.

-Genial

Ella pregunta: - ¿Tú?

Cierro los ojos y dejo que el viento susurre la respuesta por mí.

Tecleo: En todas partes.

Desde este punto puedo ver a todas partes que mis ojos distingan. Veo a la izquierda y me encuentro con la casa de mis vecinos. Ellos son una familia de cristianos. El padre, es un señor que dirige sermones en una iglesia no tan lejos de aquí. La madre, es amiga de mi padre. Créanme, no es un romance secreto. Mi padre ama el viejo testamento porque asegura que está lleno de misterios. Ellos siempre hablan de eso. Tienen un hijo, nunca lo he conocido pero sé que tienen un hijo y una niña muy pequeña. Ellos tienen algunos adornos en el techo. Lo único que nos divide es un árbol pero si lo trepo y me muevo dentro de él, podría llegar a su techo.

Veo hacia atrás y me encuentro con el techo de la vecina... Esa vecina que no me agrada mucho. Cuando era pequeña siempre me sacaba la lengua. Ella es de una religión desconocida para mí y no celebra la Navidad. Tiene un lindo jardín, muy abierto y cuidado. Vive sola y siempre me he preguntado de dónde saca dinero para cada cosa que tiene.

Veo hacia un lado y encuentro una casa más alta que la mía. Tienen dos perros y varios niños. Es linda y más elegante que la nuestra. Muchas ventanas polarizadas, es como si quisieran ver a todo el mundo pero no quisieran que nadie los viera. Nunca he visto a los adultos de esa casa pero sé que existen. Los niños no se pueden criar solos, ¿no?

Al frente, veo la última casa. Estamos rodeadas de ellas. Es una pequeña ciudad con gente que no se habla entre ellas. Mis padres odian a todos excepto a la familia cristiana. Creí que es por eso, creo que les asusta lo nuevo.

Los Milagros Se AcabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora