Querido y muy apreciado Peter:

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Querido y muy apreciado Peter:

Peter. Dios sabe que soy fría, que odio a la gente y que odio todo lo que tiene que ver con la felicidad porque yo jamás he sido amada.

He sido usada. Se han burlado de mí, tanto que he perdido la cuenta.

Peter, te conocí y a la mierda con las historias de amor, tú eras mejor que esas películas de porquería.

Aun no sé si lo que hemos vivido es o fue real.

O eres un escape de mi imaginación.

Maldición. Te extrañaré.

Jamás extrañé a alguien como sé que lo haré, excepto a mis abuelos. Los amo y creo que me gustaría amarte.

Pero no me amaras.

Los días sin ti pasan rápidamente en cámara lenta.

Y sé que estoy sola y yo tengo la culpa.

Peter, me gustas. Quisiera besarte. Quisiera que te quedaras conmigo.

Quisiera.

Peter, te amo.

Te amaré y espero que me olvides, no valgo la pena para que me recuerdes.


Dejo la carta entre la ventana de su habitación, temblando de miedo mientras camino de regreso a mi habitación por el árbol.

Dos minutos después, Peter está ahí.

¿Leyó tan rápido?

Peter me mira con lastima.

—Viviane.

Trago saliva. La manera en que dice mi nombre me hace sentirme pequeña.

Suspiro. —Me alegra que Lindsey esté bien.

Peter sonríe. —Me voy en dos horas.

Dos horas. —Peter, ¿Leíste la carta?

Peter se sienta en mi cama. —Vi, dijiste que tenías una lista y no hicimos mucho de tu lista, ¿Quieres ayudarme con la mía?

Trago saliva de nuevo. Estoy nerviosa y ansiosa. — ¿Qué quieres hacer?

Peter toma mi mano y la besa, luego sube su boca y besa cerca de mi hombro. Me toma por la cintura y me acerca a él. Besa mi cuello mientras me siento con las piernas abiertas en sus piernas. No sé qué estamos haciendo pero ya no me importa. Lo quiero conmigo por última vez, y quiero sentir la felicidad por última vez.

—Viviane, estoy jodidamente enamorado de ti.

Tomo su rostro y lo obligo a que me vea de frente. —No puedes hacerlo.

Sonríe. —Pensé que estaba roto, Viviane, tú me ayudaste a recomponerme.

Niego. —No hice nada.

Toma mi rostro y besa mis labios tan rápido que ni siquiera estoy segura si lo hizo o lo imaginé. —Hiciste tanto.

Estoy llorando.

Él me quiere. Yo lo quiero. No estaremos juntos.

—Peter, ¿Crees en Dios? —Le pregunto. Es el hijo del pastor pero eso no significa que crea obligatoriamente en lo que escucha.

Peter toca mis labios, observándolos, responde: —Creo en Dios.

Niego, con una lagrima cayendo y siendo secada por Peter. —Yo no sé si creo en él o no, solo... si te vas, ¿Cómo puedo creer que Dios existe? ¿Por qué siempre es tan cruel conmigo?

Peter toma mi rostro y lo besa. —Viviane, habrán días mejores.

Bufo. —Jamás he tenido de esos.

Él toma mi rostro y vuelve a besarlo. Cierra sus ojos y yo me calló finalmente. Dejo que sus labios toquen los míos. Estoy llorando porque jamás volveré a probar sus labios. Sus manos tocan mi cintura y la toman con fuerza. Peter tampoco quiere irse. Dejo que su boca se deslice a mi cuello y dejo que mis manos le quite su camisa. Toco su torso y sus cicatrices con lujuria.

Pero esto es el final.

—Mantente viva. —Me pide—. Promete que te encontraré, y que no necesitaras de nadie para sonreír, promete que encontraras personas que te respeten y te quieran, promete que no te rendirás.

Respiro pero no lo prometo.

Peter me hace a un lado.

—Te quiero pero quiero que tú te quieras.

Eso es mucho pedir.

Peter sigue: —Viv, no te rindas. Aún no.

Tocó mis labios y capturo este momento una vez más.

Peter camina hacia mí. —Hazme un favor, haz solo una cosa el siguiente año.

Veo sus ojos, escuchando atentamente su petición.

—Cree.

Bajo el rostro. — ¿En qué?

Él sonríe, toma su camiseta y se la coloca. —En lo que quieras, cree en el Karma o en Dios, cree en ti misma o en los milagros, lo que elijas, pero siempre cree.

— ¿Los milagros? —Suelto una risa irónica—. Los milagros no existen, no para gente como yo.

Peter, toma mi mano y la besa. —Los milagros existen.

Me encojo de hombros. —Bueno, tal vez si existen pero se acaban, Peter. Los milagros se acaban.

Peter me da un fuerte abrazo y antes de desaparecer para siempre, afirma sonriendo. —Los milagros jamás se acaban, solo no los puedes ver.

Y ahí, en ese momento, en la noche vieja, en víspera de año nuevo.

Perdí de nuevo.

Perdí a Peter.


Los Milagros Se AcabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora