Capítulo 34

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Todos los personajes pertenecen a Suzanne Collins

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Capítulo 34

Sentir sus labios sobre los míos me dejo totalmente anonada, ya que fue tan inesperado que no me había dado tiempo de reaccionar. Mantenía mis ojos abiertos viendo el suave rostro de Peeta aferrado a mí, regalándome este hermoso momento. Me dije que no era un sueño y si lo llegara a ser despertaría con una enorme sonrisa. Con eso en mente cerré lentamente mis ojos de los cuales se escaparon unas pequeñas lágrimas.

Estaba por colocar mis manos sobre su espalda cuando él me aparto suavemente. Vi en sus ojos preocupación y sus manos que hasta hace poco sostenían mi rostro comenzaron a limpiar las lágrimas que brotaban de mis ojos.

-- Por favor no llores- me dice dulcemente-Lo siento No pude evitarlo... el atardecer, tú, los recuerdos de los días que estuvimos aquí. Simplemente no pude evitarlo. No quería incomodarte ni ponerte triste.

¿Triste? No entendía porque el pensaba que su beso me había puesto triste o que me incomodo con esa acción. Tenia que preguntarle, tenía que saberlo. Y sin poder decir nada sentí sus manos dejar mi rostro para regresar a su costado.

-- No volveré a hacerlo-suspira con pesar- prometo no volver a besarte- al decir esto se voltea para irse.

Esas palabras me duelen. No quería esas promesas de parte de él. Las únicas promesas que quería escuchar eran de amor acompañadas de sus besos, esos besos que lograban acelerar mi corazón. Perder sus besos y a él era algo que no podía soportar.

-- Peeta no te vayas hablemos. Tenemos que hablar, las cosas no son como tú crees.

Sin voltear a verme dice- Katniss déjame ir, no soporto que me veas con esa mirada. Esa mirada de compasión me lastima demasiado.

Sin más se aleja de mí. Me tiemblan tanto las piernas que término sentándome las lágrimas que brotan de mis ojos. Estas lágrimas, si son de tristeza.

Al regresar reprendo a Prim por haberse ido, ya que me había preocupado mucho por ella. Mi patito me explica que quería darnos un momento romántico a Peeta y mi, ya que desde que habíamos llegado al Distrito 4 no habíamos pasado tiempo solos y que por esa razón se marcho con su enfermera al vernos tan absortos.

-- ¿Y se la pasaron bien?- me pregunta con una sonrisa picara.

-- Sí- miento. Aun no puedo sacar de mi cabeza sus palabras ni su beso.

La boda se llevo a cabo enfrente de la hermosa playa del Distrito 4 y como todos esperábamos el novio lucia más guapo que nunca, ya que su rostro brillaba de felicidad más cuando vio acercarse a la novia, la cual lucia demasiado hermosa. Al estar juntos tomados de la mano uno podría pensar que si existía un dios del mar sentiría celos por la pareja que opacaba su gran creación.

Se veía que todos los invitados querían lo mejor para la pareja y que los estimaban de verdad. Aun así me pareció triste que Annie no tuviera a nadie de su familia, aunque ella no dejaba de sonreír.

La cena era una comida tradicional del Distrito 4 preparada por las mujeres de los pescadores. Solo el pastel había sido hecho por Peeta, tan hermoso e impresionante como los que solía hacer. La boda fue un gran festejo entre comida, bebidas, risas, alegrías, música y el resplandor de los novios.

Prim se veía muy alegre observando como bailaba la gente, al escuchar una canción muy animada comenzó a aplaudir y brincar desde su asiento. Me levante para tomar la pequeña mano de mi Patito. De niñas bailábamos todo el tiempo, sabia que Prim soñaba con el día en que se casara para poder tener su baile de bodas con el hombre del que ella se enamorara.

Todo por dineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora