Capítulo 6

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6

Desde ese momento, Eva fue incapaz de apartar sus ojos de la escena. En la segunda planta del pub, Daniel hacía arrumacos a una mujer de unos sesenta años más o menos, cuya presencia transmitía una fuerza arrolladora. Se movía dando a entender que el mundo le pertenecía y que si estaba allí jugando con aquel muchacho, era porqué podía hacerlo.

El fotógrafo no se perdía detalle de las escenas que estaban montando. A cada beso, cada caricia, cada risa que emitían, tenía la cámara preparada para inmortalizar el momento. En menos de diez minutos Eva le vio sacar más de veinte fotos.

— ¿Qué te ocurre? —preguntó Clara al notarla tan agitada. Siguiendo su mirada, encontró a Daniel tonteando con la mujer y lanzó un profundo suspiro — ¿Ya estamos otra vez? —la acusó indignada.

—No es lo que crees —la corrigió.

La cara de su amiga denotaba que esta noche no estaba dispuesta a aguantar ninguna tontería.

—Me da igual lo que yo crea. Déjalo ya —la reprochó —Ese chico solo es un pringado que está fastidiándonos porque tú le dejas.

—No es eso —insistió. Con un ademán de cabeza, señaló al fotógrafo de manera disimulada —He visto antes a ese hombre tomándole fotos en la universidad.

Aquello pareció despertar el interés de Clara que, al contrario que su amiga, examinó al individuo sin cortarse.

— ¿Quién crees que es? ¿Un marido celoso o un detective? —Eva la miró como si no entendiese a que se refería. Clara elevó los ojos al cielo antes de responder —Por favor. Con lo que le gustan las casadas, es normal que tarde o temprano alguien le descubra o decida investigarlo. Yo voto por la teoría del detective. Un marido que se precie ya le estaría partiendo la cara.

Aquello tenía lógica. Eva sacó su teléfono móvil lo más discretamente que pudo e intentó tomar una foto del desconocido. Estaba demasiado oscuro y tuvo que intentarlo varias veces hasta conseguir que su silueta fuese reconocible.

—Ahora vengo.

— ¿A dónde vas? —la preguntó Clara sujetándola del brazo.

—Tengo que avisarle.

— ¿Avisarle? ¿Por qué?

Hizo un encogimiento de hombros antes de deshacerse de su amiga. Ni ella misma lo sabía. Una y otra vez se repetía que tenía que hacerlo por lo que había ocurrido en el garaje. Aunque en estos momentos no se atrevería a asegurar si aquello era verdad o solo una excusa que se repetía.

Mientras lo vigilaba, el hombre de la cámara seguía sacando fotos sin parar. Por algún motivo, aunque tenía una postura relajada, a Eva le daba la impresión de que aquel hombre era peligroso. Muy peligroso.

Daniel la vio antes de que llegase hasta él. Incluso percibió como ponía los ojos en blancos antes de susurrar algo al oído de la mujer que tras mirarla, se dio la vuelta y comenzaron a alejarse.

— ¡Espera! —Gritó Eva.

Fue inútil. Podía ser que con el ruido no la hubiese oído o lo más probable, que simplemente no le hubiese dado la gana de hacerla caso, pero no se detuvo. Tuvo que acelerar el paso bastante para intentar alcanzarlos.

Les siguió teniendo cuidado de no acercarse demasiado a la barandilla donde el fotógrafo podía llegar a verla. Encima que estaba intentando salvar su maldito culo, solo le faltaba exponerse a quien sabe qué…

Con un rápido vistazo volvió a localizarles dirigiéndose a la puerta de la zona VIP. Tuvo que disculparse con varias personas a las que golpeó en su carrera por cogerles antes de que se marchasen pero, a pesar de las malas caras y los empujones, consiguió llegar un segundo antes de que tocasen la puerta.

El secreto de DanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora