Capítulo 17

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Akari había estado tan preocupada por lo que pudiera pasar con Obito, que no había caído en la cuenta de que ahora habían tres personas más en la guarida. Al contrario del primer rehén, Ume Himura, las dos sacerdotisas capturadas eran silenciosas pero mucho más temibles. Según lo que le había contado Obito, las tres serian usadas para experimentos, ¿Qué pretendía akatsuki con esto?

-¡Akari!- Itachi la llamó.

-¿Qué pasa?

-No fuiste a tu reunión con Yami...

-¡Lo olvidé!

-Yo fui a la madrugada, te esperé en la entrada del bosque pero nunca llegaste, me dirigí a donde Yami, pero no me creyó, y no me va a creer hasta que no vayas...

-¿Y cuándo vendrá de nuevo?

-En tres días a la misma hora, me advirtió que si no vas, encontrará la guarida y la atacará junto con los de raíz.

-¡¿Con los de raíz, y que vinculo tiene ella con los de raíz?!

-Danzo tiene mucha información que la hoja no le brindará, como ya sabes es la parte oscura de la aldea, y lo más seguro es que Danzo la esté manipulando, probablemente sea su nueva favorita, pero tú sabes que eso no durará mucho, por su bien tu deberías hablar con ella.

-Sé lo que quieres decir, sé que es mi culpa que todo esto haya pasado, y también sé que tienes razón.

-No te estoy culpando de nada, sería algo infantil, además eso no solucionaría nada, solo te estoy advirtiendo lo que puede llegar a pasar.

-Gracias por la información.

-De nada- dijo fríamente mientras se iba. Todas sus conversaciones con Itachi le dejaban cierta culpa, y un mal sabor en la boca.

El día había pasado lentamente, los akatsuki estaban algo callados, la presencia de las sacerdotisas los incomodaban, esa misma tarde Akari tuvo que llevarles comida a las sacerdotisas, parecían ser muy riesgosas ya que estaban en diferentes habitaciones, atadas y con un custodio permanente, golpeo la primer puerta y fue atendida por Kakuzu.

-Aliméntala- musitó Kakuzu. Akari se acercó, pero la sacerdotisa se negaba a levantar la vista, su piel estaba algo pálida, su blanco cabello caía sobre su cara. Su imagen era penosa.

-¿Vas a comer?- pregunto insegura Akari.

-No hasta que el idiota se vaya.

-No me pienso ir, sé que intentarás escapar Satomi- dijo algo enojado Kakuzu.

-Al menos deberías beber agua.

-No- sus labios estaban secos y sangrando, si seguía en ese estado de abandono moriría.

-Kakuzu espera tras la puerta- Ordenó Akari.
-No- ¿Por qué eran tan obstinados? Akari se retiró algo enojada. Estaba llegando a las escaleras cuando vio a Obito.

-¡Tobi!- gritó por si había alguien en los alrededores.

-¿Qué sucede?- susurró Obito.

-Ordénale a Kakuzu que espere en la puerta hasta que la sacerdotisa coma.

-¿Qué?- Preguntó sin entender nada de lo que decía.

-Que la sacerdotisa no pretende comer con Kakuzu observándola, y si no come morirá.

-¿Y?

-Y que ni siquiera les servirá para experimentos...

-Lo sé, lo sé solo quería molestarte un poco. Ve a donde Satomi- Akari volvió al cuarto, Kakuzu y Satomi volvieron sus miradas algo perplejos. A continuación llegó Pain.

-Kakuzu espera afuera- dicho esto se retiró. Kakuzu parecía fastidiado, y a Satomi se le notaba una brillante mueca de burla, repentiname una gran cantidad de hilos negro ahorcaron a Satomi.

-No te confíes, cuando ya no sirvas yo mismo me encargaré de matarte- Dijo Kakuzu y luego la soltó. El corazón de Akari aún no se calmaba, aquel tipo estaba realmente loco, de ahora en adelante tendría más cuidado con él.

-Bueno él se ha ido... ahora podré alimentarte- Akari parecía nerviosa.

-También te tienen prisionera...

-¿Cómo lo sabes?

-Las barreras de tu mente son débiles puedo leerlas cuando quiera...

-¿Qué, que dices? ¡No lo vuelvas a hacer!- La sacerdotisa empezó a reír.

-Esto casi es divertido- dijo con una sonrisa- eres patética, tan mundana ¿Realmente crees que él te quiere?

-¡Te dije que pararas!- la sonrisa en el rostro de Satomi no se borraba.

-Eres escoria ¿Por qué debería parar? Si tu apoyas a estos criminales, has abandonado tu aldea, no mereces ser tratada bien... adelante llora, pero eso no remediará nada de lo que has hecho, y cuando él te abandone y te olvide, te darás cuenta de lo que has hecho, tu situación es estúpida, pero no más que tú- Akari había empezado a llorar, solo quería irse, necesitaba que Obito la abrazara- Él no va a venir, nadie vendrá, no me digas que eres tan débil, pensé que al menos tenías un poco de autosuficiencia o personalidad, pero fui muy ilusa, debí imaginarme que una persona que friega los pisos de los criminales carecería de ambas- Akari se paró dirigiéndose a la salida- ¿Qué pasa, no me darás mi comida?-dijo sonriendo.

-Que te la de Kakuzu, y si no la quieres no la comas.

-Aww ¿Te has enojado conmigo? ¿Acaso me odias?

-¿Odiarte? Como si eso mereciera la pena- Cuando salió Kakuzu estaba esperando, parecía fastidiado.

-Lo lamento, no ha comido la comida, si quieres intentarlo tu...- Le dijo a Kakuzu

-Llévatela, que no la coma, como si fuera a morir tan fácilmente, cuando tenga hambre rogará por ella. Tal vez debí advertirte que podía inmiscuirse en tu mente- Dijo mientras observaba sus ojos hinchados.

- Y yo no debí haber hecho un juicio previo basándome en sus apariencias- Definitivamente Kakuzu tenía razón, cuando quisiera comida que la pidiera, ella no volvería a ese lugar. Además debía decirle a Obito todo, tal vez la sacerdotisa había averiguado importantes cosas sobre akatsuki, Obito se iba a molestar mucho...




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